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Desarrollo Político Y Libertad En Rousseau Y Bilbao: Consideraciones Antropológicas.


Enviado por   •  27 de Mayo de 2013  •  4.545 Palabras (19 Páginas)  •  437 Visitas

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Desarrollo político y libertad en Rousseau y Bilbao: consideraciones antropológicas.

Resumen

El siguiente trabajo se propone estudiar la concepción de hombre presente en El Contrato Social (1762) de Rousseau, generando una visión comparada respecto de la subyacente en la obra del intelectual chileno Francisco Bilbao. Para ello, nos focalizaremos en la lectura de uno de sus textos más representativos, nos referimos al polémico ensayo Sociabilidad Chilena (1842). Interesa advertir la influencia de la filosofía política de Rousseau, poniendo especial énfasis en la concepción de un nuevo tipo de sujeto moderno, capaz de criticar y repensar la institucionalidad política, y cuyo valor fundamental estará asentado en la libertad.

Palabras clave: Ilustración, siglo XIX, contrato social, libertad, ser humano

I. Panorámica del Chile de la primera mitad del siglo XIX. Breve contextualización.

A principios del siglo XIX y con sólo poco más de una década de vida independiente, la incipiente nación chilena lentamente comenzaba a dejar atrás un largo pasado colonial, marcado principalmente por la subordinación a la corona española y al omnipresente rol de la Iglesia, instituciones que con excesivo celo consentían la difusión y enriquecimiento de las artes, ciencias y el pensamiento.

En medio de este complejo escenario es que, junto con los nuevos caudillos políticos, emergerán una camada de autores e intelectuales cuyo propósito consistirá en sentar los principales lineamientos para la construcción del proyecto nación. Será así que nombres como los de Camilo Henríquez –fundador del primer diario nacional, La Aurora de Chile, y defensor acérrimo de la libertad de prensa-, Manuel de Salas –fundador de la primera biblioteca nacional también en 1810 y gestor de la venida de destacados intelectuales extranjeros como Andrés Bello, Andrés Gorbea y José Joaquín Mora- y Juan Martínez de Rozas –jurista, miembro de la Academia de Leyes chilena y profesor de filosofía de José Miguel Carrera y Manuel Rodríguez- se erigirán como los referentes ilustrados de la novísima generación emancipatoria.

Este grupo de intelectuales, en un primer momento amparados bajo el gobierno de O´higgins y posteriormente del liberal Francisco Antonio Pinto, incidirán decididamente en la formación de otros valores jóvenes tales como José Victorino Lastarria y Francisco Bilbao. Aunque ambos alcanzaron a participar en calidad de discípulos de las acaloradas discusiones que protagonizaron sus maestros junto con los líderes políticos de la época, muy pronto estas sesiones debieron ser relegadas a la clandestinidad debido al derrocamiento del régimen liberal por las fuerzas conservadoras “peluconas”, lideradas por Diego Portales (batalla de Lircay). Este hecho, que significó el retorno a un tipo de gobierno centralista, oligarca y autoritario con una poderosa inclinación católica, trajo consigo un modo de orden social que el historiador Alfredo Jocelyn Holt denominó como “el peso de la noche” . Producto de ello, muchos de estos pensadores fueron perseguidos por el gobierno o bien debieron huir al exilio –como Bilbao y su familia-, pues sus ideas exaltadas, influenciadas por la álgida situación política que se vivía en países como Francia y Argentina, representaban una amenaza para la “precaria” estabilidad de nuestra sociedad. Será en abierta discrepancia con este nuevo régimen, que posteriormente Bilbao y Lastarria entre otros, ejercerán una polémica actitud de resistencia que no sólo pondrá en duda la legitimidad política del orden portaliano, al cual acusaban de despótico y de prolongar el modelo real, sino que se preocuparán de pensar, definir y orientar los senderos que debía seguir la nueva institucionalidad.

Convencidos de que el destino y progreso de la nación dependía de la libertad y el desarrollo del hombre “puesto que el bien de este mundo consiste en su conservación, en el desarrollo de sus facultades, en la extensión e intensidad de su vida y en el uso de su libertad para procurarse tal bien” , es que ambos, valiéndose de los postulados de los ilustrados franceses, sistematizarán su crítica reclamando la abolición del vetusto orden colonial, comenzando por su emblemático sistema esclavista –el cual veían literal y denotativamente reencarnar en Portales-. De esta manera, mientras José Victorino Lastarria asumirá la misión de hacer de la “literatura chilena” –que recién comenzaba a gestarse- un instrumento efectivo de denuncia y crítica social capaz de despertar las conciencias y el nivel moral del pueblo , Francisco Bilbao se ocuparía de establecer los cimientos político-filosóficos sobre los que debía construirse la nueva sociedad libre.

II. Bilbao. Su formación ilustrada. La influencia rousseauniana.

Descendiente de vascos y españoles, Bilbao creció en el seno de una familia liberal e ilustrada- su padre fue uno de los tantos dirigentes liberales (o pipiolos, como se denominaba en Chile a este movimiento radicalista) que debieron partir al exilio luego de la victoria de las tropas peluconas. Esta situación provocó el despertar temprano de la inquietud político social del escritor, quien desde muy joven no sólo vivió personalmente la persecución, sino que además, tuvo acceso a la lectura de los ilustrados franceses como Rousseau, Montesquieu y Voltaire, cuyos textos por entonces se consideraban amenazantes para la estabilidad política y religiosa del país .

La influencia de Voltaire será fundamental en el pensamiento de Bilbao. Sus duras críticas contra la monarquía, y especialmente, la Iglesia, encontrarán fértil légamo en las exaltadas conciencias de los jóvenes santiaguinos de la época. Probablemente la lectura del Cándido debe haber sido lamparera para nuestro autor –y también para Lastarria , entre otros- quien, al igual que Voltaire, no niega la existencia de un Dios supremo, creador perfecto de todas las cosas, sino que, por el contrario, desconfía del poder ilimitado de las instituciones que se adjudican su representación terrena, es decir, la Corona y el clero. Bilbao, consciente de su condición de hijo de una época ya no ligada a lo colonial sino hija de la revolución, moderna, se siente con el deber moral de denunciar los abusos cometidos por estas instituciones “(así) como nosotros, saliendo de la eternidad, hemos caído en el tiempo llamado siglo XIX, juzgaremos según nuestra capacidad (al catolicismo y la monarquía). Desde esta altura es como vamos a hablar rápidamente” –la

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