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La Apuesta, En La Gran Bifurcación


Enviado por   •  5 de Julio de 2013  •  1.382 Palabras (6 Páginas)  •  481 Visitas

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El homo sapiens ha llegado a depender de la inteligencia para la existencia. Ya no confiamos en la fuerza para luchar, la velocidad para huir o la máscara protectora de la forma o el color para ocultarnos. El desarrollo de las facultades de la inteligencia nos ha permitido llegar a ejercer un control cada vez mayor sobre nuestro entorno, primero domesticando planta y animales; después controlando ciertos procesos más amplios y fundamentales de la naturaleza o infiriendo con ellos. Nos hemos convertido en los agentes decisivos de la evolución en toda biosfera.

El hombre ha apostado a la inteligencia, tomemos como ejemplo el uso del fuego. Ninguna criatura puede encender fuego y actual después en base al supuesto de que es capaz también de apagarlo. Pero de eso precisamente se trata el homo sapiens, el hombre “conocedor”.

Una especie inteligente puede no solo reproducir y mejorar su medio ambiente, sino también llegar a degradarlo y amenazar su propia supervivencia. Si la inteligencia humana condujese a semejante fracaso, la existencia de nuestra especie posiblemente desencadenaría también la extinción de toda la vida en la Tierra, con la posible excepción de los insectos y la hierba.

Hace unos cinco millones de años la línea evolutiva que llevaba al hombre moderno se separó de los simios africanos, los ancestros comunes de los seres humanos, los chimpancés y los gorilas. Los simios son cuadrúpedos que caminan apoyándose en parte en los nudillos; el hombre es un bípedo erecto. La mayoría de los simios están adaptados a la vida en los arboles; el hombre es apto para vivir en la tierra. Esta adaptabilidad a la vida terrestre fue el paso crucial en el sendero que condujo a nuestros antecesores hacia la evolución de la inteligencia.

Nuestros antepasados se tornaron cada vez más dependientes de la utilización de sus miembros superiores. Su método de supervivencia premiaba la destreza manual, el control corporal y la sensibilidad táctil, por lo que únicamente lograron sobrevivir las bandas cuyos miembros desarrollaron las correspondientes capacidades, nuestros antepasados realizaron esta hazaña en la corteza sensorial y motora del hombre moderno la representación de la mano y especialmente el pulgar, está detallada fenoménicamente. A medida que los miembros superiores se transformaron en manos y brazos diestros, las mandíbulas perdían su utilidad para defenderse. No hubo presión selectiva hacia grandes caninos, premolares sectoriales y una mandíbula grande que los contuviera. Surgió una especie bípeda erecta, con cerebro grande, mandíbulas pequeñas y pulgar oponible, es decir con los rasgos distintivos del homo sapiens hasta nuestros días.

A medida que estos individuos socializados se expandían el lenguaje de signos de base genética de los simios se transformo en el sistema más flexible de símbolos compartidos, característico de las lenguas humanas. La conducta social se libero de la rigidez de la programación genética y se torno adaptable a circunstancias cambiantes. En la neocorteza las capacidades para la destreza manual y el uso de herramientas se unieron a otras capacidades. Recientemente desarrolladas, para la comunicación y la socialización.

Esencialmente el homo sapiens no ha cambiado desde que surgió en África hace unos 100. 000 años pero sus refinadas capacidades manuales y cognitivas no funcionaron durante la mayor parte de los cinco millones de años, por lo que durante casi todos estos miles de milenios, las dispersas bandas de homínidos se las arreglaron para sobrevivir, llevando una existencia constantemente precaria. Los progresos empezaron lentamente, quizá ya un millón y medio de años atrás.

El control del fuego fue una movida inteligente; les dio a las dispersas bandas de homínidos un arma pequeña pero decisiva para su peligrosa lucha por la supervivencia. El fuego inspira miedo, dado que la reacción instintiva es huir, los que dominan el fuego pueden usarlo para protegerse y defenderse. El fuego es también una ayuda para asegurar una provisión permanente de alimentos que se pudren rápidamente cuando está cruda.

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