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Ensayo Sobre La Paz Perpetua De Kant


Enviado por   •  28 de Noviembre de 2012  •  2.741 Palabras (11 Páginas)  •  1.452 Visitas

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ENSAYO SOBRE LA PAZ PERPETUA

Emmanuel Kant

INTRODUCCIÓN

En el momento que Kant escribe su obra Sobre la paz perpetua, en Europa se desarrollaba la guerra de los 30 años, en donde se enfrentaban los católicos y los protestantes. Había enfrentamientos ideológicos que abarcaban todo campo social, provocando marcadas diferencias en la sociedad. Además los países estaban manejados por reinados, el feudalismo que tanto criticó Kant. En esa época, en Europa, los reinados eran la forma de gobierno que dominaba. Ya se habían presentado diferencias entre los reyes y el pueblo que luchaba por libertad y contra sistemas opresores.

El ensayo de la paz perpetua se realiza a partir de la paz de Basilea que es un conjunto de dos tratados firmados respectivamente entre Francia y Prusia y entre Francia y España en 1795, por el que ambos países firmaban la paz con la Francia revolucionaria, abandonando así la Primera Coalición.

El primer tratado se firmó el 1 de abril de 1795 entre Prusia y Francia. Mediante este tratado, Prusia cedía los territorios renanos situados al oeste del Rin. El segundo tratado se firmó después, entre Francia y España, y significó el fin de la conocida como guerra del Rosellón o guerra de la Convención, que enfrentaba a ambos países desde 1793. Esta guerra, aunque se había iniciado de forma favorable para los intereses españoles, había supuesto un duro revés para las armas españolas y la invasión del territorio español por Cataluña, Vascongadas y Navarra (llegando incluso a ocupar Miranda de Ebro).

Vista la desfavorable evolución del conflicto, Godoy había firmado ya un tratado previo en junio de 1795. En este acuerdo preliminar, el gobierno español proponía el reconocimiento de la república francesa a cambio de mantener los límites territoriales españoles, ya que Francia quería anexionarse Guipúzcoa, ocupada por sus tropas. Además, España pretendía también el restablecimiento del culto católico en Francia, la liberación de los hijos de Luis XVI, así como el establecimiento de una alianza contra Inglaterra (España estaba resentida con su hasta entonces aliado debido a ciertos encontronazos en el Caribe). La versión definitiva del tratado se firmó en el 22 de julio. Constaba de un preámbulo y 17 artículos. En el tratado se establecía que Francia devolvía los territorios ocupados en España. A cambio, España cedía a Francia la parte española de la isla de Santo Domingo (los franceses ya controlaban la parte occidental de la isla, Haití, desde la firma del Tratado de Ryswick en 1697) y se normalizaban las relaciones comerciales entre ambos países.

Las cláusulas secretas del tratado disponían que España no persiguiera a los afrancesados y la liberación de la hija del rey Luis XVI. Se postergó para más tarde un nuevo tratado, el que sería llamado Tratado de San Ildefonso, en el que se formalizaría una alianza contra Inglaterra.

DESARRROLLO

Para Kant la paz de acuerdo con su interpretación, una sola condición es necesaria para lograrla: una gran federación de estados comprometidos con el mantenimiento de la paz universal. A pesar de lo simple y atractivo de la propuesta, el proyecto de una federación de estados pacíficos fue considerado un ideal utópico hasta la primera década de este siglo.

Fue recién con la irrupción de la primera Guerra Mundial, al quedar desacreditada la idea de que la paz puede ser preservada bajo un mero sistema de equilibrio de poder, que la idea de una federación internacional para la paz fue contemplada como un proyecto realizable.

Las condiciones para que tenga lugar una paz perpetua entre los estados según Kant deben ser las siguientes:

1. “No debe considerarse como válido un tratado de paz que se haya ajustado con la reserva mental de ciertos motivos capaces de provocar en el porvenir otra guerra”. Pues sería una simple una interrupción de las hostilidades, nunca una verdadera "paz", la cual significa el término de toda hostilidad. El tratado de paz aniquila y borra por completo las causas existentes de futura guerra posible, aun cuando los que negocian la paz no las vislumbren ni sospechen en el momento de las negociaciones; aniquila incluso aquellas que puedan luego descubrirse por medio de hábiles y penetrantes inquisiciones en los documentos archivados. La reserva mental, que consiste en no hablar por el momento de ciertas pretensiones que ambos países se abstienen de mencionar porque están demasiado cansados para proseguir la guerra, pero con el perverso designio de aprovechar más tarde la primera coyuntura favorable para reproducirlas.

2. “Ningún Estado independiente -pequeño o grande, lo mismo da- podrá ser adquirido por otro Estado mediante herencia, cambio, compra o donación”. Un estado no es un patrimonio, es una sociedad de hombres sobre la que nadie ni siquiera ella misma puede disponer. Pero tampoco puede intentarlo con otro estado, del que bien dadas unas raíces, si se hiciera se eliminaría su existencia como persona moral convirtiéndola en otra cosa. Todos conocemos por ejemplo los peligros que han conducido a Europa, este perjuicio de adquirir bienes, incluso contraer matrimonios entre estados (1ª y 2ª guerra mundial).

3. “Los ejércitos permanentes -miles perpetuus- deben desaparecer por completo con el tiempo”. Los ejércitos permanentes son una incesante amenaza de guerra para los demás Estados, puesto que están siempre dispuestos y preparados para combatir. Los diferentes Estados se empeñan en superarse unos a otros en armamentos, que aumentan sin cesar. Y como, finalmente, los gastos ocasionados por el ejército permanente llegan a hacer la paz aún más intolerable que una guerra corta, acaban por ser ellos mismos la causa de agresiones, cuyo fin no es otro que librar al país de la pesadumbre de los gastos militares. Añádase a esto que tener gentes a sueldo para que mueran o maten parece que implica un uso del hombre como mera máquina en manos de otro -el Estado-; lo cual no se compadece bien con los derechos de la Humanidad en nuestra propia persona. Muy otra consideración merecen, en cambio, los ejercicios militares que periódicamente realizan los ciudadanos por su propia voluntad, para prepararse a defender a su patria contra los ataques del enemigo exterior.

4. “No debe el Estado contraer deudas que tengan por objeto sostener su política exterior”. Un sistema de crédito, como instrumento en manos de las potencias para sus relaciones recíprocas, resulta siempre un poder financiero para exigir, un tesoro para la guerra que supera a los tesoros de todos los demás estados.

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