FILOSOFÍA PENSAMIENTO POLPITICO Y ECONÓMICO
strigameTesis1 de Julio de 2015
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CATEDRA DOMINICANA TOMISTA
JUAN CARLOS PUENTEAS ARIAS
LIC. FILOSOFÍA PENSAMIENTO POLPITICO Y ECONÓMICO
CENTRO REGIONAL TUNJA
UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS
VICERRECTORIA GENERAL DE UNIVERSIDAD ABIERTA Y A DISTANCIA
FACULTAD DE EDUCAIÓN
2015
1. ¿Cuáles fueron los aportes de la Vida y Obra de Santo Domingo de Guzmán que permitieron a la tradición dominicano-tomista centrarse en la búsqueda de la Verdad?
Santo Domingo de Guzmán, estudió humanidades en Gumiel de Izán, estudia Artes y Teología en el Estudio General de Palencia, por los años 1185 a 1195.
Allí cultivó la dialéctica y aprendió el oficio de la oratoria, pero sobre todo se dedicó al estudio, meditación, asimilación de la Palabra de Dios en la Biblia. Allí también, durante los cursos de teología, se solidarizó totalmente con el pueblo que pasaba momentos de angustia económica, a causa de guerras y malas cosechas, vendió los libros y códices que había adquirido a alto precio, y tomó clara conciencia de que “no podía estudiar sobre pieles muertas, códices, mientras veía morir a las vivas, los hombres”.
Santo Domingo de Guzmán aprendió teología estudiando y meditando sobre los Evangelios y sobre las Cartas de san Pablo. Dicen que sabía de memoria el Evangelio según san Mateo y las Cartas de Pablo. Por eso su predicación era profundamente evangélica y su espíritu tenía mucho del espíritu paulino, aunque su temperamento fuera muy distinto del de Pablo.
Domingo, como Pablo, de día y de noche, estudiaba, meditaba, y en todo momento se sentía urgido por la predicación, y la hacía con entrañas de misericordia y compasión por los pecadores y descarriados. Hacía y sabía hacer. Vivía y comunicaba vida en el Espíritu, asumiendo pruebas, persecuciones, responsabilidad y sacrificios, con caridad y misericordia.
Es así que, Santo Domingo enseñó muy bien estas dos ideas de Jesús a sus discípulos: ser sal y ser luz. Por eso buscaba salvar al mundo de la corrupción e iluminarlo con la verdad. Y porque reunía las dos condiciones en alto grado, de él se dice que poseía la caridad de la verdad (BUSTOS, Tomas O.P).
Este gran santo nos recuerda que en el corazón de la Iglesia debe arder siempre un fuego misionero, que empuja incesantemente a llevar el primer anuncio del Evangelio y, donde sea necesario, a una nueva evangelización: ¡es Cristo, de hecho, el bien más precioso que los hombres y las mujeres de todo tiempo y de todo lugar tienen el derecho de conocer y amar!.
Domingo, quiso fundar una Orden religiosa de predicadores teólogos, nos recuerda que la teología tiene una dimensión espiritual y pastoral, que enriquece el alma y la vida. Los sacerdotes, los consagrados y también todos los fieles pueden encontrar una profunda “alegría interior” al contemplar la belleza de la verdad que viene de Dios, verdad siempre actual y siempre viva. El lema de los Frailes Predicadores contemplata aliis tradere nos ayuda a descubrir, además, un anhelo pastoral en el estudio contemplativo de estas verdades, por la exigencia de comunicar a los demás el fruto de la propia contemplación.
A la espiritualidad de su Orden pertenece la expresión, que completa el lema general "veritas", de "caritas veritatis". La verdad querida, apasionadamente buscada, incluso con "studium", con fervor. Sin embargo, la expresión "caritas" va más allá de lo que podríamos llamar apasionamiento por la verdad. Pero la "caritas" hace alusión directa a las personas. Es la verdad de las personas y para las personas la que se busca y ofrece: sólo la persona puede ser objeto de la caridad. Precisamente porque se pensó más en la verdad que en las personas, porque se entendió la "caritas veritatis", al margen de las personas, se desarrolló en la Iglesia la inquisición o las cruzadas.
Por ello, a su predicación pertenece la escucha del otro, el captar sus preocupaciones y también sus argumentos. Cuenta con el encuentro con las personas. Y con el diálogo con ellas. Dialogar supone escuchar; discutir los argumentos exige estar atento a lo que el otro arguye. Es el estilo que Domingo desarrolla y es que el predicador ha de estar pendiente de las dos direcciones de la verdad: la verdad escuchada, y la verdad expuesta. Amar la verdad es amar su escucha y su transmisión (LEÓN L JUAN JOSÉ, OP).
2. Teniendo como base la vida y obra de los personajes del pensamiento dominicano elija uno y rescate los aportes que este hace a la pedagogía.
