La Filosofía Como Práctica Concreta
Enviado por tomy1968 • 16 de Noviembre de 2013 • 10.040 Palabras (41 Páginas) • 349 Visitas
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SOBRE LA FILOSOFÍA COMO PRÁCTICA CONCRETA
Una lectura del Teeteto de Platón
Alberto Allard Z.
Es posible que de entre todas las imágenes de la relación entre filosofía y
política no encontremos otra tan poderosa como la del juicio y muerte de
Sócrates. De ella sabemos no poco: consta el relato de sus últimos momentos,
también el de su juicio y defensa, en la Apología se registra el detalle de su
discurso; conocemos la composición y número del jurado, el número de votos
que lo condenan —280— y que lo absuelven —220—, su negativa a escapar, sus
razones para ello; y, sobre todo, sabemos que la historia de esa muerte comienza
con una acusación del poeta y retórico Meleto: Sócrates corrompe a los jóvenes y
sostiene una forma de lo trascendente que no corresponde a los dioses de la
polis.
Pero aunque exista una comprensión oficial, restricta y coherente a la
historiografía, profesional o académicamente concebida de ese acontecimiento, es
difícil de entender el extremo de su situación: se trata de la muerte, por parte de
una comunidad y por medios conscientes, de un sujeto que encarna una
modalidad no sólo clásica sino también esencial, constitutiva, no de “la filosofía
en sí”, sino de su práctica “como tal”. Quiero decir: la muerte de Sócrates, su
proceso, el acontecimiento entero de esa escena, es señal del efecto que un
pensamiento ejerce con una efectividad tal que tiene a la muerte, a esa muerte,
como su consecuencia; porque tratándose de una escena además jurídica cabe
preguntar ¿son los cargos formales contra Sócrates fundamento suficiente para
su ejecución? ¿cuáles son sus motivaciones verdaderas? Si nos mantenemos en la
posibilidades de comprensión estrictamente disciplinares que ofrece la “historia
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de la filosofía” la interpretación de partida es la de un simple ataque: se trata de
la muestra idiosincrática de un ordenamiento político determinado por la
sociedad griega del siglo IV a.C. En el mejor de los casos esa muerte sería un
accidente, una estampa biográfica sin otra relevancia que su anécdota; pero qué
ocurre si consideramos esa anécdota como un problema filosófico por sí mismo,
qué ocurre si preguntamos por su significado entendido como performatividad
más que como simple simbolismo o narratividad; por lo pronto se trataría de una
muerte que señala una cierta situación o disposición del pensamiento para con el
poder; no el poder como concepto disciplinar que proyecta la filosofía política,
por cierto, sino el poder como una función concreta respecto de la cual sólo un
pensamiento igualmente concreto puede hacerse sentir.
La escena es referida por Platón en una serie de diálogos que en un primer
momento parece ir desde la Apología hasta el Fedón, pero su traza en realidad se
remonta hasta el Teeteto —la serie se inicia, de hecho, en este lugar— de tres
maneras distintas:1
1. Aunque la cuestión más general de la escena, la relación problemática
entre filosofía y política, es exhibida a lo largo de toda la serie, en ningún lugar
es más específica que en el pasaje central (172a1-177c2) de este diálogo
donde aflora en la forma de una oposición entre “vida política” y “vida
filosófica”, pero que [por ende] refiere tanto:
1.1. al conflicto, en varios niveles —ontológico, epistemológico y
político—, entre lo particular y lo universal en general así como:
1.2. al concepto de trascendencia, y de la relación entre el hombre y esa
trascendencia, políticamente aceptado por la comunidad y que Sócrates
desbroza críticamente —lo que aparece [lemáticamente, en su nivel más
superficial] como [simple] “desacato religioso”.
1 Este recorrido, del Teeteto al Fedón, pasando por la Apología y el Critón, en ese orden, constituye
la serie de la escena de la muerte de Sócrates. Vide: MARK JOYAL, The Platonic Theages, Stuttgart,
2000, p. 195.
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2. El cuerpo del diálogo propiamente tal, la conversación entre Sócrates,
Teodoro y Teeteto, es en realidad una historia enmarcada por una
conversación “posterior” (141e9-143c7) entre Euclides y Terpsión,
megáricos; una suerte de “prefacio póstumo” a su vez envuelto en la
condición más general de toda la escena y cuyo desenlace el Fedón hará
evidente; veremos dentro de poco la situación y circunstancia de esa
condición.
