Don Quijote
Soleiby22 de Enero de 2015
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ALPHA Nº 22 Julio 2006 (27-41)
ARTICULO
DON QUIJOTE COMO NOVELA MODERNA Y
RESUMEN
Partiendo de los aportes de la crítica cervantina, se indagan las nuevas razones para considerar El Quijote como primera novela moderna, a partir de las ideas de Mijail Bajtín. La gran obra de Cervantes emergería no sólo como superación de la línea monológica sino como intersección entre la línea monológica y la línea dialógica de la literatura universal. Esto se manifestaría en la conjunción de géneros altos
con géneros bajos, primero, y segundo, en la interfertilización de los discursos sublimes y caballerescos de don Quijote con los discursos campesinos y populares de Sancho. Este verdadero dialogismo se basaría en la intertextualidad de la novela de Cervantes con el diálogo socrático y con la sátira menipea de la antigüedad.
Una gran obra de imaginación verbal recorre el mundo desde hace más de 400 años y convierte a Cervantes (1547-1616) en el más importante escritor en lengua española, a la altura del inglés Shakespeare, el italiano Dante y el griego Homero, entre otros.
Como muchos de nosotros, Cervantes creía en las palabras y en el tipo de verdad que podían representar narrativamente. La situación crítica de su cultura, de su civilización y de su momento histórico en España y Europa, contribuyeron —como contexto de producción— a la elaboración de una escritura diferente a todas las anteriores.
Los cuatro siglos subsiguientes han visto fructificar diferentes lecturas e interpretaciones de esta novela cervantina, a partir de la cual se diseminó el adjetivo “quijotesco”. Miguel de Cervantes ha llegado a convertirse en el autor profano más leído de toda la historia. Sólo le aventaja una obra escrita por decenas de autores entre el 900 AC y el siglo I DC: La Biblia.
Cervantes era un ávido lector y un gran crítico. A la vez, un asimilador de tradiciones genéricas y un renovador radical de la literatura europea de su época. Se instruyó tanto en la vida como en la literatura; usó a ambas como intertextos (modelos previos) para forjar un género que nació como un nuevo híbrido, situado en la intersección de muchos lenguajes. Sobre todo, condensó en su palabra la experiencia de toda su vida, en una obra de madurez: publicó Don Quijote a los 58 años de edad.
LA NOVELA MÁS FAMOSA DE LA HISTORIA
Quien escribe la novela posee una voz diferente a la del narrador, del (anti)héroe y de los restantes personajes. Don Quijote, el sujeto protagónico, está en contradicción con el mundo. Sancho, el principal personaje de apoyo y héroe secundario, también toma una distancia con respecto al mundo en que vive.
De esta circunstancia se genera una novela que es una conjunción de géneros discursivos y literarios antiguos, como la biografía (del héroe problemático) pero, sobre todo, es una novela de aventuras. Aquí pasan las acciones unas tras otras, se alternan y continúan las historias, se avanza en el espacio y en el tiempo y cambian los personajes, desarrollándose.
No hay manera de explicarse “las magias totales del Quijote”1 desde una sola perspectiva. De la novela emanan muchos discursos que diferentes lectores sintonizan de manera diversificada. Más que sucederse unos espacios tras otros en la secuencia de un viaje, se secuencian en torno a don Quijote tiempos diferentes que son mundos personales específicos.
Lo que prima en la novela es el tiempo de la aventura, la que siempre es una anécdota ingeniosa de desenvolvimientos inesperados, con contenidos altamente cómicos o absurdos, en una totalidad predominantemente contradictoria.
Lo que verdaderamente importa en Don Quijote es cómo se tocan las personas, cómo los sujetos interactúan y cómo la experiencia del encuentro tiene como momento central un intercambio verbal. Allí queda patente que no se trata de una sola verdad, sino que de muchas verdades, pues, para Cervantes, todos los verosímiles se legitiman. Y aunque Don Quijote es un discurso central acerca de la vida como aventura, después de él, la vida humana será entendida como proceso.
Recientemente se han sucedido conferencias, mesas redondas, coloquios y artículos, columnas de opinión, estudios, acerca de la gran obra de Cervantes. Tenemos re-ediciones y publicaciones que ayudan a entender a un hombre solitario que, como un gran mago moderno, prestidigita hábilmente, convirtiendo lo cómico en sublime, legitimando la lucha por los ideales e incorporando al pueblo en una dimensión seria y digna.
PLANTEAMIENTO
Hay múltiples maneras de acceder al Quijote, novela de reconocida complejidad que puede ser vista como un conglomerado de saberes o códigos epocales como el Renacimiento, el Manierismo o el Barroco; como una tremenda manifestación de la voluntad y libertad humanas; como la emergencia en lo literario de la duda metódica cartesiana o como la primera obra realista que tensiona la relación entre engaño y desengaño.
