Dignificando Al Maestro
estherhb28 de Septiembre de 2012
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DIGNIFICANDO AL MAESTRO
¿. Como es el maestro de hoy en día? , ¿Qué valores prevalecen aun en día?, mucho de esto son elementos, que a veces considera un docente, pero también los deja a un lado.
El maestro y el alumno son los personajes centrales de uno institución educativa. La figura del maestro se ha constituido en la sociedad de todos los tiempos como la persona que es el ejemplo a seguir, a escuchar, a valorar y a exigir.
Los valores del docente tienen influencia definitiva en la educación, en la formación del hombre y es piedra angular del progreso de muchos pueblos.
Los que permanecen siempre son los maestros, pues los alumnos y el personal de apoyo a la docencia son transitorios. La función de los maestros es muy importante en las comunidades humanas. Su presencia es clave en el proceso y el desarrollo de los pueblos.
Un buen docente no es aquel que es querido por todos, por ser aquel que se preocupa por sus alumnos, que es estricto, pero a la vez se preocupa de las cosas que les sucede a sus alumnos, también es donde se puede dar un buen ambiente de trabajo, dejando que sus estudiantes puedan comunicarse sin la necesidad de tener ninguna restricción o que se sientan con miedo. El maestro sabe de él, lo que quiere decir es saber cuáles son sus puntos fuertes, si tiene la vocación de ser un docente o simplemente está ahí para ganar dinero, pero no para enseñar de verdad. En sus manos esta, muchos veces, el destino de individuos, familias y pueblos. La vocación la demuestra en general con la capacidad, la inclinación y el gusto con que realiza su trabajo.
El maestro debe ser constructivista para que construya el conocimiento, no que solo lo tenga que darlo sin importancia, al contrario tratar de ser dinámicos. Esta es la expresión pedagógica de la unidad. La educación arranca de la sencillez de la vida sensible, la primera que vive el hombre y aspira a llegar a la sencillez en que culmina la vida espiritual. Los maestros más prestigiados son las personas más sencillas, más humildes, más humanas.
El problema de la vida intelectual y el dramatismo de la vida moral se resuelven cuando el hombre conquista de nuevo la sencillez, esto es, la sencillez del sabio, se podría decir que hasta la sencillez del santo. La vida moral y la vida intelectual son, en definitiva, elementos de una misma vida cuya perfección se encuentra en un solo acto en el que el entendimiento contempla la voluntad. El hombre puede reaccionar de dos maneras. Una con variedad cuando se deja llevar por la diversidad de los acontecimientos, la otra, con unidad que surge de la constancia de su ánimo para dominar los sucesos. La sencillez aquí se llama serenidad. La sencillez se muestra también con sinceridad y veracidad cuando va contra la hipocresía, cuando se considera al maestro con el pensamiento de pedir cualidades, se suele mirar muy alto, toda una lista de cualidades que se ha ido alargando tanto que no hay modo de agregar ninguna por mucha imaginación que se tenga.
Ya está por demás decirlo pero el maestro debe tener en algo grado todas estas cualidades y valores morales, ya que su vacación, su profesión y sus actividades así lo requieren. El conjunto de todas ellas forman su esencia, que lo constituyen como maestro y educador y lo distingue claramente, con excepción del sacerdocio, de todas las demás profesiones y actividades que puede desempeñar en este mundo.
Este es el verdadero maestro, aunque en realidad puede estar un poco lejos de serlo. Pero, como ya dijo conferencista Rosa Barocio, hay que aspirar a serlo, a conseguir ese ideal, ese modelo. Solo así podremos dignificar más y más esta profesión y colocarla en el lugar donde debe estar para que su influencia en la educación y en la formación del hombre sea para bienestar y progreso de la humanidad.
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