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El Problema Moral


Enviado por   •  25 de Octubre de 2014  •  4.366 Palabras (18 Páginas)  •  215 Visitas

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UNIDAD 2: EL PROBLEMA MORAL

I. LOS ÁMBITOS DE LA MORAL

INTRODUCCIÓN:

DIFERENCIA ENTRE ÉTICA Y MORAL

- Etimológicamente "ética" y "moral" tienen el mismo significado. "Moral" viene del latín "mos" que significa hábito o costumbre; y "ética" del griego "ethos" que significa lo mismo.

- Sin embargo en la actualidad han pasado a significar cosas distintas y hacen referencia a ámbitos o niveles diferentes: La moral tiene que ver con el nivel práctico o de la acción La ética con el nivel teórico o de la reflexión

- Moral es el conjunto de principios, criterios, normas y valores que dirigen nuestro comportamiento. La moral nos hace actuar de una determinada manera y nos permite saber qué debemos hacer en una situación concreta. Es como una especie de brújula que nos orienta, nos dice cuál es el camino a seguir, dirige nuestras acciones en una determinada dirección. La brújula nos indica el camino. En la vida hay que intentar no perder el norte.

- Ética es la reflexión teórica sobre la moral. La ética es la encargada de discutir y fundamentar reflexivamente ese conjunto de principios o normas que constituyen nuestra moral.

- Como conclusión: moral y ética se plantean cuestiones distintas. La moral tiene que ver con el nivel práctico de la acción y trata de responder a la pregunta ¿qué debo hacer?; la ética con el nivel teórico de la reflexión y trata de responder a preguntas del tipo ¿qué es la moral? ¿Cómo se fundamenta? ¿Cómo se aplica la reflexión a la vida cotidiana?

- Empecemos a hacer ética respondiendo a la primera pregunta: ¿qué es la moral? Para ello definiremos: acciones morales, normas morales, valores morales y dilema moral

Las acciones morales y sus características

Los seres humanos realizamos muchas acciones de muy distintos tipos. Algunas son inconscientes como la digestión, otras son mecánicas como andar o vestirse, otras necesarias como respirar o comer. Algunas acciones no son necesarias, sino libres y también conscientes, pero tienen muy poca repercusión práctica como ir al cine o bailar. Otras en cambio si tienen repercusiones, pero son producto de mi relación con las cosas, no con las personas. Estas acciones están sometidas a normas técnicas. Son acciones técnicas. Hacer mi trabajo, pintar una casa o arreglar los frenos de una moto requieren el conocimiento y aplicación de unas normas que determinan mi relación con las cosas no con las personas. Ninguna de estas acciones son acciones morales. Todas carecen de alguna característica que hace que una acción sea moral.

Una acción es moral cuando posee cuatro características, que son las siguientes:

- Ha de ser voluntaria, es decir libre y consciente (libertad y consciencia). Una acción no es moral si no existe libertad, si no existe la posibilidad de elegir entre varias opciones.

- Ha de tener consecuencias para los demás, exige la relación con otros seres humanos.

- Ha de estar sometida a normas morales (no técnicas). Tendremos que precisar qué es una norma moral para saber con exactitud cuando una acción es moral o no lo es.

Las normas morales. Otros tipos de normas

- ¿Qué es una norma? Una norma es una regla que nos indica cómo actuar en determinadas ocasiones de acuerdo con ciertos valores.

- Tipos de normas. Hay normas de distinto tipo. Pero no se diferencian por su contenido, por lo que la norma dice que debemos hacer, sino por una serie de elementos formales. En muchas ocasiones una misma norma puede ser personal, social, religiosa o jurídica.

