Explicación Y Comprensión

El debate que suscita la metodología de las ciencias naturales y las ciencias humanas han cobrado gran interés desde la modernidad hasta la actualidad. Surgen del análisis de la manera en que se piensa y se habla de las cosas desde las diferentes ramas del conocimiento. El fundamento de dicho debate está en apuntar hacia una primacía de un único método que sea aplicable en todas las ciencias y que, más que a la verdad, conduzca a certezas. En las discusiones en torno a esta problemática se hace presente la confrontación entre explicación, como un modo de dar razón de los fenómenos naturales por medio de relaciones entre todas las variables que configuran un fenómeno, y comprensión, que da razón de las acciones, instituciones y en general las construcciones y acciones humanas a través de la interpretación, que pertenecen, respectivamente, a las ciencias naturales y las ciencias humanas refiriéndose también a la epistemología y a la ontología. Lo cierto es que la multiplicidad y variabilidad de los problemas del mundo contemporáneo no pueden abordarse desde una única perspectiva. La realidad no puede ser reducida a una visión y un método exclusivo que puede no ser suficiente para entender el fenómeno o que simplemente no ofrece los medios ni los procedimientos necesarios para ahondar en su naturaleza.

No es extraño que muchos teóricos de la ciencia critiquen la poca rigurosidad y objetivismo en los estudios sociológicos y psicológicos por carecer de bases cuantitativas al mismo tiempo que intentan introducir en las ciencias humanas el modelo explicativo propio de las ciencias naturales con el único fin de “dar credibilidad” y autenticidad a las investigaciones concernientes al hacer y al espíritu humano. Esta tendencia se evidencia en ciencias puramente humanas como la Sociología, la Economía e incluso la Psicología en las que es evidente la preocupación por el uso de métodos científicos para dar certeza y hacer más exactas sus propias conclusiones. El deseo de aplicar el método explicativo de las ciencias exactas en las humanidades es comprensible. Éstas han experimentado un auge y un crecimiento acelerado desde el siglo XIX y en consecuencia también han logrado un desarrollo y un grado de exactitud extraordinarios.

En comparación con los teóricos de la ciencia, son muchos los Filósofos, Intelectuales Literarios, etc. los que incurren en un error similar al de los primeros. Son los protagonistas en las discusiones y análisis de la realidad social y económica. Sus ideas suelen carecer del rigor y apego a los hechos y la objetividad. Su tendencia inductiva a generalizar a partir de casos particulares es prueba fehaciente de su desconocimiento de las estadísticas y los índices de criminalidad, pobreza, desempleo, educación, etc. Que para efectos de análisis social no pueden pasarse por alto. Para ellos, en ocasiones, basta un solo ejemplo para proponer una visión rotunda de la sociedad.

Del este análisis metodológico surge la pregunta de si las ciencias naturales realmente constituyen un

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