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El enfoque neoclásico: principales fundamentos


Enviado por   •  5 de Diciembre de 2022  •  Documentos de Investigación  •  2.593 Palabras (11 Páginas)  •  102 Visitas

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El enfoque neoclásico: principales fundamentos

Jorge Ibarra Consejo

2023

La escuela neoclásica, cuyos orígenes datan de finales del siglo XIX, con el paso del tiempo se constituyó en la corriente dominante en la formación de economistas y en el contenido de buena parte de la investigación económica. Desde sus orígenes, sin embargo, convivió con otros enfoques que, igualmente y en diferente proporción siguieron teniendo una gran influencia en el pensamiento económico. Importantes debates se dieron por ejemplo en los años 60 y 70 entre economistas neoclásicos y no neoclásicos. Debe mencionarse también la difícil convivencia que a lo largo de mediados del siglo XX se fue dando entre las perspectivas keynesiana y la neoclásica que, sin embargo, paulatinamente fueron adoptando un marco analítico común (la llamada síntesis keynesiana-neoclásica), a pesar de sus diferencias en el terreno de las recomendaciones de política económica.

Tras las situaciones críticas que experimentaron las economías en los años 70, y tras la instauración de un nuevo ordenamiento económico, la economía neoclásica adquirió una nueva y mayor relevancia, al grado de que sus formulaciones más avanzadas adquirieron un predominio desproporcionado en el mundo académico y en el diseño y aplicación de la política económica. Estas formulaciones se fueron dando bajo la denominación de “nueva economía clásica”, “nueva economía keynesiana” y finalmente el “nuevo consenso clásico-keynesiano”.

Este pensamiento económico ha recibido denominaciones como “la corriente principal (mainstream economics)” o economía ortodoxa, dando lugar a que enfoques alternativos sean llamados heterodoxos.

En lo que sigue, sin la pretensión de ser exhaustivos, se presentan algunos de los rasgos más importantes que caracterizan al razonamiento económico neoclásico. En otro documento y, bajo los mismos apartados, se presentarán algunos fundamentos comunes entre diferentes posiciones heterodoxas.

El objeto de estudio de la economía como disciplina científica

El enfoque neoclásico presenta como objeto de estudio toda situación que implique la asignación de recursos o medios escasos susceptibles de tener usos alternativos. Asumir la escasez, la insaciabilidad de las apetencias humanas y la capacidad de elegir racionalmente intercambiando bienes y servicios, son aspectos medulares para su construcción teórica. Plantea que los individuos actúan, en diferentes terrenos, realizando continuas comparaciones entre los costos y los beneficios de obtener aquello que buscan conseguir. De esa manera toman decisiones óptimas.

A partir de todo lo anterior, la indagatoria de la escuela neoclásica se fundamenta en establecer los términos precisos de lo que representa una asignación eficiente de recursos escasos y la manera en la que se llega a ella. La asignación eficiente de recursos significa que la economía produce justo lo que los individuos prefieren consumir y haciendo el menor uso de los recursos necesarios para ello.  Esto se lleva a cabo desde las decisiones individuales hasta plantear una concepción del funcionamiento de la economía en su conjunto. La noción de optimización juega, por tanto, un papel central.

Ante tal definición de su objeto de estudio, el enfoque neoclásico extiende su noción de lo económico a diferentes aspectos de la vida de los individuos, y no únicamente a lo que comúnmente se asume como cuestiones relacionadas con la economía: es decir, a todo lo referido a las actividades de producción e intercambio de bienes materiales.

Los actores o agentes de la economía

Para el enfoque neoclásico el actor central de la economía es el ser individual, interactuando con los demás a través del intercambio. Todo fenómeno económico parte del individuo, que mira por su propio bienestar, y al que se le ubica decidiendo racionalmente la mejor manera, -la óptima en términos de la diferencia entre costos y beneficios-, de satisfacer sus preferencias. Ello ocurre predominantemente a través de su participación en los mercados. Cada individuo se distingue no solo por sus preferencias sino por su aportación a los procesos productivos, relacionada esta con el o los factores productivos que posee y la manera en la que es valorada por los demás sujetos en función, también, de sus respectivas preferencias.

El elemento impulsor de la actividad económica

Para la escuela neoclásica son las apetencias humanas, sin distinción, las que impulsan las actividades de producción e intercambio. Los individuos buscan obtener la máxima utilidad que pueda estar a su alcance al consumir bienes y servicios. El consumidor y sus decisiones marcan el curso que siguen las actividades productivas. El intercambio libre de bienes y servicios permite aprovechar las ventajas de la división del trabajo y conduce a la maximización de la utilidad que proporciona el consumo.

La visualización de la actividad productiva

La escuela neoclásica nos muestra a la actividad productiva como la simple reunión de factores de la producción, tierra, trabajo, capital etc., libremente aportados por los individuos en el mercado. Se asume la posibilidad de combinar de manera flexible dichos factores de acuerdo con sus precios relativos y lograr así la maximización de ganancias por parte del productor. La sustitución de un factor por otro se puede hacer en el margen, que es justamente lo que permite realizar de manera oportuna la combinación óptima entre factores. La “función de producción”, que en realidad es una expresión matemática, representa en abstracto a cualquier actividad productiva, simplemente como una combinación técnica y variable de factores. Un rasgo central de la teoría contenido en muchos de sus resultados es el supuesto de que la productividad en el margen de un factor productivo es finalmente decreciente cuando aumenta su utilización en proporción con los demás factores.

El contexto en el que se desenvuelven los actores de la economía

El enfoque neoclásico parte de la caracterización teórica de un escenario que le permite a los individuos actuar con racionalidad plena y ubicarse en las situaciones óptimas, maximizando su utilidad en el consumo y sus remuneraciones netas de costos o de sacrificios como aportantes de factores productivos. Esto implica tener al alcance toda la información necesaria para tomar sus decisiones, tanto las que dan resultados en el presente como aquellas que arrojaran sus resultados en el futuro, así como la capacidad de procesar la información por entero. También, el ejercicio de la racionalidad supone poder tomar decisiones de sustitución en el margen, sean sustituciones entre bienes de consumo o entre factores productivos por parte de la empresa. Así, cada consumidor maximiza su utilidad y cada empresa (identificada como si correspondiera a un individuo) maximiza sus ganancias. Con todo lo anterior, los actores de la economía pueden actuar con una racionalidad absoluta. De esta manera es posible establecer, en teoría, un estado de cosas en el que a partir de las decisiones optimas de los actores de la economía el sistema completo asigna eficientemente los recursos escasos: esto es, se producen los bienes que los consumidores prefieren y al mínimo costo posible.

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