De la tradición crítica emerge un conjunto de afirmaciones acerca de las “magias parciales del Quijote”, al decir de Borges, (1974:667-669) relacionadas con la multiplicidad de planos, la ambigüedad de los hechos, la polisemia de los dichos, la indeterminación de lo real —vía literatura— que invade el texto, amén de los ecos y resonancias del narrador y la narración en el propio mundo presentado.
Una primera aproximación exegética no puede sino reconocer el carácter de acertijo de la obra en cuestión, sus enigmas iniciales, sus formas específicas de ambigüar el propio discurso, la escisión entre la narración y lo narrado, el cuestionamiento constante al propio acto de narrar, negando lo que se expone, afirmando lo que no se dice.
La propuesta central del presente artículo, tal como se presenta compactadamente en el título, es el reconocimiento de que el acto artístico revolucionario de Cervantes consistió en integrar un conjunto de géneros altos, sublimes, cultos, canónicos, con otro conjunto de géneros bajos, populares, orales y marginales.2
Los géneros altos que influyeron intertextualmente —como modelo, parodia o crítica— son la épica o epopeya, la poesía lírica, la tradición retórica, la poética aristotélica, el teatro renacentista y las diferentes corrientes novelescas. Solamente dentro de uno de estos géneros altos, como es la novela, se pueden distinguir los siguientes subgéneros, presentes en la obra de Cervantes: pastoril, sentimental, caballerías, picaresca, bizantino-barroca. Conviene ocuparse de ellos primero, examinándolos más de cerca.
LAS FUENTES NOVELESCAS DE DON QUIJOTE
Cinco fuentes novelescas premodernas nutren Don Quijote y ninguna de ellas es una fuente decisiva (dejamos de lado la novela corta o novella y la denominada novela morisca):
1. Las novelas de caballerías, desde el Amadís de Gaula, de Montalvo, hasta el Tirante el Blanco, de Martorell. Las caballerías están presentes tanto en la motivación de don Quijote como en la estructura formal de las salidas. Estas novelas son comentadas críticamente en el escrutinio de la librería, discutidas por el cura y el canónigo y son elemento estructurante de la primera salida, cuando don Quijote requiere ser nombrado caballero.
2. Las novelas sentimentales, centradas en el tema amoroso, tales como la Cárcel de amor, de Diego de San Pedro. Tanto don Quijote como Sancho tienen, cada uno, su propia historia de amor. Varias historias insertas son también historias de amor. La fórmula suele ser: A ama a B pero B ama a C; C ama a D pero D ama a A. Hay historias de amor de don Quijote con Dulcinea (Aldonza Lorenzo) y de Sancho Panza con Teresa; en la historia de Marcela y Crisóstomo; en la de Luscinda y Cardenio; en la de Dorotea y Fernando; en la historia del cautivo; en Anselmo, Lotario y Camila, etc.
3. Las novelas pastoriles, tales como los cinco libros de La Diana, de Jorge de Montemayor. En Don Quijote, los episodios de los pastores traen lo pastoril y lo idílico del campo, a veces como una crítica a la emergente ciudad renacentista, otras como un espacio idealizado profundamente estilizado.
4. Las novelas bizantino-barrocas, también llamadas por algunos novelas helénicas, o romances, por la crítica inglesa, como Los trabajos de Persiles y Segismunda (1616) del mismo Cervantes. Son novelas de aventuras donde se interponen obstáculos que logran separar a los personajes quienes luchan por re-encontrarse. Entre el enamoramiento inicial y el re-encuentro luego de muchas peripecias se extiende el mundo de las acciones presentadas.
5. La novela picaresca, desde el anónimo Lazarillo de Tormes (1554), en adelante, pasando por el Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán (1599) y La vida del buscón don Pablos, de Francisco de Quevedo (1626). Aquí, también, los pícaros (marginales, lumpen, delincuentes, pillos) hacen ingresar la picaresca como género a la novela de Cervantes. Cabe hacer notar que la picaresca es, más bien, parte de los géneros bajos que de los altos. Aquí habría que incluir la historia de los galeotes y su liberación, junto a la reaparición de Ginés de Pasamonte, el manteo de Sancho, la aventura de Rocinante y las yeguas, la aventura de los batanes, la presencia de Maritornes, etc.
Esta profusa conjunción de géneros deja, sin embargo, un espacio sémico y discursivo, fronterizo, apropiado para la realización de la novela moderna —con el impulso
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