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La Anarquía Explicada A Los Niños

vitokoko4 de Noviembre de 2012

4.699 Palabras (19 Páginas)494 Visitas

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José Antonio Emmanuel: ∗

“…Débiles y pequeños, los niños son, por eso mismo, sagrados…”

Eliseo Reclus

N. B. P.

Este folleto está escrito para contestar a la pregunta que nos han

formulado varios camaradas: ¿Cómo educaré a mis hijos? Pregunta que ya

esperábamos y a la que respondemos ateniéndonos a los dictados de la Razón

y de la Ciencia.

Dedicado a los hijos del proletariado español, esperamos que, estas

páginas –modestamente escritas– orientarán la educación de nuestra infancia

en un sentido verdaderamente renovador.

A los padres y a los maestros nos dirigimos para que –en el hogar y en

la escuela– propaguen las sanas doctrinas de una educación donde se

destierre todo fanatismo y se aspire a libertar a la infancia de la nefanda

opresión que sobre ella se ejerce.

Por culpas de unos y otros, la educación ha quedado estancada en un

marasmo de servidumbre, de la que debe salir redimida y reconfortada.

Sean estas breves páginas estímulo para todos.

EL GRUPO EDITOR

La Anarquía explicada a los niños

A los Hijos del Proletariado Español

I

¿QUÉ ES LA ANARQUÍA?

ANARQUÍA, queridos niños, es la doctrina que no conformándose con la

organización que se ha impreso a la humanidad, desde los tiempos en que

empezaron a crear la Sociedad, intenta dar una constitución a la vida basada

en los principios sacrosantos del amor universal y de la solidaridad humana.

Su misión es hacer cesar la desigualdad reinante entre los seres que los

divide en pobres y ricos, explotados y explotadores, esclavos y dominadores.

Que la Vida sea tal cual debe ser: la libre manifestación de las facultades, la

espontaneidad de los actos, la liberación final destruyendo las causas que se

oponen a que la sociedad se base en la más plena libertad y en la más

absoluta independencia.

Entre las causas que la Anarquía quiere destruir por considerarlas

nocivas y perjudiciales al desarrollo libre del individuo y de la colectividad

puedo enumerar las siguientes para que no olvidéis nunca que, al combatirlas,

laboramos por el bienestar de todos.

El MILITARISMO es la fuerza armada de que se valen los que se han

apoderado de la vida, para imponer sus injusticias y cimentar sus maldades.

Esta fuerza no retrocede ni ante el crimen; arma a los seres entre sí, los lanza

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!∗!La#anarquía#explicada#a#los#niños.!Barcelona,!Ediciones!BAI,!1931!(Tip.!Cosmos),!15!p.!(Bibl.!

Internacional,!6),!20!cts.!

contra los que, como vosotros, como vuestros padres, vuestros hermanos, han

hecho del trabajo una virtud. Cuando nos rebelamos a este modo de proceder,

cuando nos alzamos contra la injusticia que con nosotros se comete, caen

sobre nosotros. No contentos con querernos destruir, suscitan guerras,

diezman la humanidad, y los crímenes se amontonan en el camino que

recorremos.

La anarquía opone a esta fuerza bruta, la Paz. El anarquista no quiere la

guerra, se opone a la guerra, ansía la paz, porque es el punto fundamental de

su doctrina salvadora. Considera a todos los seres hermanos; no quiere

fronteras que nos separen, sino corazones que se fundan en un solo amor: la

emancipación total y absoluta de los seres humanos. Las armas del

anarquismo es el libro, es el trabajo, es la palabra. Con éstas combate la fuerza

organizada del militarismo y con ellas triunfará sobre los carniceros y

devoradores de hombres. Con el libro, con el trabajo, con la palabra llama a

todos, haciéndoles ver que sobre la fuerza bruta se alza la fuerza de la idea

cuyo triunfo final no puede discutirse.