"No matarás" o "no debes matar", en este contexto es una norma religiosa. El que ordena es Dios y en caso de desobedecer la norma habrá que responder ante él. Si una persona no mata porque Dios ordena no matar, está obedeciendo una norma religiosa. Otra persona puede que no mate porque no quiere ir a la cárcel. Esa persona está obedeciendo una norma de tipo legal o jurídico. En ambos casos el contenido de la norma es el mismo (no debes matar), pero se diferencian por una serie de características que tienen que ver no con su contenido, sino con su forma. Esas características o elementos formales son los siguientes:

- Quién promulga la norma, quién nos la impone y nos obliga a cumplirla.

Normas Religiosa Jurídica Social Personal

Promulgada por Dios el órgano legislativo las costumbres o modas sociales uno mismo

Destinada a todos los seres humanos los miembros de una comunidad política los miembros de una sociedad cada persona

Se responde ante Dios los tribunales la sociedad uno mismo

Sanción conciencia del pecado la determinada por la ley rechazo social, ostracismo Remordimiento

Se puede esperar obediencia de los creyentes los miembros de la comunidad política los miembros de esa sociedad de todos los seres humanos

- A quién va dirigida.

- Ante quién se responde en caso de incumplimiento.

- Cuál es la sanción o castigo para quién incumple la norma.

- De quién se puede esperar obediencia.

- Una norma moral es una regla o mandato que nos imponemos nosotros a nosotros mismos. En el caso de no cumplirla hemos de responder ante nosotros mismos y la sanción o castigo se presenta en forma de remordimiento de conciencia. Por último, es una norma que pretende ser universal ya que cuando nos la imponemos esperamos que sea válida para todos los seres humanos.

Los valores morales. El Dilema moral

¿Qué son los valores? Son calificativos que le asignamos a ciertas cosas, personas o acciones. Son una especie de etiqueta mental que le ponemos a las cosas y que expresan nuestra actitud hacia ellas. Generalmente las cosas no nos resultan indiferentes, sino que producen en nosotros ciertas actitudes: de agrado o desagrado, de atracción o rechazo. Del mismo modo los valores pueden ser positivos (expresan nuestra actitud de agrado o aprecio) o negativos (expresan nuestra actitud de desagrado o rechazo).

- ¿Para qué sirven? Para orientar nuestras acciones estableciendo normas de comportamiento. Estoy buscando una bicicleta y encuentro una “buena” y “barata”, la compro. “Buena” y “barata” son calificativos, valores que nos ayudan a tomar una decisión.

- Hay muchos tipos de valores: corporales, sensoriales, estéticos, económicos o legales. Veamos qué son los valores morales.

- Los valores morales sólo se pueden aplicar a las personas o a sus acciones libres y responsables, no a las cosas, los animales o las plantas. Se pueden aprender con mayor o menor esfuerzo. Valores como la solidaridad, la lealtad o la tolerancia están en nuestras manos, a diferencia de otros valores que no dependen de nuestro esfuerzo. Son valores que creemos que deberían apreciar cualquier persona.

- Cuando dos o más valores de diversos tipos entran en conflicto nos encontramos con un dilema o conflicto moral. Sé que mi amigo Juan quiere comprar un reproductor de mp3 y yo quiero vender el mío de segunda mano. Pero resulta que a mi mp3 algunas veces le falla el controlador de volumen. Juan es mi amigo, pero por otro lado ando mal de dinero y me interesa venderlo al mejor precio posible. ¿Qué hacer? Para actuar coherentemente ante estos conflictos o problemas morales tenemos que organizar los valores según un orden de prioridades. A esto se le llama escala de valores. No es la misma para todas las personas, por lo que no todas las personas resuelven el problema de la misma forma. Además es relativamente inestable y cambia con el tiempo. Las personas, con el paso del tiempo, vamos cambiando nuestras prioridades.

Unidad 3 Fundamentos de la Moral

Tema 1: CONCIENCIA MORAL

LLa conciencia moral, en lenguaje popular, es esa voz interior que nos obliga a actuar de una forma y también nos dice si son correctas o no nuestras acciones. Precisando un poco podemos decir que la conciencia moral es la capacidad de juzgar las acciones, no solo las nuestras sino también las de los demás, como buenas o malas. Es la que orienta nuestra conducta en la dirección que la persona considera correcta.

