Homicidio Santo Tomás
CarolinnaPilar31 de Mayo de 2013
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Cuestión 64:De los vicios opuestos a la justicia conmutativa y en primer lugar del homicidio.
Proemio
Son de considerarse ahora los vicios opuestos a la justicia conmutativa, y 1° trataremos de los pecados, que se cometen con ocasión de las conmutaciones involuntarias, y 2º de los que se cometen con relación a las voluntarias. Se cometen pecados con relación a las conmutaciones involuntarias, por cuanto se perjudica al prójimo contra su voluntad, lo cual puede hacerse de dos maneras, de obra o de palabra: por obra, cuando se hiere al prójimo ya en su propia persona, ya en una persona a él unida, o ya en sus propios bienes. De estas tres maneras trataremos por orden, comenzando por el homicidio, por el que se daña sobre todo al prójimo, y acerca del cual examinaremos ocho puntos: 1º ¿Es pecado matar a los animales brutos o destruir las plantas? 2º ¿Es lícito matar al pecador? 3º ¿Es permitido esto a un particular o solamente a una persona pública? 4º ¿Lo es a un clérigo? 5º ¿Es lícito a alguno suicidarse? 6º ¿Es lícito quitar la vida a un hombre justo? 7° ¿Lo esa alguno matar a un hombre en defensa de sí mismo? 8º ¿El homicidio, casual es pecado mortal?
Artículo 1:¿Es ilícito matar a cualesquiera seres vivientes?
Parece que es ilícito matar a cualesquiera seres vivientes, porque dice el Apóstol (Rm 13,2): los que resisten a la ordenación de Dios, ellos mismos se atraen la condenación; y por ordenación de la Providencia divina se conservan todos los seres vivientes, según aquello; (Sal 146,8), el que produce en los montes heno y pasto para los jumentos. Luego parece ser ilícito dar muerte a cualesquiera seres vivientes.
El homicidio es pecado, porque el hombre es privado de la vida. Pero la vida es común a todos los animales y plantas. Luego por la misma razón parece ser pecado matar los animales brutos y las plantas
En la ley divina no se determina, pena especial sino por el pecado; mas para el que mata el buey u oveja de otro se establece una pena determinada en la ley divina, como consta (Ex 22). Luego el matar a los brutos animales es pecado.
Por el contrario, San Agustín dice (De civ. Dei, l. 1, c. 20): cuando oímos, no matarás, no entendemos que esto se ha dicho acerca de los vegetales, puesto que ningún sentido tienen; ni tampoco de los animales irracionales, porque por ninguna razón nos están asociados: luego solo nos queda que entendamos acerca del hombre lo que se dice, no matarás.
Responderemos, que nadie peca por valerse de una cosa para el fin a que está destinada; y en el orden de las cosas las más imperfectas existen para las más perfectas, como también en la vía de la generación la naturaleza procede de lo imperfecto a lo perfecto. De aquí resulta que, así como en la generación del hombre lo primero es lo vivo, luego el animal y por último el hombre; así también los seres que solamente viven, como las plantas, existen en general para los animales, y todos los animales para el hombre. Por consiguiente, si el hombre usa de las plantas en provecho de los animales y de estos para utilidad de los hombres, esto no es ilícito, como también consta por el Filósofo (Polit. l. 1, c. 5 y 7). Pero entre otros usos parece ser más necesario que los animales se valgan de las plantas para su alimentación y los hombres de los animales, lo cual no puede tener lugar sin matarlos: por consecuencia es lícito matar las plantas para el uso de los animales, y los animales para el uso de los hombres, según el mandato divino, pues se dice (Gn 1,29), ved que os he dado toda hierba... y todos los árboles, para que os sirvan de alimento a todos los animados de la tierra, y (Gn 9,3) se lee, todo lo que se mueve y vive os servirá para alimento.
Al argumento 1º diremos, que por disposición divina se conserva la vida de los animales y de las plantas, no por causa de sí mismos, sino del hombre; por lo que, como dice San Agustín (De civ. Dei, l. 1, c. 20), por justísima ordenación del Criador su vida y su muerte están entregadas a nuestros usos.
Al 2º que los animales brutos y las plantas no tienen vida racional, por la cual puedan obrar por sí mismos; sino que siempre se mueven como por otro con cierto impulso natural, y esto es señal de que son naturalmente esclavos y acomodados para los usos de otros.
Al 3º que el que mata el buey de otro, peca en verdad; no porque mata el buey, sino porque daña al hombre en lo que es suyo; por consiguiente no se contiene bajo el pecado de homicidio sino bajo el pecado de hurto o rapiña.
Artículo 2:¿Es lícito matar a los pecadores?
Parece que no es lícito matar a los hombres pecadores: porque el Señor (Mt 13) prohibió en la parábola extirpar la cizaña, que representa a los hijos malos, como se dice (Glos. ord.); y todo lo que Dios prohíbe, es pecado. Luego matar al pecador es pecado.
