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LA ESENCIA DEL AMOR HUMANO


Enviado por   •  6 de Febrero de 2019  •  Ensayos  •  2.366 Palabras (10 Páginas)  •  381 Visitas

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LA ESENCIA DEL AMOR HUMANO

A pesar de que estoy en el comienzo del master me atrevo afirmar que estos dos primeros bloques  probablemente van a ser los más importantes, constituyendo los cimientos sobre  los que se va a construir este enorme edificio que constituye el master que nos aúna.Trás  descubrir el verdadero rostro del hombre, ahora hemos descubierto el verdadero rostro del quehacer más conforme a la dignidad humana: amar.

Sin duda, como expondré a lo largo del ejercicio, son algunos subrayados sobre el tema principal  lo que mayor aportación ha supuesto, pero me  gustaría empezar por destacar  la enorme importancia que supone  lo que el Dr. Alfonso Quintás denomina    “Pedagogía del ideal”.  

Mi profesión de docente me hace experimentara a diario como los jóvenes son hijos de una sociedad plural y que nada tiene que ver con la nuestra, y qué decir de la de mis padres donde prácticamente todo el mundo vivía de la misma manera. Ahora no es así, de tal forma que cualquier manera de situarse en o ante  la vida es aceptada como correcta, al responder a la máxima de que cada uno vive como quiere y puede. Todo aquel comportamiento que no incumpla lo legal en principio es moralmente bueno. 

Este absoluto relativismo (no creo que exista mejor ejemplo de “oxímoron”) convierte en ardua y complicada  tarea el  explicar una teoría que ,por responder a la verdad del hombre sea cierta, y por ende buena .

Es de vital importancia hacer una labor previa y pedagógica donde se razona que no hemos sido creados para vivir de cualquier  manera. Por supuesto que nuestra libertad nos permite vivir como queramos pero una cosa es eso y otra negar que hay vidas “orientadas” y logradas y vida “des-orientadas” y malogradas. Y encuentro la mejor manera de explicar lo que supone una vida orientada y de pleno sentido  el ponerla  al servicio de un verdadero ideal.

Esta explicación si puede aparecer como significativa a los jóvenes y a la sociedad en general, porque es  posible experimentarlo (y el hombre contemporáneo ,nos guste o no, es un “gran Tomás” que necesita tocar la herida para creer). Nadie mejor que el hombre de hoy, ahíto de todo, para explicarle que el tener no puede colmar de sentido una vida. Su continua insatisfacción que surge tras el bien conseguido es la muestra más palpable de que nuestra grandeza ontológica no puede quedar colmada por “algo” y que por el contrario  la verdadera alegría aparece en el ámbito de la generosidad y el encuentro. Esa es  por tanto  la dirección, el camino hacia donde dirigir  nuestras vidas , de tal suerte que, como afirma el Dr.  Alfonso López Quintas :“si nos dejamos llevar del afán egoísta de dominar realidades para manejarlas y ordenarlas a nuestros propios fines nos desorientamos y tal desorientación nos desquicia de raíz, pues el quicio en que se asienta nuestra vida es el encuentro”. Es ahí donde  colmaremos  nuestra vida de sentido y  la mejor manera de alejar el sinsentido  con que  tantas personas  tachan  a la vida. Como le escuche al Psiquiatra granadino D. Luis Gutierrez  Rojas en una conferencia ante la frase de sus pacientes :“Dr. La vida no tiene sentido” cada vez usa más la respuesta (siempre que el paciente lo permita. En los jóvenes lo utiliza bastante): “la vida no, TU vida no tiene sentido”.

De lo que hablamos no es un tema baladí, de lo que hablamos es del mayor problema que todo hombre tiene desde el momento que empieza su maduréz : ¿Cómo y dónde se consigue la felicidad?  El profesor Tomás Melendo lo explica con claridad meridiana el camino:

“La felicidad es directa y exclusivamente proporcional a la capacidad de amar de cada persona, expresada en obras:

_ quien ama mucho, es muy feliz;

_ quien tiene un amor mediocre, nunca alcanzará una dicha

completa;

_ y quien no sabe o no quiere amar, por más que triunfe en los restantes aspectos de la existencia humana, será —aunque a veces pretenda encubrirlo o desconocerlo— un auténtico desgraciado”.

Esta es la tremenda importancia de la llamada “pedagogía del ideal”. Con ella queda claro que podemos vivir sin ningún ideal (desorientados) ,o tras un falso ideal ( mal orientados) pero tal posibilidad ( hoy socializada) , lleva asociada  una dificultad intrínseca en conseguir paz, alegría y felicidad. Ya que tales emociones nunca pueden venir de modos de vida “infra-personales”, que ignoran su enorme dignidad ontológica. El animal es arrastrado por sus instintos y no puede optar por una vida “infra-animal”, es decir no se puede equivocar. El hombre sí porque es libre, y aquí encontramos como luce la verdadera libertad, que no consiste en hacer lo que me apetezca , sino que  verdaderamente  libre será  aquel que su vivir esté inspirado por  un verdadero ideal como es el amor. “Cuando me dejo llevar por los valores inferiores -que arrastran-, y no respondo a la llamada de los valores superiores -que atraen, sin coaccionar-, actúo de forma infracreadora. No cargo mi vida de sentido, la oriento en una dirección falsa”(Tomás Melendo) . Y más explícito es Rafael Tomás Caldera, «la verdadera grandeza del hombre, su perfección, por tanto, su misión o cometido, es el amor. Todo lo otro —capacidad profesional, prestigio, riqueza, vida más o menos larga, desarrollo intelectual— tiene que confluir en el amor o carece en definitiva

de sentido” .

Qué importancia toma entonces para mí que soy padre de dos hijos y profesor de cientos de alumnos entender que educar es sobre todo enseñar a amar. Que toda otra cualificación es vana al ser comparada con nuestro quehacer esencial. Y que importante es entender,  vivir y transmitir el auténtico rostro del amor. Sobre todo , y da cierto vértigo, cuando uno reconoce como cierto la descripción que hace  Zygmunt Bauman de nuestra sociedad que ha cambiado las “verdaderas relaciones” por las “relaciones virtuales”  o conexiones de fácil acceso y salida y que responden a una especie de amor(obviamente una patología del amor) que él llama “amor líquido”.  

Retomando lo expuesto anteriormente esta situación no tendría problema si en ella  encontraremos paz, alegría o felicidad. Pero no, detrás de este “amor liquido”, de un amor sin humildad, sin coraje, sin fe, sin esfuerzo, surge de manera inequívoca (y solo hay que echar un vistazo a las estadísticas de divorcios) el fracaso, el sufrimiento.

Y hay que saber  y decir bien alto que esas trágicas cifras (no olvidemos cargadas de dolor y sufrimiento,  en muchos casos de inocentes) son el resultado de una perversa manera de entender el amor y en definitiva la vida. Está pasando lo que tiene que pasar  cuando  se desfigura al amor. Es obvio: si uno entra en el territorio inexplorado del matrimonio sin ningún tipo de mapa o de brújula, se pierde.

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