Para juzgar y dirigir las acciones la conciencia se sirve de principios, es decir, de la moral con la que cada persona rige su vida. Estos principios que forman la moral pueden venir impuestos desde fuera. En este caso hablamos de heteronomía, de moral heterónoma o conciencia heterónoma. Pero puede ser la persona misma las que se los imponga racional y libremente. En este otro caso hablamos de autonomía, de moral autónoma o conciencia autónoma

Autonomía y heteronomía

Así pues podemos hablar de dos tipos de conciencia:

- Heterónoma. Conciencia que se guía por principios que vienen impuestos desde el exterior, de fuera, no emanan de la reflexión racional. Se guía por los dictados del instinto o las apetencias, por la tradición o la autoridad de personas concretas o de la mayoría. Una conciencia es heterónoma cuando acepta los principios de alguna de estas fuentes sin haber reflexionado si son buenos principios o no.

- Autónoma. Es la conciencia que se impone sus propios principios. Cuando la persona se los impone a sí misma, haciéndolo de forma reflexiva y sin coacciones.

- La autonomía implica universalidad. La autonomía equivale a autolegislación, a darse a sí mismo leyes propias. Pero estas leyes que nos damos a nosotros mismos no valen para una sola persona, sino que han de valer universalmente. Así pues, autonomía es la capacidad de guiarnos por leyes que nos parecen adecuadas no sólo para nosotros, sino para cualquier ser humano.

TEMA 3: DIFERENTES FUNDAMENTOS DE LA MORAL;

TEORÍAS ÉTICAS.

¿cuál es el fundamento de la moral?, hemos de reflexionar acerca de la validez de las acciones y normas morales, es decir, hemos de averiguar cuándo una elección es moralmente razonable o cuándo hemos actuado conforme a normas morales adecuadas.

- Para explicar estas cuestiones han nacido distintas teorías éticas, cada una de las cuales ha ofrecido un criterio de racionalidad.

1. DEFINICIÓN Y TIPOS

Una teoría ética es una teoría que intenta fundamentar un determinado código moral, es decir un conjunto de normas y valores morales, apoyándose para ello en argumentos racionales.

Las teorías éticas tradicionalmente se han dividido en dos grandes grupos: Las éticas de la felicidad o éticas de la responsabilidad y las éticas del deber o de la convicción.

LAS ÉTICAS DE LA FELICIDAD, O ÉTICAS DE LA RESPONSABILIDAD, afirman que la conducta moral se determina por sus resultados. Una conducta es buena moralmente si nos permite conseguir un determinado fin, que normalmente coincide con la felicidad.

Las características de las éticas de la felicidad son:

1. Sus normas están dirigidas a la consecución de un Bien Supremo y Fin Último que todos los seres humanos perseguimos y que coincide con la felicidad.

2. La felicidad en las distintas éticas materiales se entiende de diferente manera: placer, autorrealización, bienes materiales (éxito, dinero, fama…), salvación eterna, justicia social, utilidad individual o colectiva. Estas éticas, por tanto, son puramente subjetivas y conducen al pluralismo ético, ya que sus normas dependen de lo que en cada caso determinemos que nos hace feliz. A veces ni siquiera tenemos códigos coherentes sino que cambiamos de código según nos interesa: podemos ser egoístas, altruistas, materialistas y cristianos al mismo tiempo.

3. Sus normas, por tanto, no pueden ser universales y necesarias, son hipotéticas y no categóricas, ya que sólo valen bajo ciertas condiciones, pues son medios para conseguir un fin, la felicidad entendida de una determinada manera, y no todos perseguimos ese fin ni entendemos la felicidad de esa manera.

