El problema de la reponsabilidad de William
Karen Andrea Montaño GutiérrezDocumentos de Investigación21 de Abril de 2021
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El problema de la responsabilidad en Williams.
Bernard Williams analiza la noción de responsabilidad a partir de una lectura y reinterpretación de la tragedia griega. En su análisis nos muestra que Homero y Sófocles utilizan cuatro categorías para explicar el comportamiento moral. Estas cuatro categorías comprenden la noción de responsabilidad. De este modo para analizar la responsabilidad de un agente es necesario tratar de mostrar o captar la causa, la intención, el estado mental y la respuesta. Ninguna de estas cuatro categorías por sí misma nos ayuda a definir la responsabilidad; la cultura arcaica griega enfatizaba las nociones de causa y respuesta, mientras que nuestra cultura ha enfatizado más las nociones de intención y estado mental. Tanto un modelo como otro es necesario para tratar de atribuir responsabilidad. No obstante, algunas veces el énfasis en la intención ha servido de excusa para que los agentes intenten minimizar su responsabilidad. Veamos en qué consisten estos cuatro elementos.
1.1. La causa. El término de causa puede ser equívoco e impreciso si pensamos que la causa es la razón por la que el agente actúa; por ejemplo, si una persona reacciona de manera irascible, golpea a otra persona, y después ofrece una disculpa porque “estaba fuera de sí” y el enojo o la ira no le permitió ser prudente. Ese agente apelaría a su estado mental para ofrecer una excusa. El agente cree que no hizo lo que hizo porque estaba enojado. Sin embargo, hay una diferencia entre “hacer algo” y la razón por la que se hace. En el análisis de Williams no es relevante la razón por la que el agente actúo para que este agente sea identificado como el causante de cierto suceso. La razón por la que el agente actúa nos explica su motivación, pero la motivación es distinta al suceso que provocó. Veamos dos ejemplos:
(1) Miguel provocó la ruptura de Sandra y Oscar porque “sólo quería ver la cara de Sandra cuando le dijera que Oscar andaba con otra”. Miguel estaba mintiendo y puede dar excusas como: “Sólo estaba jugando y no quería que rompieran”.
(2) Claudia envidiaba la dedicación y el esfuerzo de Alfredo en la clase de redacción, por eso le dijo al profesor que los trabajos de Alfredo se los había hecho su hermano mayor. El profesor pudo enojarse con Alfredo y llegar a creer que lo estaba engañando, y si el profesor actuara impulsivamente, quizás tomaría medidas injustas. Claudia puede decir que “no quería que el profesor calificara injustamente el trabajo de Alfredo”, pero todo lo que ella diga, aún que ella misma se diera cuenta de que su motivación para mentir estaba relacionada con su envidia, ella provocó, en parte, que el profesor calificara injustamente el trabajo de Alfredo. Se podrá objetar que el profesor actúo precipitadamente y que él es responsable de la injusticia. En parte esto es cierto. No obstante, esto no suprime que Claudia hubiese hecho lo que hizo, y esto no implica que nuestras acciones puedan tener un efecto dañino o nocivo.
Si Claudia y Miguel no hubieran dicho lo que dijeron, entonces ni Sandra rompe con su novio, ni el profesor trata injustamente a Alfredo. Por supuesto que podemos decir, suspicazmente, que Claudia y el profesor actuaron precipitadamente. No obstante, la noción de causa, en el sentido del análisis de Williams sugiere que no esta en nuestras manos, ni depende de nuestros deseos la respuesta que los agentes den a nuestras acciones. Si hacemos cosas sin importar los efectos colaterales dañinos o sin importar los acontecimientos que pueden suceder una vez realizada la acción, entonces no podemos desentendernos de lo que hacemos, precisamente porque lo que hacemos tendrá consecuencias que no dependen de nuestros deseos. Williams enfatiza este aspecto: “En todas partes, los seres humanos actúan y sus acciones hacen que pasen cosas, Y a veces querían esas cosas y a veces no; En todas partes, a veces el agente u otros que sufren por lo ocurrido, o ambos, lo lamentan o lo deploran; Y cuando esto ocurre, tal vez se exija que el agente responda de algún modo, y esta exigencia puede venir de él mismo, de otros o de ambos”. La noción de causa refiere a las acciones que realizamos y “hacen que pasen cosas”, los sucesos que se desencadenan de nuestras acciones constituyen aquello que hemos causado. Por supuesto que hay un límite y muchas veces no es claro el límite entre lo causado, e imputable al agente, y lo que en una serie causal tuvo que ver con la acción, pero que no se desprende directamente de la acción. Esto depende del tipo de acción que realizamos, de lo que ponemos en riesgo cuando actuamos y de la respuesta de los agentes. Oscar pudo ser desprestigiado por la mentira y esto pudo provocar una respuesta en otras personas y eso pudo causar una actitud de desconfianza hacia Oscar, o bien Sandra y Oscar pudieron mostrar la mentira de Miguel y Miguel pudo ganarse la fama de mentiroso, lo que en ciertos casos o circunstancias, puede afectarle directamente.
