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El Hombre Contemporáneo En búsqueda De Una Identidad


Enviado por   •  31 de Agosto de 2014  •  1.772 Palabras (8 Páginas)  •  1.007 Visitas

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El siglo XXI, un mundo lleno de sorpresas y desencantos que someten al hombre diariamente ante el dilema de cuál es su rol dentro de la sociedad. Esto quiere decir que lo reprimen a tal punto que éste se ve en la obligación de seguir una verdad absoluta impuesta desde los discursos disciplinarios para poder descubrir así, su papel en el mundo como nos lo describe Michel Foucault en su obra, Historia de la locura. Este historiador y filósofo interesado por la arqueología del saber, la microfísica del poder y la genealogía del sujeto moderno, será de mucha utilidad a la hora de hablar sobre lo que corresponde a la búsqueda de la tan anhelada identidad. Foucault realiza un análisis a partir de la relación saber-poder en la constitución de subjetividades modernas con una postura crítica. En su exposición, como primer paso, recurre a su profesión de historiador, y busca los errores que se dieron en la historia en medio de dicha construcción de identidad. Como segundo paso, da a conocer una nueva propuesta que intenta acercarse, conocer e interpretar los acontecimientos históricos, así como reconocer las bases de una crítica a la racionalidad, a la posibilidad de un conocimiento absoluto.

En la actualidad, nos encontramos ante un dilema que nos hace vulnerables: saber cómo analizar el desarrollo de la identidad. Esta aporía nace con la misma afirmación citada por Friedrich Nietzsche “Dios está muerto” (Nietzsche. 1), cuyo significado trasciende a una simple afirmación del ateísmo, y que por lo contrario, admite su existencia a la vez que afirma desde su propia vivencia que el ser humano ha perdido la necesidad de la fe. Lo anterior, nos lleva a pensar que ha surgido un problema que es el conservar cualquier sistema de valores en ausencia de un orden divino, es decir, que el hombre pierde su dirección, su rumbo e identidad. A partir de esta pérdida, se puede concluir que esto solo traerá una oscuridad para el hombre dejándolo así solitario y perdido dentro del mundo.

El propósito de esta ponencia es dejar en evidencia que además de la anterior lectura sobre la falta de identidad del individuo, tras la ruptura con la idea de verdad absoluta (metarelato de la modernidad), existen otras formas de interpretar la fragmentación del hombre contemporáneo. Para analizar dichas formas, es necesario examinar el siguiente dicho: "el que no conoce su historia, está condenado a repetir los errores del pasado" puesto a que sólo conociendo los procesos por los cuales se creó la identidad del hombre (como la subjetividad), podremos entender cuáles fueron los errores cometidos y así solucionarlos. Este entendimiento tendrá como objeto el proponer y crear una nueva identidad mejorada que haya superado la crisis basada en la imposición de la verdad absoluta, y que por lo mismo, ya no cuente con ella. Así, el hombre puede desarrollar libremente las características que componen su ser. Para soportar las ideas de la crisis que se vive, es pertinente citar a Marshall Berman, filosofo marxista, donde reflexiona sobre la modernidad y predice las consecuencias que ésta traerá:

Ser modernos es encontrarnos en un entorno que nos propone aventuras, poder, alegría, crecimiento, transformación de nosotros y del mundo y que, al mismo tiempo, amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos y todo lo que somos (Berman. 1998).

Según el magnífico libro que interpreta la modernidad titulado Subjetividad y Verdad, Foucault hace una interpretación de la verdad absoluta donde afirma que ésta es “tan solo un artificio” (Foucault. 1999) y aclara que la definición última de las cosas proviene del azar, de los accidentales acontecimientos que emergen de las relaciones de poder. Por esta razón, la historia no puede explicarse según una verdad absoluta; la historia no posee un sentido único ni exclusivo, es fragmentada y discontinua. Además de esto, es fundamental agregar que las definiciones de las cosas como la locura, la sexualidad, la criminalidad y la enfermedad, siempre variarán según la época en que acontecen, pues el contexto no permanece idéntico a través del paso del tiempo.

La anterior afirmación, surge a partir de que el poder no se encuentra localizado, sino que es una red que invade todas las relaciones sociales de manera estratégica y compleja. Acorde a lo anterior, podemos inferir que el poder, al igual que la verdad, no es un absoluto. Incluso, retomando lo anterior, Foucault niega la verdad absoluta al citar: “Nada hay previo al saber, es lo que un grupo de gente comparte y decide que es verdad” (Foucault. 1999).

Para explicar aquella definición de poder, podemos usar las profesiones como ejemplo, en donde un doctor tiene un “poder” sobre el paciente por el hecho de poseer un conocimiento sobre un tema en específico, (en este caso la medicina) e impartirlo a aquel que requiere la aplicación de dicho entendimiento. Sin embargo, el doctor solo puede tener un “control” o “poder” sobre aquel que no lo posee y que lo necesita, más no sobre otro hombre que practique otra arte como un psicólogo o un arquitecto. Este ejemplo nos es útil ya que es algo cotidiano, y por ende algo real, que nos indica cómo nunca habrá un “por encima y por debajo”, por el contrario, siempre tendremos un conocimiento alterno que nos da poder. A pesar de la estructura jerárquica de poderes atomizados, es posible que a partir de cada institución que imparte conocimiento, (Hospitales, prisiones, psiquiátricos,

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