Existencialismo

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El Existencialismo        

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on la desaparición de Hegel (1770-1830) la filosofía contemporánea, que abarca del siglo XIX a nuestros días, entra en una crisis sin precedente. Su teoría, el Idealismo Absoluto, que consideraba como un principio único a "la idea" con que se identifican la naturaleza y el espíritu, era la corriente fundamental en el continente europeo.

La muerte de este filósofo alemán pone fin también a la era de los grandes sistemas filosóficos, y sirve como detonante de una corriente, quizá más propiamente dicho de varias corrientes que tienen como punto de contacto al hombre y su finitud, su desamparo, su fragilidad, su contingencia y la consecuente angustia que estas realidades le generan.

Para Abbagnano (2004) el término existencialismo se aplica "a un conjunto de filosofías o de direcciones filosóficas que tienen en común el instrumento del que se valen: el análisis de la existencia, aunque no tengan en común los supuestos y conclusiones", y que toman la palabra existencia "como el modo de ser propio del hombre en cuanto es un modo de ser en el mundo".^[1]  

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El existencialismo tiene su apogeo a lo largo del siglo XX. Surge en el marco de una Europa sumida en la guerra, y como reacción hacia las filosofías abstractas para concentrarse en los planteamientos concretos del hombre.

Ha tenido diversos representantes y seguido líneas de evolución heterogéneas.

Se considera precursor a Søren Kierkegaard (1813-1855), crítico de la dialéctica objetiva y racional de Hegel, y cuya existencia estuvo marcada por la angustia, tema que da título a su libro "El concepto de la angustia" (1844).

Definió tres estadios en la vida humana: estético: se pretende el goce para siempre, lo más  importante es el placer; ético: prima el deber; religioso, tiende a la fe y la salvación.

Privilegia la supremacía del individuo sobre el sistema, y busca recuperar el cristianismo originario. Postula que la existencia auténtica es en la que se enfrenta a la angustia y al sinsentido, en lugar de abstraerse. Experiencia de singularidad, desesperación y angustia son tres aspectos decisivos de su pensamiento.

Posteriormente, el español Miguel de Unamuno (1864-1936), centra su reflexión en el hombre concreto. Coincide con Kierkegaard en que la angustia nace del anhelo por perdurar tras la muerte y por la incertidumbre ante la existencia de Dios. "Del sentimiento trágico de la vida" es una de sus principales obras.

En el existencialismo se inserta igualmente el psiquiatra alemán Karl Jaspers (1883-1969), quien sostiene que las "situaciones límite" --enfermedades, dolor, muerte...-- llevan al hombre a replantearse la vida.

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