EL PROBLEMA DEL HOMBRE
Henry Antonio ReyesEnsayo16 de Noviembre de 2015
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EL PROBLEMA DEL HOMBRE
¿Qué es el hombre? Esta es una pregunta como muchas otras que se nos impone, tanto en la vida cotidiana como en la investigación científica , el hombre se pregunta por su propia esencia. Una primera respuesta el hombre es el que interroga; es el mismo que puede y de e preguntar. Sólo el hombre es capa de preguntar , cosa que no pueden hacer ni la piedra ni la planta ni tampoco el animal. El animal queda por debajo de la posibilidad y necesidad de preguntar, es el distintivo peculiar de su forma de ser.
Todos los demás seres tienen una existencia o presencia inconsciente y por ende ajena a cualquier problematicidad. Cada pregunta tiene sin embargo, unas condiciones de posibilidad. De otro modo la pregunta queda superada por el conocimiento y deja de ser posible. Y pese a todo solo puedo preguntar cuando ya conozco aquello sobre lo que interrogo; de lo contrario la pregunta no tendría objeto ni sentido, sería una pregunta imposible de momento. Supone un cierto pre-conocimiento de lo que se pregunta, pre-conocimiento todavía vacío e indeterminado. Es un saber por el que “sé que no sé” como decía Sócrates
Es un conocer los límites del conocimiento, un sabio no saber, la docta ignorantía. El hombre pegunta por su propio ser. Lo cual solo es posible porque siempre tiene un conocimiento de si mismo y porque el hombre se caracteriza por la conciencia y la comprensión de sí propio, gracias a ello se eleva por encima de la vinculación ciega a la naturaleza propia de los seres inhumanos.
Se sabe como un ser que se posee espiritualmente que se comprende a sí mismo. Pero está ligado y trabado en la oscuridad de la realidad y acontecimientos naturales que se impiden a si mismo ; esta dualidad condiciona el ser del hombre.
El hombre sabe ya acerca de sí mismo de un modo originario e inmediato pero que todavía no ha logrado una experiencia reflexiva, tiene que sacarlo a la luz y expresarlo de forma explícita. Aquella autocomprensión originaria que siempre posibilita aquí, ahora acompaña, determina y penetra todos nuestros conocimientos, lenguaje y actuaciones de carácter explícito y por lo general objetivo debe exponerse, iluminarse y explicarse temáticamente mediante una reflexión de lo que nosotros mismos somos y de lo que experimentamos y entendemos continuamente.
El ser hombre muestra constantemente nuevas profundidades y misterios que provocan a su vez nuevas preguntas. De ahí que las preguntas de la humanidad jamás queden reducidas al silencio.
De ahí que se plantee la cuestión de qué es realmente o qué debe ser una antropología filosófica; cuales deben ser su impostación y desarrollo metodológicos. Es el problema del método que aquí solo puede recibir una respuesta a base de indicaciones primeras y esquemáticas. En la actualidad las ciencias particulares de carácter empírico al servicio de la investigación antropológica tales como la biología y la filosofía, el análisis del desarrollo y de la conducta, la psicología y sociología empíricas, la etnología, la ciencia de la cultura y de la religión. Ciertamente que pueden aportar aspectos parciales muy interesantes del hombre, hay que integrarlas en la totalidad para que puedan resultar fecundadas de cara a la comprensión general del hombre.
¿consiste esa tarea en integrar los resultados de la investigación científica para construir la síntesis de una imagen del hombre? La tarea filosófica es desarrollar sistemáticamente esa supuesta totalidad. Una simple colección de resultados científicos particulares que no alcance la unidad y totalidad precedente, que se supone como condición, no es todavía una antropología filosófica ; es llevarlo a cabo es algo que supera en principio el campo de las posibilidades de una ciencia particular.
Se circunscribe a un determinado aspecto y desarrolla los métodos congruentes; pero prescinde de otros aspectos y conexiones que no pertenecen al campo de su objeto y que escapan a los métodos que le son propios. La ciencia particular es esencialmente abstracta; jamás alcanza el todo concreto. Aunque son muchas las ciencias particulares que se ocupan del hombre, cada una de ellas se orienta hacia un aspecto bien delimitado de la realidad humana.
