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Filosofia Ciencia Y Religion

timino22 de Febrero de 2012

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Filosofía-Ciencia-Religión

Filosofía de la ciencia

La filosofía de la ciencia investiga la naturaleza del conocimiento científico y la práctica científica. Se ocupa de saber, entre otras cosas, cómo se desarrollan, evalúan y cambian las teorías científicas, y de saber si la ciencia es capaz de revelar la verdad de las "entidades ocultas" (o sea, no observables) y los procesos de la naturaleza. Son filosóficas las diversas proposiciones básicas que permiten construir la ciencia. Por ejemplo:

• La realidad existe de manera independiente de la mente humana (tesis ontológica de realismo).

• La naturaleza es regular, al menos en alguna medida (tesis ontológica de legalidad).

• El ser humano es capaz de comprender la naturaleza (tesis gnoseológica de inteligibilidad).

Si bien estos supuestos metafísicos no son cuestionados por el realismo científico, muchos han planteado serias sospechas respecto del segundo de ellos1 y numerosos filósofos han puesto en tela de juicio alguno de ellos o los tres.2 De hecho, las principales con respecto a la validez de estos supuestos metafísicos son parte de la base para distinguir las diferentes corrientes epistemológicas históricas y actuales. De tal modo, aunque en términos generales el empirismo lógico defiende el segundo principio, opone reparos al tercero y asume una posición fenomenista, es decir, admite que el hombre puede comprender la naturaleza siempre que por naturaleza se entienda "los fenómenos" (el producto de la experiencia humana) y no la propia realidad.

En pocas palabras, lo que intenta la filosofía de la ciencia es explicar problemas tales como:

• la naturaleza y la obtención de las ideas científicas (conceptos, hipótesis, modelos, teorías, paradigma, etc.);

• la relación de cada una de ellas con la realidad;

• cómo la ciencia describe, explica, predice y contribuye al control de la naturaleza (esto último en conjunto con la filosofía de la tecnología);

• la formulación y uso del método científico;

• los tipos de razonamiento utilizados para llegar a conclusiones;

• las implicaciones de los diferentes métodos y modelos de ciencia.

La filosofía de la ciencia comparte algunos problemas con la gnoseología, la teoría del conocimiento, pero a diferencia de ésta restringe su campo de investigación a los problemas que plantea el conocimiento científico (que, tradicionalmente, se distingue de otros tipos de conocimiento, como el ético o estético, o meramente de tradiciones culturales). Por su parte, la teoría del conocimiento se ocupa de los límites y condiciones de posibilidad de todo conocimiento.

Algunos científicos han mostrado un vivo interés por la filosofía de la ciencia y algunos como Galileo Galilei, Isaac Newton y Albert Einstein, han hecho importantes contribuciones. Numerosos científicos, sin embargo, se han dado por satisfechos dejando la filosofía de la ciencia a los filósofos y han preferido seguir haciendo ciencia en vez de dedicar más tiempo a considerar cómo se hace la ciencia. Dentro de la tradición occidental, entre las figuras más importantes anteriores al siglo XX destacan entre muchos otros Platón, Aristóteles, Epicuro, Arquímedes, Boecio, Alcuino, Averroes, Nicolás de Oresme, Santo Tomas de Aquino, Jean Buridan, Leonardo da Vinci, Raimundo Lulio, Francis Bacon, René Descartes, John Locke, David Hume, Emmanuel Kant y John Stuart Mill.

La filosofía de la ciencia no se denominó así hasta la formación del Círculo de Viena, a principios del siglo XX. En la misma época, la ciencia vivió una gran transformación a raíz de la teoría de la relatividad y de la mecánica cuántica. Entre los filósofos de la ciencia más conocidos del siglo XX figuran Karl R. Popper y Thomas Kuhn, Paul Feyerabend, Imre Lakatos, Ilya Prigogine, etc..

Filosofía de la ciencia

La filosofía de la ciencia es la rama de la filosofía que tiene por objeto estudiar el saber científico desde un enfoque general y humano; en el sentido de cómo afecta a las personas y cómo componen el conocimiento acumulado, tanto históricamente como en el conjunto socio-cultural de la humanidad. Subsidiariamente, se ocupa de los métodos de investigación y de obtención de datos científicos; por lo que, muchas veces, se usa como sinónimo de epistemología. En el presente estudio abarcamos el significado de "filosofía de la ciencia" en dos direcciones:

• La filosofía de la ciencia como una disciplina independiente de una Teoría General del Conocimiento (gnoseología y epistemología), que pretende aclarar y dilucidar el discurso científico, en una labor de divulgación y de adaptación de los conceptos complejos de la ciencia a la inteligibilidad general del conocimiento.