Fr. Francisco de Vitoria
El Prof. Rafael Fayos dice en su semblanza de santo Tomás que todo personaje excepcional se caracteriza por haber estado a la altura de su tiempo; y creo que sin corregir lo más mínimo la afirmación, que es muy verdadera, se podría añadir que lo excepcional de determinadas figuras no está sólo en haber sabido estar a la altura del tiempo en que vivieron, sino en el hecho de que con su vida y aportación lo configuraron definitivamente, haciendo de aquel tiempo lo que fue. Y si eso es posible decirlo de los individuos, también es posible decirlo de las naciones, que como sujetos colectivos se mueven en la historia y la configuran, mostrando de ese modo una vocación y un carácter particular que solo el tiempo y una cierta inteligencia es capaz de desvelar.
Así sucedió con España en el siglo XVI, tiempo en el que florecieron figuras excepcionales en todos los ámbitos de la vida humana (intelectual, política y religiosa) que acompasaron la obra inmensa que España como nación realizó, y que mostró su vocación más profunda, de tan fuerte personalidad que habrían de permanecer señeras, a lo largo de los siglos, y cuya influencia se habría de prolongar no sólo a lo largo de la historia patria, sino sobre la marcha espiritual y la cultura del mundo. Una de estas figuras de tan alta ejemplaridad y eficacia en los siglos siguientes fue Francisco de Vitoria ( URDANOZ, T. (1950) Introducción biográfica, en Obras de Francisco de Vitoria. Relecciones teológicas.)
Nació en Burgos en 1483. Ingresó en el convento dominicano de S. Pablo de Burgos en 1505. Francisco de Vitoria completó aquí su formación humanística e hizo dos años de filosofía. De inteligencia sobresaliente, fue enviado a terminar sus estudios y completar su formación a París, al Estudio General dominicano de Santiago, incorporado a la universidad.
Francisco de Vitoria estuvo en París 15 años, desde 1508 hasta 1523, primero como estudiante y luego como profesor. En el curso 1508-1509 completa su formación filosófica. Entre 1509 y 1513 hace los estudios de teología hasta la consecución del grado de bachiller. Entre 1513 y 1516 enseña artes o filosofía en la sede universitaria del Estudio General dominicano de Saint Jacques. En 1516 inicia la enseñanza de la teología en la cátedra universitaria para extranjeros en ese centro dominicano. Como broche de oro de su docencia, después de superar las requeridas y duras pruebas, el 24 de marzo de 1522 consigue la Licencia en Sagrada Teología y el 27 de junio siguiente la Laurea o Doctorado. Finalizados sus estudios y su profesorado en París, los superiores hispanos le ordenaron la vuelta a su tierra.
Veinte años duró la docencia de F. de Vitoria en Salamanca (de 1526 a 1546), explicando la Suma de la Teología de Sto. Tomás. Además de las lecciones ordinarias los catedráticos salmantinos estaban obligados a dar anualmente una lección extraordinaria de dos horas ante el gremio entero universitario. Es lo que se llamaba repetición o relección. Quince fueron las relecciones pronunciadas por Vitoria, y todas ellas se conservan menos la primera y la última. Su doctrina teológico-filosófico-jurista se contiene principalmente en sus relecciones y es por éstas como ha sido conocido internacionalmente. De ahí los títulos que se le han conferido de Fundador de la Escuela Teológico-Jurídica de Salamanca y Fundador del Derecho Internacional Moderno. Vitoria es al mismo tiempo filósofo y teólogo.
Así, Vitoria, en pleno florecimiento de su vida y juventud, pues contaba con sólo treinta y cuatro años, es elevado al puesto de catedrático en propiedad de aquella cátedra de Prima de teología, que iba a convertir en la más gloriosa sede de enseñanza teológica de toda España y tal vez de Europa durante los veinte años que estuvo consagrado a ella (URDANOZ, T. 1950), desde ella fue llamado padre del renacimiento teológico español por la decisiva influencia que durante todos esos años ejerció en lo más selecto de la juventud española.
La Sociedad de Naciones, la proclamación y tutela de los derechos del hombre, se enseñan en la Universidad de Salamanca por Fray Francisco de Vitoria en el siglo XVI, 400 años antes de que tuvieran cuerpo estas realidades. He aquí algunas de sus redacciones:
“El derecho de gentes no sólo tiene fuerza por el pacto y convenio de los hombres, sino que tiene por sí mismo fuerza de ley, Y es que el orbe todo, que en cierta manera forma una república, tiene poder de dar leyes justas y a todos convenientes, como son las del derecho de gentes. De donde se desprende que pecan mortalmente los que violan los derechos de gentes, sea de paz, sea tocantes a la guerra. Y en los asuntos graves, como en la inviolabilidad de los legados, ninguna nación puede darse por no obligada por el derecho de gentes, pues éste viene conferido por la autoridad de todo el orbe.”
“Los indios tienen sus derechos a permanecer en su religión y a que nadie los coaccione
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