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El Espejo Del Progreso.


Enviado por   •  29 de Abril de 2013  •  2.182 Palabras (9 Páginas)  •  664 Visitas

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El espejo del progreso.

Los grandes descubrimientos geográficos obligaron a confrontar la realidad de lo observado con lo que se decía en los viejos libros, ello produjo desconfianza hacia el saber tradicional en su conjunto.

Galileo diría: <<La filosofía está escrita en este grandísimo libro que está abierto continuamente a nuestros ojos: quiero decir, el universo>> y Descartes propuso que se aprendiera en <<el gran libro del mundo>>.

Los europeos se apasionaron con las noticias sobre la geografía, lo que queda reflejado en los libros ilustrados, las colecciones y las Wunderkammer. Cambió antes que nada la imagen misma del planeta en los nuevos mapas y, finalmente el del hombre y sus culturas.

Este nuevo saber sobre el hombre se reunió en esquemas ordenados. Primero estáticos, como meras clasificaciones de la diversidad. <<La potencia de bien juzgar y de distinguir lo verdadero de lo falso, que es lo que propiamente se llama buen sentido o razón, es, por naturaleza, igual en todos los hombres>>, diría Descartes.

Montesquieu aportaría una explicación de esta diversidad: <<las leyes guardan una relación con la forma en que los diversos pueblos se procuran la subsistencia>>.

Comparando las costumbres de los diferentes pueblos descubiertos con las de otros del pasado europeo, se los podía clasificar de acuerdo con su respectivo grado de evolución en la escala de la civilización.

Partiendo de este enfoque histórico, un grupo de filósofos, historiadores y economistas escoceses dieron una nueva dimensión a la afirmación de Montesquieu: las leyes y costumbres dependían de la forma de procurarse la subsistencia (la influencia del clima y de las condiciones naturales) sino histórica. Cada etapa del desarrollo humano correspondía a un <<modo de subsistencia>>.

David Hume fue quien primero trazó las grandes líneas de este esquema que hacía pasar a los hombres de la caza y la pesca a la agricultura, y de ahí al predominio del comercio. A cada una de estas etapas les correspondían unas formas de organización social y un equipamiento cultural. Esta visión, que sería más adelante completada por Adam Smith en la forma de la teoría de los <<cuatro estadios>> de la historia humana -caza, pastoreo, agricultura y comercio-, permitía ubicar un esquema evolutivo: los salvajes cazadores y recolectores del África negra o de la América del Norte, correspondían a la primera etapa. Los pueblos nómadas del Asia Central a la segunda y sólo la Europa occidental habían alcanzado el pleno desarrollo del cuarto estadio.

Se suele decir que los hombres de la escuela escocesa han <<inventado el progreso>>. Sería más exacto decir que han <<inventado el atraso>> de los demás para definir, mirándose en este espejo, su progreso.

El modelo ordenado de desarrollo, habían de recorrer sucesivamente todos los pueblos.

Permitía reducir el conjunto de la historia a un solo esquema universalmente válido, en el punto culminante de la civilización y daba un carácter <<científico>> tanto a las pretensiones de superioridad de los europeos como a sus interferencias en la vida y la historia de los demás.

Los primitivos pasaban a ser <<pueblos niños>> que debían ser educados. El conocimiento de la historia universal capacitaba a los colonizadores para controlar la evolución de los países atrasados. La invención de una historia feudal para Oriente. El hecho de que ellos hubiesen superado ya el feudalismo les permitía enseñar a los indios como hacer otro tanto.

En el siglo XIX este esquema se reforzó con hallazgos paralelos en otros terrenos de la ciencia y acabo integrando un paradigma universalmente aceptado. Su fundamento estaba el determinismo cósmico de Laplace, era posible alcanzar un conocimiento <<exacto<<< del universo y <<predecir>> el comportamiento de cada uno de sus componentes, desde las partículas hasta los astros. Esta certeza se traspuso más adelante al terreno humano.

Du Bois-Reymond afirmaría en 1872 que quien pudiese conocer por unos momentos la posición dirección y velocidad de todos los átomos del universo, podría predecir los acontecimientos futuros de la historia de los hombres.

En este mismo año, Auguste Blanqui publicaba en Paris especulaciones <<científicas>> con el título de La eternidad por los astros. Sostenía como la naturaleza hacia un número infinito de combinaciones y era forzoso que repitiese una y otra vez las mismas combinaciones lo que deducía que todo lo que ocurría en un momento dado, había sucedido ya muchas veces y volvería a repetirse de idéntica manera durante toda la eternidad.

Dirá Walter Benjamin, <<una sumisión sin reservas y, al propio tiempo, la requisitoria más terrible que pueda pronunciarse acerca de una sociedad que proyecta en el cielo esta imagen cósmica de sí misma>>.

Más importante fue aún la influencia de la visión evolucionista a partir de Darwin, Huxley, Wallace y, sobre todo de Spencer (quien, viendo en la lucha por la supervivencia un mecanismo esencial del progreso, legitimaba con ello los aspectos más depredadores del capitalismo). El evolucionismo recogió el esquema ordenado de los seres vivos. La historia había proporcionado a los científicos la clavae para poner en movimiento los <<sistemas de la naturaleza>> de sus antecesores. En contrapartida <<las ciencias>> venían ahora a confirmar estas intuiciones de los filósofos sociales y los historiadores. Para Radcliffe-Brown, la antropología social era una <<rama de las ciencias naturales>>. Que ese paradigma global era una visión lineal de la historia animada por una concepción del progreso, no significa que fuese una mera legitimación de unos intereses de clase en el seno de las sociedades capitalistas y de la dominación colonial de los europeos sobre otros pueblos, en la escena planetaria. El evolucionismo social se ha definido como <<una especie de genealogía cósmica de la civilización burguesa>>. En 1869, Alfred Russel Wallace concluía el relato de ocho años de viajes y estudios por el archipiélago malayo con una comparación entre la solidaridad y la justica había conocido en los pueblos, <<en lo relativo a la auténtica ciencia social, estamos todavía en una fase de barbarie>>.

Para usar críticamente esta teoría bastaba con negarse a aceptar el presente como <<el fin de la historia>>. Esa fue la visión inicial de Marx. Educando en el culto a la cultura griega, comenzó a elaborar su interpretación de la sociedad y de la historia como una crítica

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