LA INTERACCIÓN SOCIAL
danieliguanaTrabajo15 de Marzo de 2012
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Relaciones Humanas y Condición Humana (1).docxRelaciones Humanas y Condición Humana
Los diferentes aproximaciones respecto a lo que son las relaciones humanas aparecen curiosamente olvidando algo que evidentemente es fundamental. Esto es que las relaciones humanas son conformadas por individuos (seres humanos) los que sin lugar a dudas van a determinarlas de acuerdo a sus características propias. Por lo tanto, los grupos y las sociedades se desarrollan conforme a lo que son los rasgos distintivos de los seres humanos y no a los de otras especies animales. A continuación presentamos una visión de esta problemática que considera precisamente lo que es el ser humano, incluyendo su condición zoológica.
Se trata del primer capítulo del libro “Interacción personal y relaciones humanas” de Héctor Pauchard Hafemann, Ed. Universidad de la Frontera. Temuco, 1993.
CAPITULO I:
LA INTERACCIÓN SOCIAL
Y SU PROTAGONISTA
I. LA INTERACCIÓN SOCIAL.
* LA INTERACCIÓN SOCIAL Y SUS EFECTOS.
Es bien conocido que al ser humano se le describe como un ser social. Esto en la realidad significa que vivimos en todo momento procesos de interacción con otras personas. Porque todo fenómeno social se concreta en última instancia en fenómenos de interacción. Así, por ejemplo, la moda que a primera vista puede aparecer impersonal se expresa en interacciones. El ir vestido de cierta manera tiene un impacto en otros, los que a su vez reaccionan y afectan al primero. Este, además, se ha ataviado en forma particular precisamente con el objeto de lograr ciertos efectos en otros y de despertar determinadas reacciones frente a su propia persona. Porque, toda nuestra vida, de no estar en un lugar solitario, es un continuo interactuar.
Desde la mañana a la noche estamos interactuando con otros seres humanos. Normalmente se presuponen interacciones con los familiares desde el momento de levantarse, comenzando por el compartir el baño y los turnos respectivos, continuando con sentarse a la mesa a tomar el desayuno, e incluso durante la tarea de vestirse para ir al trabajo. En el trayecto a la actividad laboral (en el caso de usar la movilización colectiva) se producen otras tantas interacciones al adquirir el pasaje respectivo, así como en el contacto con los pasajeros con quienes viajamos juntos (aunque no crucemos palabra con ninguno de ellos). Ya en el lugar de trabajo esto continúa y es aún más variado, sea en una oficina, en una fábrica o en un negocio. Hay interacciones entre el personal, tanto en lo que se describe como la estructura formal (dar o recibir indicaciones, por ejemplo), como en la dinámica informal (relaciones de amistad, de compromiso y otras con los integrantes de los equipos de trabajo). A la hora de la colación este último tipo de interacciones puede aumentar. Y sigue así hasta la vuelta a casa, en que se intercalan otro tipo de interacciones, como son los contactos con conocidos en el bar, la visita a un club, o el pasar a saludar amistades con uno u otro motivo. Finalmente, ya en el hogar, cantidades de interacciones se desarrollan a la hora de la cena, las que ni siquiera terminan al acostarse... . Y, aparte de todo lo anterior, los medios de comunicación de masas (TV incluida) nos informan de manera predominante de la interacción de otros humanos. Esto es lo que sucede en un día de trabajo y algo no muy distinto ocurre en los días de descanso, con diferencias solamente en alguna variedad de contactos.
En todas estas interacciones la gente “se hace cosas” (diremos por ahora) y ello puede llevar a la felicidad o a la desdicha a los seres humanos. Es decir, individuos y grupos viven distintos estados de ánimo, conforme a como son afectados por otros congéneres. Es así como la dueña de casa estará feliz con su familia, al tanto que otra vivirá un pequeño o gran infierno de todos los días en sus relaciones familiares. O, un jefe en una fábrica obtendrá un agrado vivificante en su trabajo, en cambio, otro experimentará un permanente sobresalto, con un humor alterado y en tensión continua con su personal. De resultas de lo que recurrirá a pastillas sedantes, al alcohol, o a alguna aventurilla que le permita encontrar algo más placentero en la vida. Otro tanto ocurrirá al profesor en la sala de clases, o a los vecinos en su convivencia de todos los días, etc., etc.. Por éstas y muchas razones es indispensable estudiar la interacción humana, con el fin de conocerla efectivamente, comprender su dinámica, y poder en consecuencia encontrar procedimientos para mejorarla y perfeccionarla para el bien de individuos y comunidades.