El CLERICALISMO es la farsa de que se han rodeado los usurpadores

de la vida para demostrar que sus imposiciones, sus tiranías, sus opresiones

son justas y agradables a un “dios” que se han forjado para revestir de bondad

sus actos. Con este “dios” se dirigen al corazón de los creyentes, y rodeándole

de un fausto y un lujo inusitados en los templos que le han erigido, dirígenle

oraciones y preces para hacer creer a todos que son los directores de la vida,

los organizadores de la vida, y que la sociedad constituida cae en pecado de

no seguir a este dios, los mandatos de este dios, las tiránicas órdenes de este

dios. Sobre todo, se apodera de vosotros, queridos niños, para atemorizaros

con los fabulosos tormentos de un infierno y los goces de un cielo que habéis

de ganar supeditándoos a los que representan a este dios en el mundo. A los

que no le siguen, a los que se apartan de ellos asqueados y rebelándoseles,

los declaran “enemigos” y frente al poder de su dios, a la omnipotencia de su

dios, crean el demonio que tienta al hombre, a la mujer, a vosotros mismos

condenándonos a penas eternas de un fuego infinito.

Para afianzarse, para asegurar su dominio en el mundo y sobre todos

los seres, llama en su auxilio al militarismo que tiene organizada la vida en

ejércitos dispuestos a hacer triunfar el principio divino. La Anarquía opone a

este poder omnímodo, a este poder absoluto, a esta potestad terrorífica, la

cultura por la Ciencia. La ciencia, que es el ordenado conocimiento de la vida,

descubre las leyes porque se rigen los mundos y la sociedad; investiga que

todo lo atribuido a dios, lo innato a dios, es falso y erróneo; que sólo existe una

ley que derroca la ley divina, que destruye la omnipotencia divina: la ley natural

del progreso humano. En virtud de este progreso se llega fácilmente a

contemplar la vida en toda su pureza; que la tierra no es la morada de dios, ni

el templo de dios; que el ser humano no tiene origen divino, sino que

aparecimos en el mundo en virtud de hondas e incesantes transformaciones

evolutivas en el organismo animal hasta llegar a nuestra especie; que el fin del

mundo tampoco está sujeto a los providenciales destinos de dios, sino que la

ciencia fija su fin de un modo racional y de acuerdo con las leyes naturales.

La Anarquía destruye las religiones porque son absolutistas, despóticas,

crueles y sanguinarias. Y contra ellas quiere preservaros, queridos niños, para

que os rebeléis al temor de ser condenados, al miedo de ser castigados, al

placer de ser premiados. El castigo y el premio sólo pueden existir en la

sociedad burguesa creada por los religiosos y los militarizantes. Sólo existe

una recompensa: la del deber cumplido con la Vida, de ser útiles a los

semejantes y de coadyuvar a implantar la nueva sociedad donde no existen

odios, ni rencores, ni clases, ni vanidades, ni tiranías.

El CAPITALISMO es la sociedad organizada en el egoísmo brutal y

antihumano, detentando el poder absoluto sobre la humanidad que produce y

trabaja, aprovechándose del esfuerzo común para crear riquezas y privilegios

sin los cuales no podría vivir. Erige un poder para sostenerse, funda los

estados, divide a los hombres en naciones; sus tentáculos se clavan en las

entrañas de la tierra para sacar el dinero que monopoliza y distribuye

inicuamente; penetra en todos los ámbitos, desde el taller y la fábrica hasta el

acaparamiento absoluto de vidas y haciendas, dicta leyes y las impone para

robustecerse y consolidarse; señor absoluto de las existencias, no repara en

medios para desnaturalizar el trabajo, atribuirse la producción, regularizar la

vida a base de la usurpación y la violencia. Amo y señor del organismo social,

tiene al “clericalismo” porque le ayuda en sus nefandos designios y cuenta con

el “militarismo” porque le sostiene y le sirve de apoyo. Quiere que su “ley” sea

acatada y obedecida por todos: cuenta para ello con los sicarios y escribas

para hacerla cumplir. A esto llama su mandato: a esto da el nombre de poder.

Pero la Anarquía, queridos niños, se levanta contra este modo de

concebir la vida y se rebela a esta manera de organizar la existencia. La

Anarquía aspira a suprimir todas estas causas que sumen a la humanidad en el

letargo del opio. No quiere estados que, por el solo hecho de existir, llevan en

sí desigualdades irritantes e injusticias cruentas. Al dinero opone el libre

cambio de productos; al trabajo remunerador para los privilegiados, opone el

trabajo

...

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