El Historicismo
ga27jub2 de Mayo de 2013
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María G. López Filardo
Desde la perspectiva de la Aufklarung y de la Ilustración, la segunda mitad del siglo XVIII constituyó una etapa importante en la evolución de la investigación histórica alemana. Son principalmente dos los aspectos que caracterizan este período: el comienzo de una profesionalización del oficio de historiador (especialmente en las Universidades, como la de Gotinga) y el esfuerzo por constituir la historia en una disciplina científica autónoma
Durante el primer tercio del siglo XIX, bajo la influencia del romanticismo (en particular con Herder) y del idealismo filosófico (con Fichte, Schelling y en menor medida con Hegel), historiadores alemanes como W. von Humboldt, B. G. Niebuhr y L. von Ranke, fueron sentando las bases de un nuevo paradigma del conocimiento histórico, que daría origen al movimiento filosófico conocido como historicismo. (Según una sintética definición de Croce, "historicismo, en el uso científico de la palabra, es la afirmación de que la vida y la realidad son Historia y nada más que Historia". Benedetto Croce. La historia como hazaña de la libertad. 1942, p.71)
ESPIRITU Y NATURALEZA
La formulación de este paradigma partía del establecimiento de un contraste esencial entre, por un lado, las ciencias de la naturaleza, consagradas a la observación de fenómenos que se reproducen según leyes rigurosas e inmutables; y por otro las ciencias del hombre, o ciencias del espíritu, cuya realidad primaria es el cambio y cuyo objeto de estudio es una infinidad de acciones concientes y cargadas de sentido, únicas e irreductibles las unas a las otras. Es así como la historia se constituyó en la clave para la comprensión de la realidad humana, teniendo por objeto el estudio de individualidades específicas, que era preciso aprehender y para lo cual las nociones generales, los conceptos abstractos y los métodos cuantitativos y estadísticos no resultaban apropiados o suficientes. El conocimiento histórico habría de fundarse, pues, en la comprensión (Verstehen), consistente en una reconstrucción - lo más escrupulosa posible - de las intenciones y los motivos de los actores de la historia, mediante la utilización de los métodos de crítica creados por la filología clásica, procurando captar su originalidad por medio de la intuición (Anschauung) y la simpatía (Ahnnung).
En este contexto, el siglo XIX sería llamado en Alemania "el siglo de la historia" y estaría representado por los grandes historiadores de la política, la economía, el arte, la religión, la filosofía, la filología y el derecho. "En Alemania, /.../ la lengua y la civilización eran los únicos lazos comunes. En armonía con ellas, la filología había tomado gran desarrollo, junto con la filosofía. Era propio extender a la historia en general las nuevas apreciaciones sobre el desarrollo independiente de las lenguas. /.../ Muchos historiadores alemanes se entregaron entonces con provecho a los estudios filológicos. Construyeron la historia del derecho, por analogía con la historia de las lenguas. Creyeron que la historia de las instituciones y de la civilización de los diferentes pueblos era susceptible de una distinción tan marcada como la historia de las lenguas." (Eduard Fueter. Historia de la historiografía moderna. 1953, Tomo II, p. 96)
Este interés por la historia, que se advierte sin duda bajo el influjo del romanticismo, de su voluntad de revivir el pasado dentro de la propia situación histórica, irá conformando una concepción del conocimiento histórico que se identificará con cierta práctica del oficio de historiador. Como ciencia objetiva, la historia permitirá descubrir cómo se desarrolló realmente el pasado, explorando sistemáticamente y comprobando -con la ayuda del método de análisis crítico de los textos- las fuentes primarias escritas. También, y a pesar de lo abstracto de su filosofía de la historia, una figura como Hegel mostrará que la historia no es tan solo un conjunto de hechos aislados, sino una totalidad en desarrollo dialéctico.
En base a todas estas consideraciones resulta comprensible la génesis y evolución del historicismo, que si bien no se observará exclusivamente en Alemania ("La modalidad historiográfica que irrumpe con una fuerza sin igual en los países que, a comienzos del siglo XIX, van a la cabeza de la cultura europea, no es un fenómeno que pueda adscribirse a ninguno de ellos con exclusividad, ni explicarlo mediante las consabidas transmisiones literarias e influencias. Hay historicismo en Francia, en Alemania, en Inglaterra, en Italia". Eugenio Imáz. El pensamiento de Dilthey. 1978, p. 17), podría decirse que encontró en la escuela histórica alemana su forma más acabada y su mayor coherencia, lo que explica, a la vez, su extensión y la duración de su influencia.
