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LA DIGNIDAD DEL HOMBRE COMO SER PERSONAL.


Enviado por   •  1 de Mayo de 2016  •  Ensayos  •  1.566 Palabras (7 Páginas)  •  572 Visitas

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Lectura 4      “LA DIGNIDAD DEL HOMBRE COMO SER PERSONAL

La Declaración universal de los derechos del hombre se inicia con estas palabras: "Considerando que el reconocimiento de la dignidad inherente al hombre y de los iguales e inalienables Derechos de todos los miembros de la familia humana, constituye el fundamento de la libertad, de la justicia y de la paz del mundo". La pregunta es, ¿hasta qué punto esta magnífica declaración ha contribuido a salvaguardar la paz del mundo y la inalienable dignidad de la persona humana, cada día escandalosamente más conculcada y despreciada?

"Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, dice el artículo primero de dicha declaración. Desgraciadamente, desde nuestras propias interpretaciones e intereses lo predicamos o unívoca o equívocamente; porque el problema central es siempre la cabal comprensión de la realidad humana,  a la que no se deben anteponer particularismos políticos, económicos, sociales, religiosos, etc.

El hombre es ante todo y por encima de todo, como lo afirma Zubiri, "una unidad de sustantividad". Nada se antepone a nada en la realidad profunda del ser humano; es un ser integral, no dual. En este sentido es el hombre como tal cuerpo y alma, materia y espíritu, o como se les quiera llamar, el que construye su mundo, el que se salva en términos Religiosos. Por eso no podemos creer que la dimensión de la dignidad haga referencia, como pretenden algunos autores, a la dimensión espiritual y no material del hombre. Cuando en el Génesis 1,26 se lee: "hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza", se refiere al hombre en su total comprensión.

Carecen de fundamento quienes pretenden referir esa afirmación exclusivamente al alma y no al cuerpo, apoyándose en que éste no posee voluntad libre ni incorruptibilidad. Estas distinciones dualistas son justamente las culpables de la crisis de valores, en la que se sumerge el hombre de hoy. De hecho la pérdida de la verdadera comprensión del ser personal, y en consecuencia de la dignidad humana, significa haber perdido el fundamento de toda axiología. Ya anotaba Pío XII "La época actual se distingue por un claro contraste entre el inmenso progreso realizado por las ciencias y la técnica y el asombroso retroceso que ha experimentado el sentido de la dignidad humana”.

En América Latina, el problema central frente a esta crisis de valores no se da tanto en la oposición entre riqueza y pobreza, sino entre la estructura de una conciencia dominadora y la actitud de quien acepta la dominación como algo "suyo", propio de su condición.

Da la impresión de que desde la conquista, cuando fue negado nuestro ser personal, nos hubiéramos acostumbrado demasiado a este tratamiento de "seres de segunda", "actores de la historia", que hoy traducimos en nuestro reconocimiento de "pueblos subdesarrollados". Afirma Noé Zevallos, que: “La dependencia promueve relaciones humanas monstruosas y pervertidas. Al indigente se le va haciendo necesario el depender y el poderoso desea ser solicitado por el indigente para sentirse más humano. Las señoras que dedican su tiempo, su dinero y su afecto en preparar los regalos a los niños pobres y las señoras que pierden largas horas en colas aún más largas para recibirlos, demuestran hasta qué punto la dependencia ha creado un medio antihumano como complemento natural".

El problema de la dependencia no nace en la exterioridad sino que se incuba en la interioridad; hoy más que nunca somos los principales responsables de nuestro estado dependiente; es casi nuestra segunda naturaleza.

La sociedad de consumo nos ha convertido en objetos del libre comercio, porque nos crea un mundo ficticio, que cree dominar totalmente. Así, ejerce dominio sobre el tiempo que se le representa como rentabilidad, domina las cosas apropiándoselas en forma injusta, violenta y egoísta y domina las personas negándoles su dignidad, manipulándolas y esclavizándoles.

Terminemos con algunas consideraciones sobre el fundamento de la dignidad de la persona.

Es Santo Tomás quien con claridad expresa el sentido último de la dignidad del ser humano. Así dice: "La persona humana significa una naturaleza con un determinado modo de existir. La naturaleza que la persona incluye en su significación es la más digna de todas las naturalezas, esto es, la naturaleza racional según su género. De modo semejante el modo de existir que importa a la persona es el más digno, a saber, que algo 'exista de por sí'

Así que es de la propia naturaleza humana de donde surge su inalienable dignidad; surge de su naturaleza racional y libre. La ciencia, la virtud, la técnica, la cultura, la santidad, la familia, la organización social, la república, la Iglesia, son en el fondo resultados de la significación de la persona humana.

La dignidad existe en la persona, y está en la base de su pensamiento y de sus sentimientos más nobles e inalienables. Es necesario reconocerla, hacerla valer y crecer. La persona es más que pensamiento, conciencia y acción; pero se revela en ellos y se significa o envilece con ellos.

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