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LA VIDA DE ENEIDA


Enviado por   •  13 de Octubre de 2012  •  3.242 Palabras (13 Páginas)  •  529 Visitas

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Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de la prodigiosa mente de SM, la historia es mía, por lo que espero que les guste.

Capítulo 4

Empezar de nuevo

Ha pasado casi un mes desde que inicié clases, no ha estado mal. La academia es agradable, mis compañeros son agradables, los profesores son agradables, pero Edward definitivamente no ha logrado llegar al nivel de “agradable”

Es como un mal karma que arrastro, no pasa un día en que no lo vea. Ya sea en clases, en casa, en la calle o simplemente alguien tiene que mencionarlo. Es molesto y esperado de alguna manera muy jodida y bizarra, pero es así como me siento y no sé explicarlo.

Nuestra “relación” no es diferente. Él es grosero, yo lo ignoro; a veces no quiero ni escucharlo y él me ignora a mí, pero ese no es el mejor comportamiento ni el más beneficioso tampoco, dado que por obra y gracia de alguna divinidad que me odia somos compañeros de equipo y debemos hacer muy seguido trabajos en conjunto para la clase de armonía. Lo que tan bellamente el profesor llama “composición cooperativa”. Por mí el profesor, Edward y la educación autoimpuesta pueden irse a la mierda.

La culpabilidad ha estado a la orden del día en este tiempo también. Es sencillo, porque por más que trate de convencer a mi espíritu que Edward Cullen es el peor ser sobre la tierra siempre estoy presente todos los lunes, martes, jueves y viernes afuera de su cubículo de repaso. Cuatro en punto, mientras espero que toque.

Es un extraño ritual de autoflagelación al que me he acostumbrado, un dolor inevitable que me llena más allá de lo que alguna vez he sentido. Porque él, con sus dedos y su alma me da lo que siempre he necesitado.

Así pues hoy, un martes como cualquiera estoy parada a un lado de su puerta. Escucho los acordes suaves y me permito disfrutar. No reconozco el compositor, pero sé que me gustaría saberlo ahora, sólo porque él le da belleza con sus manos a cualquier cosa, excepto tal vez a sus acciones.

Sí, sus acciones son una mierda.

Pasan las horas y los dos pretendemos separados por una placa de madera. Él con su verdadero ser interior y yo con mis deseos. No quiero pensar mucho sobre esto, pero cada vez que veo a Edward tocar empiezo a querer cosas que nunca he querido antes. Y esa es una razón más, y muy buena, para permanecer lejos de él. A nivel personal quiero decir, no me interesa su personalidad, sino su alma.

Con su música me ha contado mucho sobre él, de su soledad, de su desesperación… del vacío y me encuentro reconociendo esos sentimientos en mí misma.

Me prometo que eso no me va a afectar, que él no me puede hacer caer y como una mujer práctica y moderna me digo que la indiferencia es la solución. Porque absurdamente creo que es fácil fingir y que el olvido está a la orden del día. No quiero adelantarme en la historia, sólo diré que “eso” es la mentira más grande del mundo.

….

Alice ha pasado toda la semana despotricando contra Victoria.

“No puedo creer que esté en la misma orquesta que yo”

“Esa zorra de cabello quemado ha pasado todo el día mirándome, no me va a intimidar”

“Ay Bella ¡Cómo la odio!”

Sé de buena fuente, y por buena fuente quiero decir Bree, que Alice ha seguido a Edward como una pequeña lapa todo este tiempo. Supongo que es por eso que no le he visto estas últimas semanas en el apartamento. Un caso excesivo de hermana celosa.

No he visto a Edward y a Victoria juntos desde aquel primer día tampoco, en realidad Edward Cullen no es precisamente en lo que pienso todo el día, él está a miles de miles de años luz de mi mente. Sólo, muy, muy, muy de vez en cuando me pregunto por él…. Son esos pequeños momentos de debilidad que no puedo evitar, pero siempre me repito que es por su música y nada más. Esa es una verdad que estoy más que dispuesta a asumir.

La vida es sencilla y propensa a situaciones normales y cotidianas de todo ser humano, no me estoy quejando, sólo afirmo el hecho que gobierna mi vida, lo que se resume en paz sin emociones, pero tampoco no bienvenida. Tengo a Alice, Jasper y a la reciente y agradable compañía de Bree. No pido más.

Y es en esas habituales situaciones de la vida cuando un jueves, no diferente de otro jueves; Alice aparece con sus también muy habituales sugerencias, mientras yo estoy en pijama frente a la televisión con un bote de helado viendo cómo Amélie arregla la vida de los demás sin poder solucionar la suya (1)

– Hoy es jueves – dice emocionada.

No retiro mis ojos de la tv.

– Ajá, esa es una declaración muy brillante.

Alice se ríe y se sienta a mi lado.

– No puedes estar en pijama viendo una de esas películas depresivas francesas.

– No es depresiva – tomo una gran cucharada de helado.

– Lo que sea – deja caer un volante en mi regazo y “casualmente” está encima de mi bote de helado, así que tengo la obligación de leerlo.

“La RAM te invita a nuestro concierto mensual de jazz. Academy at Kings Place: Politics and all that Jazz en el St Pancras Room”

Pongo el volante a un lado y sigo con mi bote de helado.

– ¡Bella! – grita Alice en mi oído.

– ¿Qué?

– ¿No quieres ir?

– No, particularmente.

– Pero te gusta el jazz…

Dejo de mirar la pantalla y respondo mirándola a los ojos.

– Alice, trabajo en un club de jazz. Escucho jazz en vivo tres días a la semana.

Ella no se apaga y me quita el bote de mis manos.

– ¡Oye! – me levanto tratando de recuperar mi alimento.

– Vamos a ir – dice rotunda con esa vocecilla suya que a veces me desespera.

– ¿Por qué? Yo estaba bien aquí, además mañana tenemos clases.

Alice me rueda los ojos y mete el bote de helado en la refrigeradora.

– Bella, mañana sólo tienes dos horas de clase. No me vengas con eso.

Ruedo los ojos y cruzo los brazos sobre mi pecho.

– ¿Por qué tengo que ir? Ya salimos el martes, estoy cansada – trato de parecer cansada, pero ella ya me conoce y sabe que estoy fingiendo.

Alice ríe y toma mi mano llevándome hacia su habitación.

– ¿Recuerdas a Diego? – pregunta mientras abre su armario multifunciones donde habita su extraño y obsesivo sentido de la moda.

Sí… un poco escalofriante.

– Sí… ¿por qué preguntas? – recuerdo vagamente al chico distraído y tímido que por accidente dejó caer su trombón a los pies de Bree un día en la cafetería.

Bree tuvo el pie hinchado durante una semana.

– Bueno pues… a Bree le gusta – dice como si nada.

– ¿Qué? – me levanto de la

...

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