La justicia humana se conforma a la justicia divina, según la cual son conservados los pecadores, para que se arrepientan, según aquello (Ez 18,23; Ez 18,32 y Ez 33,11): no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Luego parece que es absolutamente injusto el matar a los pecadores.
Lo que es malo en sí, no es lícito que se haga con algún buen fin, como consta por San Agustín (Lib. contra mendac. c. 7) y por el Filósofo (Ethic. l. 2, c. 6). Pero el matar al hombre es en sí malo, puesto que estamos obligados a amar a todos los hombres, y queremos que los amigos vivan y existan, según se ve (Ethic. l. 9, c. 4). Luego de ningún modo es lícito matar al hombre pecador.
Por el contrario, se dice (Ex 22,18), no permitirás que vivan los hechiceros; y (Sal 100,8), de madrugada mataba a todos los pecadores del país.
Responderemos que, según se ha dicho (S. Th. II-II, q. 64. a. 1), es lícito matar a los animales brutos, en cuanto se ordenan naturalmente para el uso de los hombres, como lo imperfecto se ordena a lo perfecto; y toda parte se ordena al todo como lo imperfecto a lo perfecto, por cuya razón toda parte existe naturalmente por el todo. Por esto vemos que, si es conveniente a la salud de todo, el cuerpo humano la amputación de algún miembro, por ejemplo, cuando está podrido o puede inficionar a los demás miembros; se verifica esta amputación como laudable y saludable. Mas cada persona singular se compara a toda la comunidad como la parte al todo; y por lo tanto, si un hombre es peligroso a la sociedad y la corrompe por algún pecado, laudable y saludablemente, se le quita la vida por la conservación del bien común; pues, como se dice (ICo 5,6), un poco de levadura corrompe toda la masa.
Al argumento 1° diremos, que el se mandó que se abstuviesen de arrancar la cizaña, por evitar se arrancara el trigo, esto es, los buenos: lo cual se verifica, cuando no pueden ser muertos los malos, sin que al mismo tiempo lo sean los buenos, ya porque están ocultos entre ellos, ya porque tienen muchos secuaces, de modo que no pueden ser muertos sin peligro de los buenos, como dice San Agustín (cont. Parmenianum, l. 3, c. 2). Así que el Señor enseña que vale más dejar vivir a los malos y reservar la venganza hasta el juicio final, que hacer perecer al mismo tiempo a los buenos. Pero, cuando por la muerte de los malos no amenaza peligro a los buenos, sino más bien seguridad y protección, entonces se puede lícitamente quitarles la vida.
Al 2º que Dios según el orden de su sabiduría mata algunas veces inmediatamente a los pecadores, para librar a los buenos; pero otras veces les concede tiempo de arrepentirse, según conoce que es conveniente a sus elegidos. En esto también le imita la justicia humana según su posibilidad; pues hace morir a los que son funestos a los demás, pero reserva para la penitencia a los que pecan sin perjudicar gravemente a otros.
Al 3º que el hombre pecando se separa del orden de la razón, y por esto se separa de la dignidad humana, esto es, según que el hombre es naturalmente libre y existente por sí mismo; y cae en; cierto modo en la esclavitud de las bestias, de modo que se disponga de él por utilidad de los demás, según aquello (Sal 48,21): el hombre, cuando estaba en honor, no lo entendió; ha sido comparado a las bestias insensatas y se ha hecho semejante a ellas; y (Pr 11,29) se dice: el que es necio servirá al sabio. Por consiguiente, aunque el matar al hombre, que conserva su dignidad, sea en sí malo; sin embargo el matar al hombre, pecador puede ser bueno, como el matar una bestia, pues peor es el hombre malo que una bestia, y causa más daño, según dice el Filósofo (Polit. l. 1, c. 2 y Ethic. l. 7, c. 6).
Artículo 3:¿Es permitido a una persona particular matar al hombre pecador?
Parece que es lícito a un simple particular matar al hombre pecador, porque en la ley divina ninguna cosa ilícita se manda, y (Ex 32,27) Moisés mandó: cada uno mate a su hermano y amigo y prójimo, por haber adorado al becerro de oro. Luego es lícito aun a las personas particulares matar al pecador.
El hombre a causa del pecado se compara a las bestias, como se ha dicho (S. Th. II-II, q. 64, a. 2, ad 3); pero matar la bestia silvestre, que causa mucho daño, es lícito a cualquiera persona particular. Luego por igual razón el matar al hombre pecador.
Es laudable que el hombre, aunque sea una persona privada, obre lo que es útil al bien común; y el quitar la vida a los malhechores es útil al bien común, como se ha dicho (S. Th. II-II, q. 64, a. 2). Luego es laudable que las personas aun privadas maten a los malhechores
Por el contrario, San Agustín dice (De civit. Dei, l. 1, c. 26): el que matare al malhechor sin alguna administración pública, será juzgado como homicida; y tanto más, cuanto que no temió usurpar una potestad,
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