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Escuela de Frankfurt


Enviado por   •  24 de Septiembre de 2012  •  4.101 Palabras (17 Páginas)  •  624 Visitas

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Presentación: Escuela de Frankfurt

l material que tienes ante ti, pretende ser una primera toma de contacto con el pensamiento de los miembros más representativos de la Escuela de Frankfurt, con especial atención a Adorno y Horkheimer. Nos apoyamos en la investigación realizada para la tesina, centrada en los conceptos de razón instrumental y razón objetiva. Pretendemos por un lado ayudar a divulgar temas, preguntas y corrientes filosóficas, de modo que el lector no especializado pueda tener acceso a autores o escuelas de pensamiento menos conocidos. Por otro lado, aspiramos también a adoptar un punto de vista más especializado, que pueda ayudar incluso a estudiantes universitarios de filosofía, consultando, por ejemplo, la bibliografía, o las citas que ofrecemos, de modo que estas reflexiones aporten una panorámica que pueda motivar la propia reflexión, la investigación personal, y la siempre fecunda lectura de las obras de los frankfurtianos.

Contextualización histórico filosófica

Ideas filosóficas y sucesos históricos que influyeron de un modo decisivo en el desarrollo del pensamiento de los frankfurtianos. Muchas de sus ideas se comprenden mejor desde este fondo filosófico e histórico que están íntimamente relacionado con su filosofía.

Como pequeña introducción para comprender algunas de las motivaciones y los temas centrales de Adorno y Horkheimer, cabe centrarse en 3 periodos históricos, que, en cierto modo, motivan y condicionan la reflexión de los frankfurtianos. Nos estamos refiriendo al tema de la Ilustración, Auschwitzy el movimiento estudiantil de finales de los 60. Estos 3 momentos describen, a grandes rasgos, el nacimiento, evolución y desarrollo de la llamada Escuela de Frankfurt, que aglutinó a pensadores con muy diversas motivaciones e intereses teóricos.

El problema filosófico de la Ilustración

En primer lugar, la Ilustración como problema es un tema central que caracteriza la formulación misma del proyecto de Teoría Crítica. Uno de sus objetivos prioritarios (“Introducir razón en el mundo”) sitúa ya al Instituto para la Investigación Social en la tradición ilustrada. Y esto, además, con una ventaja adicional: al inspirarse en la tradición marxista, todos los miembros de la escuela son conscientes de los peligros de la Ilustración, de su cara oculta que puede llegar a subvertir sus ideales, y presentar como logros de la emancipación del ser humano, lo que, en realidad, mantiene la opresión o la explotación. Se trata, por tanto, no de una Ilustración confiada en sus posibilidades, sino, por el contrario consciente de sus posibles desviaciones, de sus errores históricos, que pueden hacer que la historia de la humanidad evolucione precisamente en una línea contraria a la pretendida. Por ello, la teoría crítica se entiende a sí misma como una teoría eminentemente materialista: es el contacto con la realidad y con los problemas sociales, y la prevención respecto a cualquier tipo de distorsión ideológica, lo que puede conseguir que los ideales ilustrados no sean traicionados por aquellos mismos que los promueven. La Ilustración se convierte así en uno de los problemas que ocuparon la reflexión de Adorno y Horkheimer. En primer lugar como oportunidad (“Teoría Tradicional y Teoría Crítica”, “Materialismo, Metafísica y Moral”) y, en un segundo momento, como anhelo que debe ser sometido a control y vigilancia.

La persecución nazi como punto de inflexión

En segundo lugar, Auschwitz, convertido en símbolo de la persecución nazi, representa un giro muy significativo en el pensamiento de Adorno y Horkheimer, precisamente por ser una negación histórica y social del proyecto de Teoría Crítica y de toda la Ilustración. Auschwitz viene a ser la sentencia de muerte de la capacidad crítica y reflexiva que los frankfurtianos asociaban a su teoría. Mientras la Teoría Crítica investigaba aquellos procesos sociales que perpetuaban el horror y la explotación, estos mecanismos sociales iban en ascenso. Auschwitz viene a ser, en este sentido, la culminación de la opresión racionalmente calculada. La tragedia de Auschwitz no radica solamente en lo que allí ocurrió, sino en que todo aquello estaba completamente planificado y calculado. No se puede decir que los campos de exterminio fueran la consecuencia de un grupo de locos, o de personas irracionales. Muy al contrario, los planes de exterminio eran enormes sistemas racionales (al menos desde un punto de vista instrumental), destinados a fines (estos sí, irracionales, ¿pero cómo determinar su irracionalidad?) que fueron ampliamente extendidos por agudos sistemas de propaganda.

Esta experiencia, que llevó al exilio a muchos de los frankfurtianos, provocó la renuncia a los objetivos originarios de la Teoría Crítica y un replanteamiento de sus ideas centrales. De la esperanza respecto a la Ilustración (y todo lo que significaba) a la desconfianza respecto a la misma. El pensamiento de los frankfurtianos a partir de esta época ha recibido muchos calificativos: escepticismo, posmodernidad, irracionalismo… Al margen de todas estas etiquetas, que no terminan de captar el pensamiento de los frankfurtianos en su globalidad, Adorno y Horkheimer se ocupan de la filosofía después del Holocausto, tratando de darle una forma a la altura de los tiempos históricos en que se realizaba. No es de extrañar, por tanto, que Adorno y Horkheimer reflexionaran de temas tan diversos como el arte o la religión, encontrando en estas instancias momentos de verdad que podían incluso desarrollar un potencial crítico frente a los movimientos regresivos de su tiempo.

El movimiento estudiantil

Revuelta estudiantil de 1968

Para finalizar esta contextualización histórica, cabe referirse a un suceso que, si bien no determinó el pensamiento de Adorno y Horkheimer, sí influyó en la evolución de la Escuela: nos estamos refiriendo al movimiento estudiantil de los años 60, en el que los miembros de la escuela, el menos en las revueltas de Frankfurt, jugaron un papel muy importante. De hecho, varios grupos de estudiantes se encerraron en el edificio del Instituto para la Investigación Social, provocando así un conflicto entre Adorno (que entonces dirigía el Instituto) y la policía.

El apoyo de los frankfurtianos a este tipo de movimientos estuvo siempre supeditado a que éstos no incluyeran ningún tipo de violencia, lo que les valió el rechazo y la crítica de ciertos grupos. Con todo, el compromiso político de los miembros de la escuela es innegable, y será un tema que ya atraerá la atención de Habermas a finales de los 50,

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