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LA PROFESIÓN Y EL ENFOQUE ÉTICO

cinthiakasjan25 de Julio de 2013

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ÉTICA Y DEONTOLOGÍA DOCENTE Ruiz, D. Ed. Braga S.A. Buenos Aires. 1987.

CAPÍTULO 7. LA PROFESIÓN Y EL ENFOQUE ÉTICO

1. PERFECCIONAMIENTO PROPIO Y SERVICIO SOCIAL

Todo trabajo honesto dignifica al hombre, además de facilitarle los medios honestos para subsistir. El trabajo tiene un fin y es el desarrollo del hombre, desarrollo de todas sus facultades espirituales y corporales. El trabajo cumple simultáneamente una función personal y una función social. Sea remunerativo o sin cargo, voluntario o involuntario, el trabajo extiende sus frutos al contorno personal de la persona que trabaja. No es exacto sostener que cada hombre trabaja porque lo necesita para subsistir; aunque no haya realmente necesidad, tiene que trabajar para darle algún sentido serio a la existencia. El trabajo humano es virtud y ayuda a las demás virtudes. El trabajo es útil para el individuo, pero también es una servicio social. Los oficios y las profesiones liberales son tanto más imprescindibles cuanto más compleja y más densa es la estructura de una población. El ejercicio de un oficio y de una profesión es trabajo; trabajo humano para seres humanos. La persona que ejerce un oficio o una profesión realiza un acto humano en beneficio de seres humanos.

La Ética Profesional, que se denomina también Deontología, es una aplicación de los principios generales de la ética a la actividad específica de cada profesión u oficio. No constituye una ciencia distinta de la Ética General; es sólo una derivación de ésta. En otras palabras: el filósofo se pregunta qué condiciones morales se exigen en el profesional como tal y qué enfoque ético se les deben dar a esas nuevas situaciones. En esto consiste la Deontología.

2. REQUISITOS PARA EL RECTO EJERCICIO DE LA PROFESIÓN

a) Ciencia: Toda profesión supone conocimientos específicos en quien la ejerce. El título oficial o privado, pero con validez oficial, es una garantía de la preparación científica o técnica del sujeto que lo ha obtenido. Sin embargo no todos los profesionales egresan con el mismo caudal de conocimientos; no todos acreditan su saber después de su egreso; y si lo acrecientan, no todos lo hacen con el mismo ritmo. Por razones de ética, el profesional debe completar sus conocimientos, sobre todo en los primeros inmediatos a su egreso. Debe actualizarse no sólo en cuanto a contenidos sino también en cuanto a métodos y técnicas de procedimiento, según sea la índole de la profesión. El profesional debe saber y debe estar seguro de lo que sabe, para que el cliente pueda creerle; cuando se sorprenda a sí mismo en un error o en ignorancia, debe subsanar el defecto. La incompetencia profesional no es otra cosa que la falta del mínimum de ciencia. Cuando se trata de casos muy difíciles el profesional debe tener la humildad de consultar a sus colegas. Cada profesión es una especialidad. Pero además el ejercicio de las profesiones modernas se ha sub-especializado por la variada gama de los problemas que se presentan. Ejemplos: Derecho: penal, civil, familiar, minoridad. Medicina: cardiología, clínica general, cirugía, pediatría, etc. Hay una ciencia general, básica, que caracteriza a la profesión (la medicina, el derecho, etc) y una sub-ciencia, derivada de la anterior, que profundiza y particulariza algunos de los conocimientos que están en la ciencia general. La Ética exige que el profesional no traspase los límites de la especialidad a la que se dedica, salvo en casos de emergencia, y advirtiendo al consultante que su especialidad no contempla el problema sobre el que se lo consulta. Cuando no se trata de una emergencia (urgencia), la actitud ética que corresponde es aconsejar al cliente que acuda a un especialista en la materia.

b) Idoneidad: Es la aptitud para ejercer la profesión. La ciencia, por muy vasta y profunda que sea, no implica en quien la posee aptitud para el ejercicio de la profesión. La falta de idoneidad antes de obtener el título impide obtenerlo, aunque se posea más que suficiente ciencia. En la profesión docente, por ejemplo, un tartamudo crónico, no importa que sea psíquico, o una semisordera, o la gangosidad son deficiencias que el Profesor de prácticas le impedirán aprobar a un alumno tanto en los cursos de Magisterio como en los de Profesorado. Pero en otras carreras universitarias no se toma mucho en consideración. La falta de idoneidad después de terminada la carrera profesional es más frecuente, por el desgaste natural del cuerpo, o por hecho accidentales: por ejemplo, el mal de Parkinson contraído a los cincuenta años por un cirujano lo hace no idóneo para operar; la pérdida total o casi total de la audición es una falta de idoneidad en el profesional de la enseñanza.