1. ETICA ARISTOTÉLICA O EUDEMONISMO:

Su creador, Aristóteles (384-322 a. C.) es uno de los pensadores más influyentes de la Filosofía occidental, vive en Grecia en el siglo IV a. C. Elaboró una ética de la felicidad llamada "Eudamonismo", porque presupone que el bien supremo que todos los seres humanos perseguimos es la fe1icidad (en griego eudaimonia). Desde luego eso es algo de lo que caben pocas dudas, la tarea de la reflexión ética será investigar qué es la felicidad y cómo conseguirla.

La primera afirmación de Aristóteles sobre las condiciones materiales necesarias para ser feliz es que nadie puede ser feliz en ausencia de ciertos requisitos materiales mínimos: nadie puede ser feliz viviendo en la miseria, la indigencia, la indignidad, la tortura y la marginación absoluta. Todas estas condiciones materiales son necesarias para una vida feliz pero no son suficientes, hace falta algo más.

Para averiguar qué más, Aristóteles nos recuerda que todos los seres del universo poseen una esencia y una función propia y su excelencia consistirá en realizar de la forma más perfecta posible esa esencia y esa función específica. Por ejemplo: un cuchillo es un "buen cuchillo" si corta de maravilla, un ojo es un "buen ojo" si permite una magnífica visión, una semilla es una "buena semilla" si consigue dar lugar a una planta...etc.

Pues bien, el ser humano es feliz cuando desarrolla del modo más perfecto posible su esencia y su función específica, es decir, cuando se autorrealiza como ser humano.

Desde luego, los seres humanos realizamos múltiples actividades, muchas, como la nutrición, la reproducción y el crecimiento, las compartimos con todos los seres vivos, luego no son las más específicas; otras, como la capacidad de movernos, de sentir o de aprender, las compartimos con los animales, luego tampoco son las que buscamos. La única actividad humana que es propia y exclusiva de las personas es la capacidad de pensar y razonar. Así que seremos buenos y felices si conseguimos que nuestra vida sea lo más racional posible. Y el medio para conseguirlo es respetar dos tipos de normas a las que Aristóteles llama virtudes: las virtudes éticas o morales y las virtudes dianoéticas o intelectuales.

En primer lugar, debemos practicar en nuestra conducta cotidiana las virtudes morales. Éstas se definen cómo el hábito de mantener nuestras emociones, sentimientos y deseos en un término medio, siendo los extremos, tanto por exceso como por defecto, vicios. Así que, en las decisiones que tomemos día a día, no debemos dejarnos llevar por nuestros impulsos, deseos y emociones: ira, rabia, miedo, pasión, impaciencia, tristeza, pena, alegría, vergüenza, aversión, aburrimiento, resentimiento, envidia, orgullo, gula, avaricia, lujuria, pereza..., sino que nuestra guía debe ser siempre la razón, sólo serán buenas las decisiones racionales, sólo ésas nos conducirán a la felicidad.

Ejemplos de virtud ética:

Vicio por exceso Virtud término medio Vicio por defecto

Libertinaje Templanza Insensibilidad

Temeridad Valor Cobardía

Despilfarro Generosidad Avaricia

Ira Justa indignación Pusilanimidad

Descaro Sensatez Timidez

Adulación Amabilidad Hostilidad

En segundo lugar debemos practicar las virtudes intelectuales, que son dos: prudencia y sabiduría.

- La prudencia: Esta virtud nos permite saber dónde está nuestro término medio, que es siempre algo personal.

- La sabiduría: Esta virtud nos induce a dedicarnos a las tareas o trabajos más acordes con nuestra naturaleza racional, los de tipo intelectual, como la investigación, el estudio, la gestión y la creación. Los trabajos manuales son considerados menos dignos para el ser humano pues no permiten su realización plena.

Debemos fijarnos también en que la virtud es un hábito (una persona no es generosa por serlo sólo una vez o dos), por tanto se adquiere por repetición de actos, y requiere esfuerzo e interés; ni se nace virtuoso, ni basta la enseñanza para serlo, sólo lo conseguiremos si queremos y nos esforzamos.