1.2. Intención. El término de intención ha sido objeto de análisis e interpretación por un gran número de filósofos contemporáneos desde Anscombe hasta Davidson ha sido caracterizado de muy distintas maneras. Es muy difícil conocer la intención de los agentes, puesto que a veces, depende de la caracterización que utilicemos, los agentes pueden no darse cuenta de cuál es la intención que tienen cuando actúa, o pueden engañarse respecto a la intención que tenían cuando actuaban.
Hay dos formas generales de entender la intención. En una se plantea el modelo deseo/creencia para explicar la intención; por ejemplo, Si Juan quiere que entre más luz a la habitación y cree que abriendo las cortinas entrará más luz, entonces cuando Juan abre las cortinas tiene la intención de que entre más luz. Este modelo puede generar confusiones porque no siempre es suficiente tener un deseo para tener una intención. En el modelo de Bratman los agentes tienen intenciones si se forman un plan y eligen medios para obtener los fines o propósitos que persigue su plan. En el caso anterior, el agente se formó el plan de que entrara más luz y abrió las cortinas para cumplir con ese propósito. En este caso, abrir las cortinas fue una acción intencional y la intención consistía en hacer que entrara más luz a la habitación. Si, por ejemplo, el agente quería lavar las ventanas, la acción intencional de “abrir las cortinas” tenía una intención distinta a que entrara más luz.
El término de intención también esta asociado al término de deliberación, lo que implica que podemos identificar las acciones intencionales con las acciones deliberadas; cuando el agente ha determinado un curso de acción hechas todas las consideraciones.
En síntesis el término de intención refiere a (1) razones para actuar en términos de deseos y creencias, (2) la elaboración de un plan o un propósito que determina fines y medio y/o (3) la deliberación para tomar decisiones y elegir.
Lo difícil de comprender del problema de la noción de intención radica en que no siempre actuamos intencionalmente, podemos actuar impulsivamente, y solemos atribuir intenciones que el agente no tiene. Precisamente por eso en la cultura arcaica se enfatizaba más la noción de causa. En esta cultura los agentes podían darse cuenta de que no actuaron intencionalmente y, algunas veces, reconocían su agencia a pesar de no tener la intención de hacer lo que hicieron. En la tragedia griega el caso típico es el de Edipo, quien no tiene la intención de matar a su padre y casarse con su madre y aún así, es responsable de parricidio e incesto. Más adelante veremos algunos ejemplos o casos para mostrar la dificultad de relacionar el término de intención con la responsabilidad.
1. 3. Estado mental. Williams descubre que en las tragedias griegas el estado mental tiene relevancia para explicar el comportamiento, pero que para los griegos la explicación no equivale a la justificación y mucho menos a una excusa. Si un agente actúa de manera irascible o bajo el efecto de una pasión muy fuerte, de tal modo que su acción es impulsiva, no deliberada, el agente es responsable de lo que hace. Si las acciones y las decisiones de los agentes estuvieran condicionadas por algún desorden mental, el agente tendría cierto grado de responsabilidad respecto a su acción. En moral no se evalúa la salud mental del agente. Hay que hacer una diferencia, puesto que si hacemos depender de la salud mental la evaluación moral, entonces sólo los agentes que gozaran del privilegio de no padecer ningún desorden mental serían susceptibles de ser evaluados moralmente. El riesgo con esta forma de pensar radica en suponer que nadie que tiene un desorden o desajuste mental o actuara impulsivamente para ser sujeto a la evaluación moral. La exigencia de la cultura arcaica griega radica en que el estado mental no es una razón para omitir la responsabilidad del agente al hacer lo que hace. En nuestra cultura el estado mental puede considerarse como un atenuante en la responsabilidad, pero no niega que el agente haya realizado la acción y no niega cierto grado de responsabilidad. Si un alcohólico utiliza su automóvil y viaja con alta velocidad y tiene un accidente, tendrá responsabilidad culposa, porque no tenía la intención de dañar a otros, que sería el caso de la responsabilidad dolosa. Pese a que es un atenuante la falta de intención, el agente no deja de ser responsable por lo que hizo, haya sido su intención o no, lo haya querido hacer o no. Esto sugiere que se ha utilizado la noción de intención para atribuir responsabilidad, por lo que parece que si un agente ocasiona un daño no intencional, el agente no sería responsable de su acción. No obstante esto es falso porque hemos establecido diferencias entre la responsabilidad culposa, en la que el agente no tiene la intención de ocasionar un daño, de la responsabilidad dolosa en la que el agente intenta hacer un daño.
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