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El hambre y la sed delirante por el sentido en "La guerra del Cerdo" de Bioy Casares


Enviado por   •  23 de Abril de 2023  •  Ensayos  •  2.791 Palabras (12 Páginas)  •  110 Visitas

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EL HAMBRE Y LA SED DELIRANTE POR EL SENTIDO EN “LA GUERRA DEL CERDO” DE BIOY CASARES.

“Los dioses persiguen al hombre

con su gracia y su rencor”

María Zambrano, El hombre y lo divino.

“La desesperación es una categoría del espíritu

y en el hombre se aplica a su eternidad”

Soren Kierkergar, El tratado de la desesperación 

Cuenta Ovidio, en La Metamorfosis Libro VIII, sobre el príncipe de Tesalia, Erisicton, quien toma contacto con el magnífico bosque sagrado de Deméter, diosa de la agricultura y de las cosechas. En éste, un árbol hace que le aflore un soberbio deseo para hacerse de su madera. Y sin importar las advertencias, comienza a profanarlo hasta derribarlo. Ante el inmenso sufrimiento, la diosa le ordena a Limos, personificación del Hambre, que se introduzca en las entrañas del monarca.

La condena, eterna; y el castigo, el hambre. Un insaciable bucle de autodestrucción y autoconsumición sin saciedad será la expresión simbólica de la desmesura ciega y la violencia impío del hombre ante la falta de sentido y de satisfacción propia.

Por definición un mito es una “historia verdadera” de seres o fenómenos divinos acontecida en un tiempo primordial o sagrado capaz de ser un modelo ejemplar, repetible y significativo que da razón de ser a los comportamientos profanos signados por una angustia tanto normal como patológica.

Y es en el acto ritual de la lectura literaria, así como en las expresiones oníricas y del imaginario (inconsciente) colectivo, es cuando podemos acceder y reactualizar la dimensión sagrada para comprender esta sed y vacío de sentido de los protagonistas.

De acuerdo con esto el absurdo conflicto generacional entre la juventud y senectud expresado en la novela Diario de la guerra del cerdo de Adolfo Bioy Casares, nos habilita a pensar en la violencia ciega de unos contra otros hasta el punto del delirio es una práctica autofágica motivada por la ausencia de sentido y de vacío interior ante la pérdida de lo divino.

Esta hipótesis de lectura es fruto de una hermenéutica literaria desde la cual supone partir del supuesto ontológico heideggeriano: “El lenguaje es la casa del ser” que, en otras palabras, significa que las cosas revelan su ser a través del lenguaje. Así, ejercer una actitud hermenéutica ( ) corresponde habitar la palabra como un espacio donde acontece una verdad, y a partir de ella poder desocultar el ser de eso “otro” que nos interpela como lectores de un texto literario.

Esto es posible debido a que las cosas nos hablan, nos comunican algo y, al decir de Gadamer, las cosas poseen un lenguaje que le es propio, aunque no produzcan sonido o gesto alguno, pero aun así comprensible en tanto haya una percepción agudizada para estar a la escucha y estar presente, en este caso, al texto.

En definitiva, supone el acto fenomenológico por excelencia de ir al encuentro y establecer una conversación con lo que se nos aparece y así captar la esencia de “lo dado”: en este caso de lo que habita en un relato, a partir de allí estar abierto a la confluencia de la experiencia o, en términos gademerianos: la fusión de horizontes entre los del lector (experiencias, conocimientos, creencias, expectativas) y los del texto (tema, género, época, tradición…)

Por lo tanto, fusionar es poder comprender como resultado de una conjugación entre la ratio (razón) y el pathos (sentimiento) y así, acceder, al decir de Zambrano, a un “sentir iluminante” e integrar desde un “lógica amorosa” la realidad toda que resuena en nosotros como lectores y seres del mundo.

Esto supone asumir a una razón poética que integre las distintas dimensiones de la existencia como ser el mito, el sueño y el imaginario colectivo. Puesto que la vida del hombre es luz y oscuridad, sueños y vigilia. Es simbólica y como tal: cultural.

Y la literatura, por su dimensión estética, es la gran catalizadora del imaginario (o inconsciente) colectivo, el mito y lo onírico, todos aspectos que apelan al estado inicial de la vida humana. Y son expresiones simbólicas por cuales siempre retornamos para comprender la condición humana y la narrativa del eterno conflicto interior de lo humano con su humanidad (la realización, el exilio, la fortuna…) En este caso, la violencia y lo divino, la luz y la oscuridad conforman un mismo espacio y que nuestra labor hermenéutica buscará alumbrar el sentido de

Aclarado el marco de referencia, Diario de la guerra del cerdo de Adolfo Bioy Casares es una novela publicada en 1969 cuyo argumento se elabora, tal como lo sugiere el título, desde el tono confesional de anotaciones registradas y fechadas. Una en especial es la que da inicio al conflicto de la trama: el miércoles 25 de junio en el que Isidoro Vidal, personaje principal, y sus muchachos –tal como se refiere a sus congéneres- asisten al violento asesinato de un viejo amigo (don Manuel) a manos de la furia de unos jóvenes.

A partir de allí asistimos in media res a guerra gestándose bajo la forma de un estallido social protagonizado por jóvenes que inician una cruel persecución y cacería hacia los gerontes en el marco de un clima de temor y resignación por parte de unos, y de gelidez y la apatía por parte de otros.

Una historia ambientada en una Buenos Aires de los `60 en la que si bien la voz del relato, sumada a la de los protagonistas, nos va brindando un cuadro de costumbres en la vida de un conventillo y lo prosaico de desencuentros familiares y amorosos. Ello se conjuga con una sazonada subtrama de la cual es posible obtener desde una lectura en clave hermenéutica el acceso a la angustia patológica de la condifición humana en tiempos de vaciamiento de sentido por parte de unos (jóvenes) manipulados desde una postura política (“¿Por què el gobierno tolera que ese charlatán [Farrell], desde la radio oficial, difunda la ponzoña“), y la vivencia de la senectud desde un constante duelo y sufrimiento (“Esta humedad va a podrir los huesos”) que supone pertenecer a una sociedad capitalista que disgrega a unos y otros en torno al criterio útil/inútil al sistema productvo.

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