2. Hedonismo:

Epicuro (341-281 a. C.), fundó en Atenas su escuela. Según esta teoría el bien supremo, aquello que todos los seres humanos perseguimos y que nos llevará a la felicidad, es el placer (hedone). Maximizar el placer y minimizar el dolor es el objetivo prioritario de nuestra vida. El placer se define como:

- La ausencia de dolor en el cuerpo

- La ausencia de perturbaciones psicológicas o espirituales como son el miedo, la angustia, las preocupaciones, remordimientos, la tristeza, el estrés y la ansiedad.

- La satisfacción de nuestros deseos, incluyendo deseos referidos al cuerpo y deseos más espirituales como son la amistad, el conocimiento y disfrutar de la belleza.

Además el placer debe ser, si no un estado definitivo sí, al menos, duradero. Por esta razón, habrá muchos placeres a los que deberemos renunciar, aquellos de los que se derive a medio o largo plazo un dolor mayor; de la misma manera habrá ciertos dolores y sufrimientos que serán buenos, aquellos de los que obtengamos un placer que los compense. La persona sabia es justamente aquella que sabe hacer el "cálculo" y sabe a qué placeres decir sí y hasta dónde, y qué sufrimientos rechazar o aceptar según convenga.

Para poder hacer ese “cálculo”, Epicuro distingue 3 tipos de deseos y nos da normas para satisfacerlos y así maximizar el placer y minimizar el dolor:

- Naturales y necesarios: más que deseos son necesidades primarias y biológicas, alimentarse, beber y dormir. Su satisfacción siempre hace feliz al hombre.

- Naturales y no necesarios: nacen del deseo de los seres humanos de variar y obtener más placer de la vida. Por ejemplo satisfacer el apetito con una exquisita paella y no con un trozo de pan, satisfacer la sed con un zumo y no con agua y dormir en la más cómoda de las camas. Estos deseos debemos moderarlos.

- No naturales y no necesarios: el lujo, el poder, la riqueza, la fama, la gloria, el prestigio y los honores. A estos deseos debemos renunciar pues no se sacian nunca, cuanto más tenemos más queremos.

Por último Epicuro nos propone cuatro normas más que habremos de seguir si queremos una vida placentera para poder eliminar el dolor espiritual. Se trata de eliminar cuatro temores, prejuicios, tabúes o supersticiones, que además son fomentados por las élites que nos gobiernan para someternos:

- El miedo a los dioses: para eliminarlo basta pensar que no se cuidan de los asuntos humanos, y desde luego, brujos, sacerdotes y demás son sólo buenos psicólogos.

- El temor a la muerte: es absurdo temerla, pues mientras estamos vivos no nos afecta y cuando nos afecta ya no estamos vivos. Tampoco debemos temer al "más allá", pues tras la muerte no hay más vida.

- El temor al destino: Epicuro negó el determinismo, nada está escrito, sólo el azar y la libertad existen. Cada hombre es dueño de su propio destino.

- El temor al dolor y la infelicidad: si seguimos las enseñanzas de Epicuro respecto a la moderación y la renuncia a falsos placeres, si aprendemos a desear lo que tenemos y a no desear lo que no tenemos, conseguiremos sentirnos bien con nosotros mismos, íntimamente, disfrutando serenamente de los placeres que la naturaleza nos ofrece, lejos de pasiones que perturben nuestro equilibrio.

3. Estoicismo

¡Domínate y aguanta!, el lema de la escuela, Stoa (pórtico) fundada en Atenas por Zenón en el año 306 a. C

Según los estoicos todo el universo y cuanto en él sucede, también, por supuesto, la vida de cada uno de nosotras y nosotros, está regido, dirigido y determinado por una Ley, Principio o Razón Universal que todo controla y domina. Nada escapa a esa ley, el movimiento de los astros, el crecimiento de un niño y la lectura que estás haciendo de estas líneas, están férreamente determinados por una cadena de causas inexorable.