Toda ciencia empírica se ordena a un determinado objeto o campo de objetos que ha de tomarse objetivamente. Su trabajo versa sobre cuanto se puede hallar e investigar como objeto. Si un conocimiento empírico-científico pretende tener algún relieve antropológico ha de partir de una pre-comprensión de lo que significa el ser hombre. Cuando un biólogo, por ejemplo obtiene un conocimiento que es también importante para el proceso vital humano, ese su conocimiento no le dice sin más lo que es el hombre. Tiene que saberlo con anterioridad para conocer el alcance antropológico de sus puntos de vista.
Un objeto de conocimiento empírico-científico particular no tiene importancia antropológica porque exprese lo que es el hombre; ocurre más bien que los conocimientos empíricos alcanzan un significado antropológico por el hecho de que nosotros sabemos de antemano, experimentándonos y comprendiéndonos a nosotros mismos como hombres lo que significa ser hombre.
El problema acerca de la esencia del hombre no es equivalente al problema de su desarrollo ni se resuelve con datos o teorías sobre el proceso evolucionista. La diferencia entre hombre y animal por consiguiente, querer definir el ser del hombre separándolo de la vida y conducta animales, aportando para ello materiales tomados de la biología, psicología animal y del análisis comparativo de los respectivos comportamientos. Los esfuerzos llevados a cabo para aplicar la conducta y los logros culturales de los pueblos primitivos a la explicación del ser humano, sin caer en la cuenta de que nosotros solo podemos entender y explicar las manifestaciones y modos de conducta del hombre primitivo desde nosotros mismos, dentro del horizonte de nuestra autocomprensión.
La pregunta acerca de la esencia del hombre exige la aceptación de la hipótesis de que se ha de afrontar y exponer temáticamente el conocimiento y comprensión originarios que el hombre tiene de sí mismo. El hecho de que esa experiencia desarrolle constantemente en nuevos contenidos es causa de que también la autocomprensión se prolongue, amplíe y ahonde se complete y se justifique. Esto ocurre con las nuevas experiencias y decisiones particulares que entran sin embargo en la totalidad de la autocomprensión.
Existe una dialéctica entre cualquier fenómeno particular temático y su preexistente fundamento atemático desde cuya totalidad nosotros entendemos y explicitamos lo particular. Como acceso metodológico se presnta la posibilidad de arrancar de un fenómeno privilegiado que se caracteriza por el hecho de que en el se abren unas concepciones fundamentales de la existencia humana. También cabe escoger como punto de arranque la relación yo-tú según prefiere M. BUBER, o la comunicación y participación interpersonal con G. MARCEL.
Un fenómeno en particular solo puede considerarse privilegiado y constituir al arranque decisivo, justamente porque se piensa que en tal fenómeno puede mostrarse la totalidad del ser humano. Por consiguiente, en él late ya una decisión preliminar, que a su vez se fundamenta en una precomprensión de la misma totalidad; se convierte asi en norma valorativa y en criterio de selección.
Ser hombre significa una pluralidad esencial de dimensiones, en las que no sólo experimentamos el mundo, sino que nos experimentamos a nosotros mismos. El hombre es una totalidad concreta que fundamenta la pluralidad en una unidad estructural que contribuye a su comprensión pero el problema no se resuelve por completo con esta exposición. Un círculo hermenéutico, pero en la forma concreta de un círculo antropológico, significa que jamás se da un punto de partida absoluto y libre de condicionamientos desde el que pudiera desarrollarse una antropología filosófica. Es siempre el hombre concreto, determinado en cada caso el hombre que se experimenta y entiende en su mundo el que pregunta por el ser del hombre. La precomprensión concreta que de ahí surge tampoco debe desaparecer, aunque ello fuera posible. Es la condición indispensable para que podamos preguntarnos por el hombre. Esa precomprensión nos abre el camino para entender aquello que andamos buscando, pero en cuanto precompensión debe permanecer abierta a una intelección más profunda y completa.
La reflexión transcendental requiere un apoyo fenomenológico, al igual que éste se remonta transcendentalmente por encima de sí mismo. Es interrogante transcendental en busca del fundamento preexistente presupone el objeto de la pregunta, que se muestra como condicionado y reclama la pregunta acerca de su condicionamiento. La reflexión transcendental significa analizar el fenómeno.
Solo por este camino será posible averiguar la constitución ontológica de la esencia del hombre. Por no venir nunca dada de un modo inmediato en sí misma, sino que preyace a la autorrealización consciente como un fundamento originario, sólo puede lograrse en cuanto que se remite transcendentalmente la autorrealización a las condiciones de su posibilidad y se ilumina asi de su esencia. El ser ontológico del hombre solo resulta alcanzable y demostrable como un fundamento transcendental de su esencia.
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