3. La narración termina con Sócrates debiendo apersonarse en el Pórtico del
Rey a propósito de la acusación de Meleto (210d3) —es el tiempo de la vida
filosófica encontrándose con su fin.
Sabemos que la discusión entre Sócrates y los matemáticos Teodoro y
Teeteto concierne principalmente al significado —y en cierto modo a la
posibilidad— del conocimiento,2 razón por la cual su relato práctico de la vida
filosófica parece no encajar del todo en el parlamento que conforma el pasaje
central de este diálogo, tal vez uno de los más abstractos del corpus. Sin ir más
lejos, es el mismo Sócrates quien designa al pasaje que nos interesa como
«afirmaciones marginales»3 (177b8) que alejan la conversación del tema principal.
En cualquier caso, no es el único lugar en donde encontramos a Platón
presentando a Sócrates como interesado en acercar la filosofía a quienes
practican la política —movimiento general del platonismo cuya muestra más clara
tal vez sea la República—, pero en el Teeteto ocurre algo inusual: se trata, a la
inversa, de dirigir la atención de unos matemáticos, dedicados de suyo a la vida
teorética, hacia la política: el punto consiste menos en la filosofía como principio
orientador en la política que la filosofía como política, aserto que además separa a
2 De ahí el subtítulo tradicionalmente asignado al Teeteto: «Sobre el conocimiento». Ahora bien,
sobre todo por tratarse de la definición del tema, es necesario recordar que los subtítulos a los
diálogos platónicos no fueron asignados por Platón ni por ningún lector cercano. La vasta
mayoría de ellos no aparece hasta Trasilo en el 36 d. C.
3 Tenemos a la vista la traducción de Miguel Balasch en edición bilingüe de Athropos, Barcelona,
2008.
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Sócrates de sus predecesores: los presocráticos son, todos, pensadores definidos
por la no conexión entre filosofía y política.
Pues bien, decíamos que la conversación es con Teodoro y su discípulo
Teeteto —tras ellos está el sofista tardío Protágoras y el solipsismo del homo
mensura—, dos matemáticos cuya matriz teórica es tan abstracta que a Sócrates le
parecerá que incluso obstaculiza su argumentación. En respuesta a ello pregunta
entonces por la relación entre esa actividad teórica —su práctica concreta sin lo
cual una teoría simplemente no existe— y la situación donde ésta se da para
mostrar con ello la falta de fundamento de esa teoría como pura abstracción.
Un último apunte acerca del tema del diálogo mediante dos preguntas que
trataremos en lo sucesivo:
1. ¿Qué se entiende aquí por “práctica concreta”?
2. Si la remisión de la teoría hacia la materialidad de lo político señala la base
preteorética desde donde esa teoría deriva su justificación ¿Cuál es
exactamente esa base?
El Teeteto se aproxima a estas preguntas mostrando porqué precisamente
su tema teórico —el conocimiento como ™pist»mh—requiere de esas otras
«afirmaciones marginales» sobre un tema práctico. En particular, el diálogo
muestra que la cuestión del significado del conocimiento reside dentro del
contexto, más amplio que el simplemente teórico, de la actividad humana. Esas
afirmaciones no serían entonces marginales sino una cierta culminación en torno
a la cual las preguntas —ciertamente filosóficas— del texto se disponen y en
cuyo centro se unen. Pero veremos que apuntando de este modo a la política
Sócrates no anula sino que vindica profundamente el valor la investigación
teórica, aunque ese valor recaiga solamente sobre una filosofía que antes haya
confrontado el mundo al que procura ofrecerse como respuesta, es decir, al que
ha debido transformar en cuestión.
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Después de la introducción —prefacio póstumo y crucial de la serie al que
volveremos más tarde aunque, en rigor, nunca se le abandone completamente—
el diálogo se centra en la primera conversación con Teeteto quien es presentado
por Teodoro como parecido a Sócrates: no es gallardo ni físicamente atractivo
pero su espíritu es despierto y penetrante. La cuestión aquí será la frÒnhsij: en
su significado socrático: aquello sin lo cual no puede practicarse la filosofía.
En esa conversación, donde Sócrates examina las cualidades del joven
discípulo de Teodoro —particularmente hábil en la percepción de los objetos
matemáticos—, es que aparece la pregunta nominal del diálogo: ¿qué es el
conocimiento? [™pist»mh]
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