EL MOVIMIENTO HISTORICISTA
El historicismo alemán surge en las dos últimas décadas del siglo pasado y se desarrolla en el período que transcurre hasta el comienzo de la segunda guerra mundial. La primera manifestación del movimiento historicista alemán - según Pietro Rossi – se da en 1833 con la Introducción a las Ciencias del Espíritu de Dilthey (Einleitung in die Geisteswissenschaften) y su última gran expresión (un reexamen retrospectivo de los orígenes del historicismo y testimonio de su crisis final), será la aparición, en 1936, de El historicismo y su génesis (Die Entstehung des Historismus) de Meinecke. Según Meinecke el término historicismo, que fue"...empleado por primera vez en su sentido justo en el libro de K. Werner sobre Vico, 1879, al hablar de historicismo filosófico de Vico." (Friedrich Meinecke. El historicismo y su génesis; México, F.C.E.,1943,p. 11; en Eugenio Imáz, Op.cit., p.13), alude a la sustitución de una consideración generalizada de las fuerzas humanas históricas, por una consideración individualizadora. Esto no significa - agrega - que el historicismo excluya la búsqueda de regularidad y tipos universales de la vida humana, sino que necesita emplearlos y fundirlos en su sentido de lo individual.
Entre los representantes más notables de este movimiento filosófico en Alemania merecen que se citen, además de Max Weber, a Wilhelm Dilthey, Georg Simmel, Oswald Spengler, Ernst Troeltsch y Friedrich Meinecke. También pueden añadirse los nombres de Wilhelm Windelband y Henrich Rickert, quienes se vinculan a lafilosofía de los valores en el seno del neocriticismo y cuya obra influirá sobre los estudiosos de las ciencias humanas y sociales, como es el caso de Simmel y Weber. Ambos, al igual que Dilthey, compartirán el intento kantiano de fundar en la conciencia el conocimiento histórico, aunque diferirán profundamente en su concepción acerca de la naturaleza de tal conocimiento. Aun reconociendo que los métodos de las ciencias naturales no eran aplicables, sin más, a las ciencias sociales o culturales, los neokantianos se propusieron encontrar para estos estudios, categorías igualmente racionales y reformular el concepto de causación, de modo que resultara aplicable a las ciencias humanas. Pensaban que el contenido irracional de estas ciencias podía abordarse con métodos racionales, y estaban convencidos de la posibilidad de un conocimiento objetivo también en este ámbito.
Mientras que el primer tercio del siglo XIX estuvo marcado por el esfuerzo de los historiadores alemanes por plantear la historia como ciencia y definir el nuevo paradigma del historicismo, en la segunda mitad del siglo la proyección de la escuela histórica alcanzó su apogeo, como puede apreciarse particularmente, en la manera que una serie de disciplinas afines otorgaron preferencia a la aproximación histórica. Así se explica, por ejemplo, el esplendor de la Kulturgeschichte (que va de la historia del arte a la sociología de la cultura), representada fundamentalmente por W.H. Riehi y J. Burckhardt.
Sin embargo, paralelamente a esta evolución -y con frecuencia en estrecha relación con ella-, los últimos años del siglo XIX verán multiplicarse los signos de una crisis del historicismo optimista, que había conquistado a las generaciones precedentes y cuyo registro reflexivo era la filosofía crítica de la historia. Partiendo de la constatación de que la mayoría de los historiadores de su tiempo habían abandonado los fundamentos filosóficos (idealismo) o religiosos (luteranismo) que daban coherencia a la visión de la historia de un Ranke o de un Humboldt, algunos filósofos, como Wilhelm Dilthey (1833-1911), Heinrich Rickert (1863-1936) o Ernest Troeltsch (1865-1923), pusieron de manifiesto las aporías teóricas del historicismo (crítica de la concepción según la cual el historiador podía leer directamente la verdad objetiva del pasado, observación de los componentes irracionales de la naturaleza humana, crítica del axioma según el cual existiría una unidad de la historia humana). A pesar de su fidelidad a la tradición hermenéutica y su búsqueda de apoyo en Kant, no llegaron a elaborar verdaderamente una teoría del conocimiento histórico sustentado en bases renovadas y científicamente sólidas. "Sin embargo, la lección del historicismo no se ha perdido; por el contrario, ha ofrecido una serie de categorías interpretativas de importancia decisiva que han permitido determinar las dimensiones históricas del mundo humano, mientras que sus perspectivas metodológicas han abierto el camino al análisis de las ciencias histórico-sociales y de sus procedimientos." (Francesco Borghesi Sgoluppi. El historicismo, de Dilthey a Meinecke. 1995, p. 9)
DILTHEY Y LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA
Wilhelm Dilthey nació en 1833 (un año después de la muerte de Hegel) en Biebrich, una pequeña ciudad renana. Perteneció a
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