• La filosofía de la ciencia como una taxonomía de disciplinas y saberes científicos, haciendo hincapié en las particularidades cognoscitivas de cada uno y en las diferencias metodológicas de cómo obtienen el conocimiento. Como tal, agrupamos en esta expresión de referencia, lo que podemos llamar filosofía de las ciencias.

Una cuestión muy actual que se puede incluir en el epígrafe, son las consideraciones sociales de la aplicación directa de la ciencia y de la tecnología. Por extensión del término, la filosofía de la ciencia se ocupa de su relación con otras formas de conocimiento distintas al proceder científico; tales como la religión, la política, la economía o el arte.

Filosofía de la religión

La filosofía de la religión es la rama de la filosofía que se ocupa del estudio filosófico de la religión, incluyendo argumentos sobre la naturaleza y existencia de Dios, el problema del mal, y la relación entre la religión y otros sistemas de valores como la ciencia y la ética.

ES LA "FILOSOFÍA DE LA CIENCIA" CIENCIA?

Resulta evidente que si es filosofía no es ciencia. Éso no es óbice para que la filosofía de la ciencia no tenga en consideración a los presupuestos científicos. Es más, parte de ellos para elaborar toda su especulación. La diferencia entre ambas es el uso de un lenguaje de contrastación empírica sistemática. La filosofía es un sistema de significados donde la comprobación es relativa a su accesibilidad metodológica; mientras que, para la ciencia es un paso netamente necesario. La filosofía atiende a razones suficientes (racionalidad potencial), pero la ciencia busca razones necesarias (racionalidad existencial): sólo si existe, es ciencia. La posibilidad de existir no es competencia científica.

Empero la ciencia se basa en su alto poder predictivo sobre sucesos que ha estudiado y formalizado. ¿Por qué entonces decimos que no trabaja sobre sucesos no-existentes, si las predicciones, independientemente del sistema en que se formulen, se realizan sobre fenómenos futuros cuya certeza presente no existe? La ciencia sólo realiza una clase de predicciones fundamentadas en la probabilidad de ocurrencia. Cuanto mayor es esa probabilidad, mayor es su validez científica. Superando el 90% de ocurrencia, el contenido de una proposición puede considerarse precientífica. En terrenos experimentales sin un gran volumen de replicación, el porcentaje de ocurrencia puede bajar ostensiblemente (al 60-70%). Y aunque supere porcentajes aceptables, el sistema significativo de la ciencia tampoco los valida así como así. No se puede prescindir de algunos aspectos de control cognoscitivo: precisión, establecimiento de la variabilidad/invariabilidad, deducibilidad, axiomatización, contrastación, valor práxico, distinción, observación, información intensiva, conceptualización inequívoca, clasificación, condicionalidad, aplicabilidad, verosimilitud, diferenciación y existencia demostrable.

La ciencia tiene ocasión de considerar la necesidad de una filosofía específica por lo que significa la libertad como condición para su desarrollo. Muchas veces se ha criticado su excesiva dependencia de la política, de lo militar y de lo económico, por lo que aparecen en su horizonte las siguientes aspiraciones:

• Autonomía metodológica e interventiva

• Neutralidad

• Objetividad

Desgraciadamente, los científicos no han tenido siempre la misma coherencia ética y estética que guía su coherencia estructural cognoscitiva. Hay veces que, lo que se llama ciencia, dictamina increíblemente sobre lo que es necesario y lo que no; porque la comunidad científica, ni tan siquiera el conjunto de la sociedad, decide las líneas que ha de seguir la ciencia para su progreso y evolución. Generalmente, la investigación científica es guiada por proyectos para generar beneficios económicos o por intereses políticos para ofertar al electorado (en el mejor de los casos). La obligación impuesta a muchos científicos de guardar silencio sobre sus descubrimientos, secuestra al conocimiento y a la libre circulación y contrastación de ideas. Se hace, así pues, provechoso que la ciencia admitiese presupuestos deontológicos y éticos en su quehacer cotidiano, no siempre ponderados de manera armónica para la humanidad. La sociedad tiene la responsabilidad de que el conocimiento revierta en sus miembros de forma efectiva, actualizada y sensata. Renunciar a tal derecho, es dejar en manos de unos pocos, la información privilegiada. La educación y la formación científica de las personas, a buen seguro, abundarán en la reducción de las diferencias socioeconómicas y tecnológicas que existen entre las distintas poblaciones. No olvidemos tampoco, el compromiso que tenemos con el sostenimiento del planeta que habitamos y que compartimos con otras especies y seres vivos. La ciencia se

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