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Filosofia


Enviado por   •  15 de Julio de 2014  •  1.951 Palabras (8 Páginas)  •  207 Visitas

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Cox, Gary 2011, Cómo ser un existencialista, Barcelona: Ariel. [Trad. de Luis Noriega.] ISBN 978-84-344-6981-5, 172 páginas

Gary Cox es un filósofo británico, formado en el existencialismo sartreano, que en los últimos años se ha dedicado a escribir libros dirigidos a un público más general, como How to Be a Philosopher (Continuum, 2010), The Existentialist’s Guide to Death, the Universe and Nothingness (Continuum, 2011), The God Confusion (Bloomsbury, 2013) o el que aquí reseñamos. Cómo ser un existencialista (publicado originalmente en inglés por Continuum en 2009) pretende ser una guía accesible y amena sobre el exis- tencialismo, cosa que sin duda consigue, gracias a la capacidad del autor para explicar de una forma clara y concisa teorías filosóficas complejas —y a menudo expuestas de una forma bastante abstrusa por sus formuladores originales—, así como a su destreza como escritor. Pero el objetivo no es solo realizar una exposición de las principales ideas elaboradas por los existencialistas, sino también extraer consejos prácticos realis- tas a partir de éstas. El lector ideal del libro no solo asimilará sus contenidos, sino que estos contribuirán además a modificar su conducta y su carácter en alguna medida. Ciertamente, esto acerca el libro al género de la autoayuda, y el mismo autor no rehúye esta cercanía, subrayada por el subtítulo: Cómo tomar el control, ser auténtico y dejar de poner excusas. Además, es también evidente la conexión del libro con el ámbito de la consejería psicológica, filosófica o, más en particular, existencialista, como pone de manifiesto el capítulo final, dedicado a esta cuestión. En todo caso, es mucho más que eso. El libro consta de cinco capítulos. En el breve capítulo inicial, el autor propone tres criterios para ser existencialista, que coinciden con las tres dimensiones del existen- cialismo que expondrá más pormenorizadamente en el segundo capítulo; a saber, hay que conocer las ideas existencialistas, incluida su visión del mundo, hay que aceptar (críticamente) estas ideas y hay, finalmente, que esforzarse constantemente por vivir en concordancia con ellas (lo que supone, como veremos, superar la mala fe y tratar de ser auténtico). Más sustancial es el capítulo segundo, “Qué es el existencialismo”, en el que se presentan los conceptos fundamentales del existencialismo, como son su noción de conciencia y la naturaleza intencional de ésta, la temporalidad, el ser para otros, la libertad, la responsabilidad y la angustia. Una de las ideas que cabe destacar de la caracterización de Cox es que no se trata de un movimiento nihilista, por bien que sostenga que la vida es en último término absurda, pues existe la posibilidad de darle un sentido a la existencia, pero solo el sentido que cada uno le dé. O la exposi- ción de la relación entre consciencia, temporalidad y libertad: por su misma natura- leza, la consciencia está fuera del orden causal, del mundo de las causas y los efectos,

uaderns de filosofia vol. i núm. i (2014): 81-4 issn: 2341-1414

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pues es trascendencia temporal, del pasado hacia el futuro, apertura de posibilidades. Esto hace que la conciencia (y, con ella, sus poseedores) sea necesariamente libre y responsable, sin que sea posible no serlo, no elegir, pues no elegir es ya elegir, y elegir no elegir también conlleva sus responsabilidades. Además, estas elecciones se realizan necesariamente sobre la base de la “facticidad”, puesto que toda libertad surge de un contexto que tiene que “trascender”, pero del cual depende. Cox matiza esta noción de libertad apelando a Merleau-Ponty, pero en todo caso esta situación existencial no puede más que conducir a la angustia y a la tentación de caer en la mala fe (que será objeto del siguiente capítulo). Independientemente de la plausibilidad metafísica de esta concepción, no hay duda de que, como visión del mundo y actitud ante la vida, tiene su atractivo. Antes de seguir, cabe decir que el libro da preeminencia a la versión del existen- cialismo de Sartre, pero también atiende a las doctrinas, o nociones especialmente influyentes, de otros autores de la tradición existencialista, en un sentido amplio; espe- cialmente Heidegger, pero también Nietzsche, Kierkegaard o Schopenhauer, Simone de Beauvoir, Merleau-Ponty o Albert Camus. En realidad, el sentido es tan amplio que incluye, asimismo, la vertiente literaria del movimiento conformada, además de por la obra de ficción del mismo Sartre, por escritores como Beckett, Dostoievski o incluso Shakespeare. También se presentan, sucintamente, algunas ideas de Husserl, de Bren- tano o de la fenomenología, en general, en las que se apoya el existencialismo. Los dos siguientes capítulos pasan ya a ocuparse de la cuestión crucial (la tercera dimensión anterior): vivir en concordancia con las ideas existencialistas. En concreto, el capítulo cuarto, “Cómo no ser existencialista”, caracteriza las actitudes que el movi- miento considera negativas, que debemos evitar en nuestras vidas. La noción central aquí es la “mala fe”. Lo primero que el autor aclara es que mala fe no es autoengaño, entre otras cosas porque, para Sartre, el autoengaño es imposible. En tanto que “tras- lúcida”, la conciencia no puede engañarse a sí misma, no puede ser la engañadora y la engañada a un tiempo. Según la caracterización de Cox, la mala fe es más bien “un proyecto permanente de autodistracción y autoevasión”. Cox describe y comenta los ejemplos más célebres que aparecen en El Ser y la Nada: la joven coqueta, que se desen- tiende de su situación, eligiendo no elegir; el camarero, que parece entregarse a la facti- cidad del ser camarero; y el homosexual que se excusa en que él no es su conducta. Cox tiene su propia interpretación del segundo ejemplo; para él, el camarero “se esfuerza por asumir la responsabilidad por la facticidad de su situación, eligiéndose positiva- mente en su situación al sumergirse por completo en el papel elegido” (92). El caso del homosexual es más complicado. La mera sinceridad

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