Todo ocurre de modo necesario, el destino existe y aún cuando la vida nos pueda parecer absurda, es en realidad absolutamente racional, sólo que responde a una razón universal que a nosotros se nos escapa; nuestra pequeña vida absurda, a veces ilógica o injusta, inconexa y sin sentido, responde, en realidad, a una gigantesca armonía de correlaciones e interdependencias. Es más, ni siquiera tiene sentido hablar del mal en el mundo (guerras, catástrofes naturales, amores no correspondidos, muerte de seres queridos...), pues nada de lo que sucede es un mal, juzgarlo así es sólo producto de la estrechez de la visión humana, que no ve más allá de lo inmediato. Por todo esto, el ser humano debe vivir de acuerdo con la Razón Universal, vivir en armonía con el todo, aceptar lo que el destino nos depare aún cuando nos parezca absurdo, irracional, trágico o doloroso pues sabemos que aunque desde nuestra perspectiva individual e inmediata lo parezca, no lo es desde la perspectiva universal.

Por ello nuestro bien supremo, aquello en lo que se cifra la felicidad para el estoicismo, es la imperturbabilidad (ataraxia): permanecer impasibles ante todo aquello que no depende de nosotras y nosotros, que en ocasiones puede ser el amor, el éxito, la salud, la riqueza, siempre la muerte y los golpes de la fortuna. Nuestro objetivo es la no resistencia a lo que es y no puede no ser, a través del autocontrol, el autodominio, la eliminación de las pasiones (el dolor, el temor, el deseo que nos encadena, las emociones que nos arrastran); comprender y aceptar lo que no podemos cambiar. La norma moral para conseguir semejante objetivo es un férreo dominio de la voluntad, una disciplina casi inhumana.

Cabe plantearse, si todo está determinado, ¿qué pinta una ética?, ¿en qué queda la libertad humana? En realidad todos terminamos por aceptar lo que no podemos cambiar pero unos lo hacen por la fuerza, es decir con mucho sufrimiento y resistencia, y otros de buen grado, con aceptación. Pues bien, la libertad consiste en que podemos elegir esa actitud interior con la que vivimos lo que no podemos cambiar:

- Podemos resistirnos, negarnos y sufrir persiguiendo eso que no es para nosotros en este momento porque no es un bien universal sino sólo un bien personal y ficticio (salud, riqueza, éxito, prestigio, fama, bienes materiales, etc.). Entonces aparece la frustración, el dolor ante el fracaso presente. O por el contrario, si se tiene éxito, aparece el temor a perder lo que tenemos en el futuro o la constante presión del deseo y la sensación de “no es suficiente” que separa al hombre de su felicidad.

- Podemos adoptar una actitud interior de aceptación, no resistencia, rendición a lo que ya es y no puede no ser a través del autodominio y la imperturbabilidad.

Salvo esa disposición interior, poco más puede el ser humano elegir ¡pero qué gran dominio es ese! Esa es la ventaja del sabio sobre el ignorante: saber que todo está determinado tiene un rendimiento práctico, la imperturbabilidad que nos ahorra el sufrimiento.

4. La Ley Natural:

La ética cristiana es una ética de la felicidad en la que ésta consiste en llegar a ser dignos ante Dios y, así, merecedores de la vida eterna. Ello se consigue siguiendo los preceptos de la Ley Natural.

Se debe a Santo Tomás de Aquino (1224-1274) la formulación más precisa e influyente del concepto de "ley natural". Para Santo Tomás, la Ley Natural es la parte de la Ley terna, ley con la que Dios rige toda la Creación, que concierne a los hombres, seres racionales y libres creados a imagen y semejanza de Dios.