c) Vocación: Es el requisito más difícil de detectar objetivamente, por la simple razón de que es totalmente personal. “Vocación” significa “llamado” interno hacia un tipo determinado de actividad. La vocación, que es una inclinación del espíritu hacia una actividad que produce en el sujeto satisfacción y gusto, generalmente supone ciencia e idoneidad, pero no siempre es así. Servir a los demás es un objetivo ético de la actividad de la persona; por ende, también lo es de cualquier profesión. Cuanto más culto sea el profesional y cuando más sepa respecto de todo lo que de algún modo concierne a su profesión, cuanto mayor sea su aptitud para la clase de trabajo que ha elegido, cuanto más clara e imperiosa sea su vocación, mejor servirá a sus semejantes, mejor se realizará. Si se orienta en primer término por su vocación y sus aptitudes, y ambas coinciden, sólo entonces podrá pensar si la profesión que elija lo sostendrá económicamente a él y a su familia. No se trata de elegir la profesión que dé más ingresos mensuales, sino la que satisfaga la idoneidad y la vocación de la persona y que, al mismo tiempo, proporcione ingresos mensuales holgadamente suficientes para subsistir. Esta concepción ética no se ajusta mucho a las concepciones materialistas y positivistas de la actualidad que tienen el afán de enriquecimiento rápido, y se rigen por el principio de “trabajar muy poco, emplear poco tiempo y ganar muchísimo dinero”.

3. CUALIDADES MORALES DE LA PROFESIÓN

a) Autoridad y responsabilidad: El profesional es una autoridad. Se llama autoridad en sentido científico a una persona que, en una determinada rama de la ciencia, posee un vasto y profundo conocimiento y tiene la virtud de la veracidad, que consiste en manifestar lo que se piensa. Una autoridad es una persona competente en un determinado nivel científico y es veraz. Para que uno crea lo que otro dice deben darse simultáneamente las dos condiciones mencionadas: competencia en los conocimientos (ciencia) y veracidad en la manifestación de esos conocimientos (verdad moral) La autoridad es una persona que tiene el “hábito” de saber y el “hábito” de ser veraz. No toda persona que sabe mucho es, sólo por eso, una autoridad. El profesional debe ser una autoridad. Cabe una enorme responsabilidad ética y jurídica en el profesional; y más ética que jurídica. Porque algunos actos humanos del profesional acusan una irresponsabilidad que sólo es conocida por su propia conciencia moral, sin trascenderla; no están, por consiguiente, al alcance de la acción jurídica. El profesional que parece y aparece éticamente correcto, cuya responsabilidad es pública y notoria en el desempeño de sus actividades específicas, cumple con su deber, con el compromiso que ha contraído con lo miembros de la comunidad, realiza un servicio social, aunque su irresponsabilidad moral no salga del secreto recinto de la conciencia. Lo importante es señalar que, cuando el sentido de responsabilidad no echa sus raíces en la conciencia mora, el hombre, sea profesional o no, tiene muchas dificultades en mantener exteriormente la máscara de “responsable”. La conciencia de la responsabilidad no se adquiere al ingresar en el profesionalismo. La responsabilidad va naciendo y creciendo con el desarrollo paralelo de la inteligencia y de la voluntad. El que hace el bien moral es responsable de lo que hace, porque la voluntad tiende a ese bien moral. En la profesión no hay otra responsabilidad: hay otra clase de actos humanos, distintos de los de la vida privada del individuo. En conciencia sabe el profesional lo que debe hacer y cómo lo debe hacer y cuándo lo debe hacer y dónde lo debe hacer. Si descuida alguno de estos aspectos de su acción, o todos, es conciente de que ha obrado mal, de que debe dar cuenta a los damnificados de que ha obrado mal, o de que ha de reparar el mal hecho a los damnificados, aunque estos no lo adviertan. Es una forma de cumplir con la virtud de la justicia. Deber de justicia es, en el ámbito de la Deontología, el cumplimiento de todo aquello que el profesional promete hacer para satisfacer a su cliente.

b) La honestidad intelectual: la expresión “honestidad intelectual” designa una combinación de voluntad e inteligencia, puesto que “honestidad” es lo mismo que decir “bondad moral”, y el adjetivo “intelectual” designa todo lo que es relativo a la inteligencia. De modo que la honestidad intelectual es la conducta moralmente buena en el ejercicio de la inteligencia. Buscar la verdad no significa otra cosa que conocerla. El problema de la verdad es cómo conocer si un juicio emitido por una inteligencia es verdadero o no. La verdad de un juicio consiste en la conformidad de su contenido con la realidad. La única forma de comprobar la verdad de un juicio es confrontarlo – directa o indirectamente – con la realidad objetiva. A veces es fácil esta confrontación, otras veces es difícil o muy difícil. Aceptar y amar la verdad es la reacción lógica y natural de quien

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