La interacción humana es un fenómeno complejo, por lo cual es indispensable subdividirla y llegar a determinadas clasificaciones como veremos más adelante. Porque de esta manera podemos trabajar sobre ella en forma más eficaz y más fácilmente.
* LA BIOKINESIS Y LA INTERACCIÓN SOCIAL.
La selección natural lleva a que aquellos caracteres hereditarios que son desventajosos (que reducen la adecuación biológica, esto es, la descendencia del individuo) disminuyan su proporción entre los individuos de la misma especie; y de la misma manera, los que aumenten esta adecuación van a predominar sobre los anteriores. Omitiendo fenómenos aleatorios, se puede predecir una adecuación máxima de los caracteres a las condiciones particulares para la especie en cuestión. En otras palabras, los caracteres que posea un individuo serán adecuados para que aquel, a su vez, deje descendientes, considerando que el ambiente no haya variado.
Una característica notoria de los animales, es que su capacidad de movimiento es el medio más destacado en las interacciones con el entorno. De lo que trataremos en los próximos acápites. Debido a que no es una característica exclusiva de los animales, sino que se encuentra presente en otras variedades de organismos, y con fines prácticos, la denominaremos biokinesis. Esta capacidad de movimiento y los desplazamientos consiguientes (tanto del individuo mismo, como de elementos del medio externo) es un aspecto que incide directamente en la interacción humana.
Por otro lado, la selección natural opera a nivel de individuos, lo que, visto con ojos humanos, aparece como una competencia entre miembros de una misma especie. Comúnmente podemos apreciar hechos que son interpretados así. Por ejemplo, cuando escasea la caza los leones adultos alejan a zarpazos a aquellos cachorros que intentan compartir la presa que están devorando. Y las cabras, en el Norte Chico chileno, en épocas de sequía abandonan a sus crías (las que naturalmente mueren, pero evidentemente eso permite sobrevivir a la madre). Es decir, el sobrevivir se realiza con frecuencia a expensas de otros individuos, aún de la misma especie. Naturalmente, en nuestra perspectiva humana estos fenómenos los describimos como egoísmo y nos referiremos a él como egoísmo vital, precisamente debido a la significación y consecuencias de envergadura que tiene en las interacciones humanas.
Pues bien, la biokinesis tiene como resultado un acercamiento o distanciamiento (o evitación) de algo (un ambiente, seres vivos, elementos materiales, etc.). Implica, en consecuencia, un disminuir o aumentar distancias, lo que se logra tanto por el desplazamiento del propio organismo, como a través de movilizar elementos del medio externo a él (tal es el caso de los moluscos filtradores). Estas acciones tienen relación directa con la protección del propio organismo y también, con ventajas para el individuo, puesto que se aleja de lo que le implica destrucción o riesgo de ella y se acerca o disminuye distancias respecto de aquello que lo beneficia en alguna forma (o a la especie, como sucede con el apareamiento sexual). Lo descrito constituye un primer nivel de la biokinesis, pero que da las bases para su expresión en los seres humanos, en forma independiente del hecho que los mecanismos que permiten esta biokinesis difiera en sus características en las distintas especies. En el hombre depende fundamentalmente del gran desarrollo de su sistema nervioso y de una particular adecuación de su sistema músculo-esquelético.
En un segundo nivel de desarrollo, la dualidad de acercamiento-evitación presenta una diversificación en cuanto a evitación. Allí encontramos que los individuos no sólo evitan, sino que alejan o destruyen lo que normalmente provoca consecuencias nocivas para el respectivo organismo. Esto último (eliminación de lo peligroso) se constituye también en variados procedimientos para alejar aquello en determinadas circunstancias. Evidentemente lo anterior se relaciona con el ampliamente estudiado fenómeno de la agresión de los seres humanos. Lo que estudiaremos con cierto detalle, enfocándolo desde ángulos distintos en los próximos capítulos.
En un tercer nivel se nos presenta la diáda acercamiento-evitación más diversificada aún. Porque allí no sólo están la evitación y la destrucción, sino que, igualmente, el acercamiento se expande hacia acciones de protección y cuidados (que trataremos luego en un somero examen de los mamíferos, especialmente en cuanto a la protección de las crías).
En el nivel humano la biokinesis se expresa en una extraordinaria cantidad de facetas, debido a la capacidad simbólica característica de la especie. En efecto, relacionamos elementos y por lo mismo llegamos a igualarlos (de lo que trataremos en el CAPITULO II: EL PROCESO COGNITIVO I). Y accionamos en consecuencia. En los humanos lo que se requiere evitar es considerado bueno, y malo lo contrario. En otras palabras, son los valores (y a lo cual nos referiremos también en los próximos capítulos). Es así como distintos hechos y acciones equivalen a cuidados y protección, unos y los otros, a destrucción.
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