El ser humano se siente naturalmente inclinado a seguir la Ley Natural cuyo precepto fundamental es hacer el bien y evitar el mal. De ese precepto fundamental se

siguen otros 3 secundarios que dan contenido al bien:

1. El precepto de conservar la vida, es bueno todo lo que conserva la vida y malo lo que la acaba (tendencia natural que compartimos con todos los seres)

2. El precepto de procrear y cuidar de la prole (tendencia que compartimos con los animales)

3. El precepto de buscar la verdad y especialmente la suma verdad que es Dios (tendencia exclusiva del ser humano)

La Ley Positiva, la que los seres humanos elaboramos en nuestros ordenamientos jurídicos, debe ser la realización jurídica y política de tales disposiciones naturales, según los problemas y circunstancias de cada tiempo. La ley positiva ha de respetar los preceptos inmutables de la ley natural. Se establece así la subordinación de la política respecto de la moral y de ésta a la religión. Todos los fundamentalismos religiosos ya sean cristianos, islámicos o judíos… se basan en esa subordinación.

La Iglesia católica sigue insistiendo en que la Ley Positiva debe subordinarse a la Ley Natural. Las controversias actuales respecto al uso que pueda hacerse de determinadas investigaciones y técnicas biológicas (pensemos en las polémicas sobre las células madre y sobre las aplicaciones terapéuticas de la ingeniería genética), respecto al matrimonio entre personas del mismo sexo o el uso de métodos anticonceptivos son un claro ejemplo.

Sin embargo, hoy no existe desde las ciencias naturales ni humanas un consenso acerca de la idea de naturaleza humana. Las sociedades occidentales, en la actualidad, se caracterizan por una pluralidad de concepciones morales y religiosas. Otras doctrinas, de carácter laico o religioso, reivindican su espacio. La relación entre tales doctrinas o credos y la estructura jurídico-política del Estado de derecho, que debe reconocerlas al mismo tiempo que vela por el cumplimiento de la ley sin excepciones, es uno de los grandes temas éticos de nuestro tiempo.

5. Utilitarismo

El utilitarismo tiene a Jeremy Bentham (1748-1832) y a John Stuart Mili (1806-1873) como sus principales representantes. Según esta doctrina nuestra conducta debe regirse por el principio de utilidad o interés de la mayoría. De ahí el principio utilitarista por excelencia: una acción es buena cuando produce la mayor felicidad para el mayor número de personas. En cada acción debemos calcular la cantidad de utilidad o inutilidad que proporcionará. Pero como el hombre vive en sociedad, el cálculo del interés debe hacerse en relación con la utilidad colectiva. El principio básico de moralidad y justicia es que la felicidad de los individuos debe ser compatible con la felicidad del conjunto, las leyes e instituciones sociales han de jugar un papel básico en la promoción de los intereses públicos y en su conciliación con los intereses privados.

El utilitarismo es, tal vez, la escuela ética que mejor encaja con la mentalidad del mundo occidental y con las coordenadas propias del liberalismo social y democrático. Se trata de extender el llamado estado de bienestar conseguido gracias al desarrollo científico y tecnológico. Sin embargo vemos que si bien se ha conseguido un avance indiscutible en la calidad de vida de los ciudadanos, no son la mayoría si pensamos en términos planetarios y vemos que también se han ocasionado graves riesgos; piénsese en el deterioro del medio ambiente y en el enorme potencial destructivo de la industria armamentística.

Por lo tanto la extensión planetaria del principio utilitarista: la mayor felicidad posible para el mayor número posible de personas, plantea algunos problemas. ¿Es posible un crecimiento económico ilimitado y a la vez generalizado, extensible a la humanidad entera? Si tenemos que seleccionar ¿quiénes serán las personas o grupos seleccionados? ¿a quiénes se puede excluir, provisionalmente, de la lista? ¿quién establece y cómo se diseña una utilitarista "lista de espera"? ¿cómo conciliar el componente pragmático del utilitarismo (su visión "realista" de la moralidad) con una concepción universalista que reconozca y aplique a los seres humanos los mismos principios y derechos, con independencia de su lugar de nacimiento o condición social?

Estos interrogantes expresan los principales desafíos éticos, políticos y económicos de nuestro tiempo.

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