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La Divina Comedia


Enviado por   •  8 de Febrero de 2015  •  5.435 Palabras (22 Páginas)  •  253 Visitas

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ENSAYO CRITICO: ¿QUÉ ES LA DIVINA COMEDIA?

La Divina Comedia es un poema donde se mezcla la vida real con la sobrenatural, muestra la lucha entre la nada y la inmortalidad, una lucha donde se superponen tres reinos, tres mundos, logrando una suma de múltiples visuales que nunca se contradicen o se anulan. Los tres mundos infierno, purgatorio y paraíso reflejan tres modos de ser de la humanidad, en ellos se reflejan el vicio, el pasaje del vicio a la virtud y la condición de los hombres perfectos. Es entonces a través de los viciosos, penitentes y buenos que se revela la vida en todas sus formas, sus miserias y hazañas, pero también se muestra la vida que no es, la muerte, que tiene su propia vida, todo como una mezcla agraciada planteada por Dante, que se vuelve arquitecto de lo universal y de lo sublime. Considerada como el mayor poema épico de la literatura italiana, la Comedia fue creada entre 1265 y 1321. El calificativo divina fue agregado después, por Giovanni Boccaccio y fue con ese título como la gran obra de Dante Alighieri pasó a la posteridad.

La Divina comedia se compone de tres canticas o capítulos, el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso; los dos últimos constan de 33 cantos y el último de 34, lo que hace un total de 100. Los versos del poema son endecasílabos y están ordenados en tercetos, es decir, estrofas de tres versos.

Ahora bien, podríamos resumir la Divina comedia como el recorrido de Dante por tres distintos niveles del mundo espiritual, en el que se topa con una variedad de paisajes, ambientes, seres y circunstancias, que son más o menos arduos, oscuros y terribles, dependiendo de la peculiar condición moral que reflejan. De quedarnos con este sentido, el poema se reduce a una travesía épica, de la que el protagonista sale airoso, debido en buena parte a la sabiduría de sus guías.

Sin embargo, la Comedia es mucho más que un largo y extraordinario paseo. Prueba de ello es que incluso la estructura de su composición se ordena cuidadosamente, conforme a varios significados. Por ejemplo; el número tres, que determina de muchas formas la organización del poema, reviste una gran importancia en Dante, pues alude al orden y perfección de la Trinidad, entre otros significados.

Así, tenemos tres grandes capítulos, los dos últimos, divididos en treinta y tres cantos, con versos agrupados en tercetos. Hablando ya del contenido de la obra, encontramos que tanto el infierno como el paraíso se dividen en nueve círculos o cielos, es decir, tres veces tres. Dentro del infierno se castigan los tres vicios más graves (incontinencia, violencia y malicia) y en el paraíso se premian las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad). Tres son las fieras que acechan a Dante, cuando se extravía en la selva, antes de emprender el viaje. Y tres son los personajes centrales de la narración, Dante, el poeta Virgilio y Beatriz, la imagen de la mujer ideal. Y esta es solo una de las formas simbólicas que aparecen a lo largo de la Comedia.

De hecho, el gran poema de Dante no es un texto de lectura sencilla. No, al menos, si se le quiere apreciar en su totalidad. Pues no sólo se trata de seguir los acontecimientos, sino de comprender que cada personaje, cada situación y, en suma, cada etapa del camino, remite a una idea filosófica, o bien, a un episodio de la historia de Florencia; a un postulado de la teología del Medioevo e incluso a momentos de la vida del poeta. Conviene decir que mientras más conocimientos se tengan en torno a estos temas, mayores serán la comprensión y el deleite que se puedan extraer de la Comedia.

No se podrá esperar, por tanto, que un resumen de la obra muestre todas sus profundidades. Sirva, en cambio, como una guía, para no adentrarse a solas y sin noción alguna, en un clásico de la literatura.

La historia comienza con un Dante que, a la mitad del camino de la vida, se ve perdido. La selva oscura, asediada por fieras, en la que inicia el camino del poeta, refleja la confusión del alma que ya no encuentra el sentido de la vida conforme al bien y tan sólo halla un débil apoyo en la sensibilidad y las apariencias.

Surge entonces la razón – y, más que la sola razón, la sabiduría del arte – encarnada por Virgilio. El poeta latino salvará a Dante del asedio de las bestias, una pantera, un león y una loba, en las que algunos intérpretes ven la representación de los pecados de incontinencia, violencia y malicia. Después le hablará de un viaje que se ha planeado desde el cielo y que le servirá para reencontrarse con el fin auténtico, el único al cual debe dedicarse la existencia.

La jornada no será sencilla. Habrá que descender hasta lo más profundo del infierno, para ver cómo los vicios aniquilan a las almas. Después, será testigo de la expiación de los pecados en el purgatorio y, finalmente, deberá contemplar la luz de Dios, visión que tampoco es fácil de sostener (Canto I).

Dante, como es de esperarse, se siente aterrado. Pero Virgilio le rebela quién intercedió por él para que tal oportunidad le fuese concedida. Se trata de su amada Beatriz; en adelante, el solo nombre de la dama le dará la seguridad y el aliento necesarios para llevar a cabo cualquier empresa, incluyendo el descenso a los nueve círculos infernales (Canto II).

Avanzan, pues, hasta las puertas del infierno, franqueadas por el río Arqueronte. Hay, sin embargo, un vestíbulo que precede al río y en el que un grupo de almas profiere graves lamentos. Aquí – relata Virgilio – están confinadas las almas de quienes no conquistaron ningún tipo de gloria, pero tampoco merecieron algún reproche; no fueron fieles a Dios ni se rebelaron contra Él; no ganaron ni amigos ni enemigos; vivieron sólo para sí mismos, sin dejar huella en el mundo. Fue tal su indiferencia que no hay sitio para ellas ni en el cielo ni en el infierno y deben conformarse con permanecer a las puertas de este último lugar (Canto III).

Dante y Virgilio no se detendrán aquí. Ambos suben a la barca del demonio Caronte, quien los llevará del otro lado del río, hasta el Limbo, primer recinto infernal. En este lugar se encuentran las almas que no recibieron el bautismo y que no cometieron ninguna falta grave, salvo el haber vivido en una época pagana. Aquí están Homero y Horacio; Héctor y Eneas; Sócrates, Platón y Aristóteles; y el propio Virgilio, junto con otros sabios, poetas y héroes a quienes no les fue revelado el verdadero Dios. Permanecerán ahí mientras el mundo guarde su recuerdo. Sin embargo, están condenados a vivir sin la esperanza de alcanzar alguna vez la gloria divina (Canto IV).

Luego de cruzar el Limbo, los dos poetas descienden al siguiente círculo, no sin toparse primero con el juez Minos. Con su larga cola, este demonio azota el suelo, marcando el número

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