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LA CONCEPCIÓN DE DIOS EN DESCARTES


Enviado por   •  25 de Junio de 2020  •  Ensayos  •  3.469 Palabras (14 Páginas)  •  96 Visitas

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LA CONCEPCIÓN DE DIOS EN DESCARTES

EMMANUEL MADHU DONOSO ARÁNGUIZ

INSTITUTO DE FORMACIÓN DOCENTE “PÍO X”

PROFESORADO DE FILOSOFIA

ESPACIO CURRICULAR: HISTORIA DE LA FILOSOFÍA MODERNA

CURSO: TERCER AÑO

PROFESORA: LIC. FRANCISCO GUEVARA

CÓRDOBA

2017


INTRODUCCIÓN

        Este informe tendrá como objetivo presentar y desarrollar el concepto de Dios en el filósofo René Descartes. Nos resulta necesario poder analizar sus obras más destacadas, tanto el “Discurso del Método” como las “Meditaciones metafísicas”, también utilizar como material de apoyo textos y comentarios de diversos autores sobre este tema.

        Descartes es un hombre de profunda fe católica, por lo que Dios ocupará un puesto especial dentro de su pensamiento, es por ello que me resultaba interesante poder abarcar, comprender y analizar cómo este filósofo ha podido desarrollar a lo largo de su vida y obra el concepto de Dios.

        Como punto de partida, la biografía de René Descartes nos ayudará a entender un poco el contexto en el cual se desenvolvió, los acontecimientos personales y familiares siempre influyen también en toda persona, por lo que conocerla nos permitirá acercarnos de mejor manera a su pensamiento.

        En cuanto a Dios he decidido presentar primeramente las pruebas y argumentos que utiliza Descartes para probar su existencia y posteriormente desarrollar la naturaleza o atributos de Dios.

        Finalmente es necesario analizar y reflexionar en cuanto a la relación de Dios con otros aspectos de la filosofía cartesiana, yo he elegido ver las relaciones con la metafísica, el alma y el conocimiento, será interesante comprobar cómo el concepto de Dios se encuentra en constante relación con toda la filosofía de Descartes.

        El informe busca entregar de una manera sencilla pero no menos objetiva, los aspectos fundamentales de la noción de Dios en Descartes, para a partir de allí elaborar elementos que permitan acercarnos de mejor manera a su pensamiento filosófico.


REFERENCIA BIOGRÁFICA

        Nos parece importante que antes de introducirnos directamente en este trabajo sobre Descartes, emprendamos un recorrido a su vida.

        René Descartes nació en La Haye, en la Turena, en 1596, oriundo de una familia noble. Fue educado por su abuela y por su nodriza. De los 8 a los 16 años se educó en el colegio de los jesuitas de La Fléche. De 1613 a 1617 estudia en París jurisprudencia y obtiene en ella la licenciatura. Suspende entonces provisionalmente los estudios, no por despreciar la ciencia, sino para estudiar más libremente en el libro de la vida.

        Descartes sienta plaza de soldado en las guerras, primero de Holanda y luego de Baviera, en 1619.

        Hasta tal punto se había apoderado de él la inquietud filosófica y el ansia por la verdad y la claridad, que prometió ir en peregrinación a Loreto si la Santísima Virgen le ayudaba a salir de sus dudas sobre la posibilidad de distinguir lo verdadero de lo falso. Cuatro años más tarde cumplió su promesa.

        Mantiene sólo contacto con un escogido círculo de amigos. El primero de ellos es el padre Mersenne, que durante toda su vida será amigo y confidente de Descartes. Otro amigo y patrocinador suyo es el cardenal Bérulle.

        Del año 1628 data su larga estancia en Holanda, donde tuvo pequeñas dificultades por causa de su doctrina, y donde tiene no obstante origen sus grandes obras.

        Invitado por la corte de Suecia de parte de la reina Cristina de Suecia, va Descartes a Estocolmo en 1649. Antes de transcurrir medio año, muere allí cristianamente el 11 de febrero de 1650 a la edad de 54 años.

        Descartes fue un gran genio. Su originalidad aparece, principalmente en el campo científico. En filosofía, su idea directriz es completamente nueva. Es la idea de una matemática universal, es decir, la idea de extender a todos los ámbitos del saber el método matemático, considerado perfecto, riguroso y progresivo a la vez.

DIOS

LA EXISTENCIA DE DIOS

        Es conocido que Descartes era un hombre que vivió profundamente su religiosidad, estudió en un colegio jesuita desde pequeño, en donde la fe católica se hizo parte fundamental de su vida y pensamiento. Es por ello que dentro de sus escritos buscará demostrar la existencia de Dios. De todas formas es una excelente pregunta el poder cuestionarnos si esto es realmente lo que busca o será que Dios es aquel “garante” o “base” que sostiene todo su planteamiento filosófico.

        Y es aquí donde nos podemos preguntar “¿será Dios algo puramente pensado o existe realmente? Descartes da tres pruebas de la existencia de Dios” (Hirschberger, 1967, pág. 42). Es ahora en estas pruebas en las cuales nos vamos a detener, sabiendo antes que las dos primeras se tratan por el principio de causalidad y la tercera por el “argumento ontológico”, nombre dado por Kant posteriormente (Verneaux, 1969, pág. 30). El Dios de Descartes es indudablemente el Dios cristiano. La fundamentación en las demostraciones cartesianas, de la existencia de tal Dios, es la idea clara y distinta de una sustancia pensante, increada e independiente, que es naturalmente innata a la mente humana.

        La primera prueba consiste en que poseemos la idea de la perfección o de un ser perfecto por el hecho de darnos cuenta de que es imperfecto dudar, por lo que la causa de la idea de perfección no es más que el mismo ser perfecto (Verneaux, 1969, pág. 30). De esta forma queda claro que la idea de perfección está en mí al darme cuenta que soy imperfecto, si admito que algo perfecto surge de algo menos perfecto sería asumir que se produce esta idea de la nada, lo cual no tiene sentido. Es por esto que Descartes afirma: “lo más perfecto, es decir lo que contiene en sí más realidad, no puede ser consecuencia y dependencia de lo menos perfecto” (Descartes, 1970, pág. 110).

        La segunda prueba reside en la idea de que soy alguien imperfecto porque dudo, al decir esto me doy cuenta que tengo dentro mío la idea de perfección, la cual no proviene de mí ni de la nada, sino que proviene del ser perfecto, en efecto, este ser existe, pues él es la perfección.

“Soy imperfecto, puesto que dudo, y tengo la idea de perfección. Por consiguiente, la poca perfección que poseo no viene de mí, pues si fuera capaz de darme una perfección me habría dado todas las perfecciones que concibo. Dependo, pues, de una causa que posee por sí misma toda perfección” (Verneaux, 1969, pág. 31).

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