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LA MORAL COMO TECHNÈ EN "EL PRÍNCIPE" DE N. MAQUIAVELO


Enviado por   •  23 de Febrero de 2015  •  1.876 Palabras (8 Páginas)  •  166 Visitas

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LA MORAL COMO TECHNÈ EN “EL PRÍNCIPE” DE N. MAQUIAVELO

Pero es menester saber encubrir ese proceder artificioso y ser hábil en disimular y en fingir. Los hombres son tan simples, y se sujetan a la necesidad en tanto grado, que el que engaña con arte halla siempre gente que se deje engañar.

No hace falta que un príncipe posea todas las virtudes (…), pero conviene que aparente poseerlas. Hasta me atrevo a decir que, si las posee realmente, y las practica de continuo, le serán perniciosas a veces, mientras que, aun no poseyéndolas de hecho, pero aparentando poseerlas, le serán siempre provechosas.

NOTAS ACLARATORIAS.

Ningún pensamiento humano está en capacidad de ir más allá de la época histórica que le toca en suerte vivir. Esto mismo, dicho en otras palabras, quiere decir que las ideas de los hombres están siempre circunscritas a las condiciones históricas, económicas, ideológicas, culturales, políticas, éticas, religiosas, etc., del momento histórico en el que se producen. Y así podemos afirmar que el pensamiento de alguien – en este caso N. Maquiavelo- es la concreción, el “lugar de confluencia”, el punto de “amarre” de un complejo de factores o circunstancias de índole diversa.

Lo dicho, muy a pesar de lo que pareciera ser: Hay ideas o concepciones que tienen una pretensión de universalidad, que al parecer están más allá de las determinaciones de tiempo y de espacio. Esto no es posible, y con todo no faltará quien venga a decir que el pensamiento de N. Maquiavelo, que se inspira en una supuesta “condición natural del hombre”, ha logrado trascender o superar sus determinaciones temporales y espaciales; no faltará quien diga que, en efecto, N. Maquiavelo logró con sus escritos, especialmente con “El Príncipe”, remontar esas condiciones determinantes; que lo que escribió vale igual para cualquier época y lugar.

Y el problema reside en que suele suceder que esa ausencia del “espíritu histórico” del que hablara Friedrich Nietzsche, es una limitación que nos distingue: creemos –naturalmente, de una forma errónea- que lo que acontece y caracteriza a nuestro tiempo es lo mismo que caracteriza a otras épocas. Dicho de otra forma: nuestra gran limitación consiste en pensar que la historia de los pueblos es homogénea, plana, y que basta atisbar algunos rasgos de nuestra condición histórica, para de allí derivar lo que ha sido y será la historia de la humanidad. La verdad, no estoy seguro de si se trata de un vicio del hombre o bien de un error de perspectiva propia de la sociedad y de la cultura occidental.

Mi planteamiento es, entonces, que N. Maquiavelo lo que ve en política y en sus percepciones morales, lo ve con los ojos de una época y cree estar viéndolo con los ojos desapasionados y objetivos de un científico . Lo que hay en su mente no es otra cosa que una época, que una directrices epistémicas signadas por una época: la modernidad. Ésta es la que dice por él, cuando es él quien cree estar diciendo por sí mismo. Lo que cree estar viendo en el aspecto político y en el muy cercano aspecto moral, no es más que la forma de pensar de la modernidad.

EL ASUNTO DE ESTA REFLEXIÓN.

Esta breve reflexión tiene que ver con dos acepciones acerca de los valores morales que N. Maquiavelo expone en su obra “El Príncipe”: Uno hace referencia a lo que podríamos decir es el sentido recto de los valores y principios morales; el que atañe al espíritu o carácter deontológico de aquellos; el otro sentido es el que hoy se ha dado en llamar sentido “instrumentalista” de la moral, el mismo que hace de los valores éticos un medio para lograr otros fines distintos a la dignificación del hombre. Es precisamente este último el que le ha valido el calificativo de “maquiavélica” a la acción o conducta humana que se apoya en ellos. Y es este el significado que se acerca bastante al que V. Gozálvez (2008) atribuye a la voz Zynico a la que identifica con” el farsante que ya no se sitúa al margen, sino que se sirve de lo social para medrar, cueste lo que cueste, más allá del bien y del mal. Su descreimiento de las leyes y las normas morales es un supuesto vital o ideológico que le resulta bien rentable.”, es decir, aquel que usa en su propio provecho los valores morales.

Lo anterior no significa que el propio Maquiavelo no llegue eventualmente a considerar ideal y deseable que el Príncipe, el gobernante, sea honesto, magnánimo, piadoso, inteligente y sincero. Pero como él mismo sostiene, su investigación y cuanto escribe se funda en el espíritu de que

…hay tanta diferencia entre cómo se vive y cómo se debería vivir, que aquel que deja lo que se hace por lo que debería hacerse marcha a su ruina en vez de beneficiarse; pues un hombre que en todas partes quiera hacer profesión de bueno es inevitable que se pierda entre tantos que no lo son. Por lo cual es necesario que todo príncipe que quiera mantenerse aprenda a no ser bueno, y a practicarlo o no de acuerdo con la necesidad.

De lo que antecede se colige que Maquiavelo sabe de ambas acepciones de la moral, conoce del bien y del mal y hasta podríamos decir que ha realizado, como F. Nietzsche esa travesía histórica, tras la huella de ambos conceptos, y ha encontrado que en el contexto de quienes tienen y, por ende, desean mantener el poder, debe existir la habilidad, la inteligencia y la malicia para transmutar cuando sea necesario y así lo

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