Filosofia La Mujer

Teología feminista: Dios ya no habla sólo en masculino. Carme Soto Varela

A lo largo de la historia han sido conscientes de las diferencias entre los sexos, esto ha llevado a preguntarse sobre las razones que sustentan su lugar secundario dentro de la sociedad y dentro de la misma Iglesia.

La modernidad propició el nacimiento de una consciencia femenina, que configuró una reflexión propia y posibilitó la conquista de derechos y espacios para las mujeres.

A partir de aquí el feminismo fue advirtiendo que la parcialidad de nuestra percepción de la realidad muchas veces iba en contra de las mujeres. Desde la antigüedad los sistemas sociales estaban basados en la preeminencia del varón sobre la mujer, es decir, la mujer era socialmente invisible.

El nacimiento de la teología feminista implicaba un cambio de paradigma que iba a afectar a la total cosmovisión de la realidad. A lo largo del siglo XX la teología feminista fue emergiendo como una urgencia de repensar también la fe desde el nuevo paradigma, es decir, un modo diferente de hacer teología, y esto implicaba una revisión en la liturgia, de la moral, y del modo vigente de organizar la vida eclesial. Los escritos de la Biblia fueron una fuente para la fe a lo largo de muchos siglos y también espacio conflictivo cuando los paradigmas culturales se fueron transformando.

Cuando en 1895 Elisabeth Candy Stanton y el grupo de mujeres que con ella comenzaron a leer la Biblia desde una perspectiva diferente, publicaron La Biblia de la mujer se puso de manifiesto que el discurso sobre Dios, incluso en la Sagrada Escritura, no era neutro, depende de dónde se lee y de quién extrae el mensaje. Los estudios bíblicos realizados por mujeres fueron analizando y sacando a la luz los distintos elementos que fundamentaban las raíces patriarcales y sus variados puntos de vista destaparon la aguda cuestión sobre la comprensión de la autoridad de la escritura. La teología feminista pretende elaborar un discurso teológico que se oponga a cualquier opresión y discriminación. Decir que Dios se revela desde la experiencia de las mujeres supone recuperar textos con protagonismo femenino, relanzar las metáforas femeninas de Dios, recordar las mujeres bíblicas, pero también re imaginar espacios de identidad creyente y facilitar experiencias que recuperen el auténtico acontecimiento salvífico del cristiano. El encuentro entre la Biblia y el movimiento feminista sólo se puede dar si se recoloca la presencia de la mujer en la Iglesia, ampliando conscientemente el número de voces que interpretan, viven y celebren la fe en una historia.

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