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La Filosofía Como Propedeutica De Salvacion

maro17929 de Octubre de 2014

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La filosofía como propedéutica de salvación, no solo es contemplación de lo eterno, sino también sobre la temporal disposición de las cosas materiales al servicio del hombre. Si la filosofía no es filosofía al servicio del hombre es vana sofistería, pura logomaquia.

Filosofar es aprender a morir, pero al aprender a morir, el sabio aprende también a mejor vivir. Vivimos mejor a medida que, impulsados por el asombro y la duda, vamos eliminado fantasmas y espejismos.

No se trata de un oficio de filósofos, sino de condición de hombres. Solo el desconocimiento de nuestra finitud nos mantendría fuera del compromiso de filosofar. La filosofía es impredecible e inevitable.

La filosofía no es una simple abstracción: es la vida, en su sentido radical, henchida de significación. Se trata de un imprescindible menester de ubicación y de autoposesión.

El problema de nuestra salvación adquiere, por nuestra situación original misma, un carácter de primacía sobre cualquier otro problema. Y una filosofía como propedéutica de salvación se agolpa hacia la estrechez de lo único necesario.

Nuestra existencia humana es, en sus estratos más hondos, una permanente y rotunda afirmación del ser ante la nada. Filósofo solo puede serlo el amante del saber último. La filosofía es un saber para la salvación del hombre.

Ante todo; es preciso partir de la realidad. Estamos en la realidad y la realidad nos está presente.

La realidad es el punto de partida familiar, macizo, irrecusable. Pero por el plano metafísico es preciso retroceder hasta la raíz y apoyo de la realidad que está siendo.

La antropología filosófica o antropológica tiene, dentro de la filosofía general, un lugar de privilegio. La persona es el núcleo de mi ser y el centro de las cosas que me forman mi entorno.

La causa final es la causa de las causa. Lo que exige el argumento no es solo una plenitud ideal, sino una plenitud subsistente. La razón última de ser de nuestro afán de plenitud subsistencia no se encuentra en una idea, sino únicamente en un Ser plenario, existente en sí y para sí.

Es preciso fundir la búsqueda de las causa con el afán de salvación, en una actitud mixta, la única genuinamente existencial. Mucho mejor y más importante que el abstracto saber la verdad es el estar en la verdad.

Salvación es, en el orden filosófico, cabal cumplimiento de la vocación personal, fidelidad a nuestra dimensión axiotrópica, esclarecimiento y realización del dinamismo ascensional de nuestro espíritu encarnado, abertura y encaminamiento a la plenitud subsistencial.

El autor pretende hacer una conciencia plena sobre lo que se concibe como la filosofía como propedéutica de salvación, la filosofía como análisis de una realidad, como la mera aplicación de lo que el hombre hace, debe y quiere.

Narra en un esquema de ideas, un propósito especial para el hombre, el hombre que busca la verdad por medio de la filosofía, mediante un razonamiento de su realidad, de sus ser, de su voluntad.

Busca encajonar a los individuos en el mero propósito de la filosofía como propedéutica de salvación, que es la existencia plena y verdadera del hombre en todas sus dimensiones, sin necesidad de ser filosofo puesto que se pretende esto con el solo hecho de ser un ser.

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