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Filosofía Del Derecho


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2014  •  8.296 Palabras (34 Páginas)  •  296 Visitas

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UNIDAD l. CONOCIMIENTO, CIENCIA Y FILOSOFIA

EL POR QUÉ DE LA FILOSOFÍA

Aunque en la actualidad pueda parecer inútil la filosofía, para muchos, la filosofía puede responder muchas de nuestras preguntas en el diario vivir. Quizá la filosofía interese a unos pocos, a los que tienen vocación filosófica, pero ésos ya tendrán en cualquier caso tiempo de descubrirla más adelante ¿No es una pérdida de tiempo caprichosa y reaccionario, los primeros adversarios de la filosofía le reprochaban ser cosa de niños, adecuada como pasatiempo formativo en los primeros años pero impropia de adultos hechos y derechos. Por ejemplo, Cálleles, que pretende rebatir la opinión de Sócrates de que “Es mejor padecer una injusticia que Causarla”. Según Calicles, lo verdaderamente justo, digan lo que quieran las leyes, es que los más fuertes se impongan a los débiles, los que valen más a los que valen menos y los capaces a los incapaces. La ley dirá que es peor cometer una injusticia que sufrirla pero lo natural es considerar peor sufrirla que cometerla. “La filosofía es ciertamente, amigo Sócrates, una ocupación grata, si uno se dedica a ella con mesura en los años juveniles, pero cuando se atiende a ella más tiempo del debido es la ruina de los hombres”. Todos los reproches contra la filosofía en cuatro palabras, bastan éstas: no sirve para nada. Los filósofos se empeñan en saber más que nadie de todo lo imaginable aunque en realidad no son más que charlatanes amigos de la vacua palabrería. Y entonces, ¿quién sabe de verdad lo que hay que saber sobre el mundo y la sociedad? Pues los científicos, los técnicos, los especialistas, los que son capaces de dar informaciones válidas sobre la realidad. En el fondo los filósofos se empeñan en hablar de lo que no saben: Sócrates lo reconocía así, cuando dijo “Sólo sé que no sé nada”. Así pues, en la época actual, la de los grandes descubrimientos técnicos ¿Qué información podemos recibir de la Filosofía? La única respuesta que hubiera probablemente ofrecido el propio Sócrates: ninguna. Nos informan las ciencias de la naturaleza, los técnicos, los periódicos, algunos programas de televisión... pero no hay información FILOSOFICA. ¿Es información lo único que buscamos para entendernos mejor a nosotros mismos y lo que nos rodea? No queremos más información sobre lo que pasa sino saber qué significa la información que tenemos, cómo debemos interpretarla y relacionarla con otras informaciones anteriores o simultáneas.

Digamos que se dan tres niveles distintos de entendimiento:

A. La información, que nos presenta los hechos y los mecanismos primarios de lo que sucede.

B. El conocimiento, que reflexiona sobre la información recibida, jerarquiza su importancia significativa y busca principios generales para ordenarla.

C. La sabiduría, que vincula el conocimiento con las opciones vitales o valores que podemos elegir, intentando establecer cómo vivir mejor de acuerdo con lo que sabemos.

La ciencia se mueve entre el nivel A y el B de conocimiento, mientras que la Filosofía opera entre el B y el C. De modo que no hay información propiamente filosófica, pero sí puede haber conocimiento filosófico y nos gustaría llegar a que hubiese también sabiduría filosófica. ¿Es posible lograr talcosa? ¿Se puede enseñar tal cosa?

La filosofía nos muestra las cosas desde otra perspectiva, mucho más profunda.

Tanto la ciencia como la filosofía intentan contestar preguntas suscitadas por la realidad. De hecho, en sus orígenes, ciencia y filosofía estuvieron unidas y sólo a lo largo de los siglos la física, la química, la astronomía o la psicología se fueron independizando de su común matriz filosófica. En la actualidad, las ciencias pretenden explicar cómo están hechas las cosas y cómo funcionan, mientras que la filosofía se centra más bien en lo que significan para nosotros; la ciencia debe adoptar el punto de vista impersonal para hablar sobre todos los temas, mientras que la filosofía siempre permanece consciente de que el conocimiento tiene necesariamente un sujeto, un protagonista humano. La ciencia aspira a conocer lo que hay y lo que sucede; la filosofía se pone a reflexionar sobre cómo cuenta para nosotros lo que sabemos que sucede y lo que hay. La ciencia multiplica las perspectivas y las áreas de conocimiento, es decir fragmenta y especializa el saber; la filosofía se empeña en relacionarlo todo con todo lo demás, intentando enmarcar los saberes en un panorama teórico que sobrevuele la diversidad desde esa aventura unitaria que es pensar, o sea ser humanos. La ciencia desmonta las apariencias de lo real en elementos teóricos invisibles en elementos abstractos inadvertidos; sin ignorar ni desdeñar ese análisis, la filosofía rescata la realidad humanamente vital de lo aparente, en la que transcurre la peripecia de nuestra existencia concreta. La ciencia busca saberes y no meras suposiciones; la filosofía quiere saber lo que supone para nosotros el conjunto de nuestros saberes, hasta si son verdaderos saberes o ignorancias disfrazadas. La filosofía suele preguntarse principalmente sobre cuestiones que los científicos dan ya por supuestas o evidentes. Thomas Nagel dice “La principal ocupación de la filosofía es cuestionar y aclarar algunas ideas muy comunes que todos nosotros usamos cada día sin pensar sobre ellas” Un historiador puede preguntarse qué sucedió en tal momento del pasado, pero un filósofo preguntará ¿Qué es el tiempo? Un matemático puede investigar las relaciones entre los números pero un filósofo preguntará: ¿qué es un número? Un físico se preguntará de qué están hechos los átomos o qué explica la gravedad, pero un filósofo preguntará: ¿cómo podemos saber que hay algo fuera de nuestras mentes? En cualquier caso, tanto las ciencias como la filosofía contestan a preguntas suscitadas por lo real. Pero a tales preguntas las ciencias brindan soluciones, contestaciones que satisfacen de tal modo la cuestión planteada que la anulan y disuelven. Cuando una contestación científica funciona como tal ya no tiene sentido insistir en la pregunta, que deja de ser interesante. En cambio, la filosofía no brinda soluciones sino respuestas las cuales no anulan las preguntas pero nos permiten convivir racionalmente con ellas aunque sigamos planteándonoslas una y otra vez: por muchas respuestas filosóficas que conozcamos a la pregunta que inquiere sobre qué es la justicia o qué es el tiempo, nunca dejaremos de preguntarnos por el tiempo o la justicia ni descartaremos como ociosas o superadas las respuestas dadas a esas cuestiones por filósofos anteriores. Las respuestas filosóficas no

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