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La Formas Del Conocimiento


Enviado por   •  21 de Junio de 2015  •  1.592 Palabras (7 Páginas)  •  194 Visitas

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LAS FORMAS DEL CONOCIMIENTO

El conocimiento envuelve una relación entre el sujeto que conoce y algo que, luego de su conocimiento, es puesto como objeto. El sujeto trata de captar aspectos de este algo exterior a él, y puede hacerlo según varias vías o formas.

Los procesos cognoscitivos pueden dividirse en dos grandes clases: los de cognición inmediata y los de cognición mediata, según se reconozca la posibilidad de una toma de contacto directo con lo real o, sólo sea posible conocerlo gracias a a elementos de mediación y de enlace progresivo. Dejando, ahora, a un lado los procesos formales de inferencia inmediata – como el de la deducción – vamos a examinar el problema de la intuición que para muchos, de Platón a Descartes y Spinoza, et. Es el método por excelencia de la filosofía.

Los procesos intuitivos en general

La intuición sensible es el proceso inmediato fundamental, lo cual implica el contacto del sujeto que conoce con algo, todo ello debido a las impresiones del sentido y la percepción. Es la forma que tiene el humano de conocer, ineludiblemente a través de los sentidos. La intuición describe aquel conocimiento que es directo e inmediato, sin intervención de la deducción o del razonamiento, siendo habitualmente autoevidente.

Sustenta la base de todo conocimiento empírico en general y nos coloca en relación con algo que existe y es real. La extrapolación de si la inteligencia es capàz de hacer otra cosa que elaborar datos es un punto controvertido.

La revalorización de las formas de conocimiento intuitivo espiritual ha sido un fenómeno interesante en la filosofía contemporánea. Se da a la intuición una importancia que no siempre fue reconocida por los positivistas e idealistas postkantianos. Ello no quiere decir que no hubiera grandes filósofos como Descartes, Spinoza, Scheeling etc que investigaran sobre esta materia, ni de los ejemplos magníficos como Platón y Aristóteles.

Se puede aseverar que el hombre no es solo sensibilidad, porque también siente afectivamente, reacciona emocionalmente, tiene simpatías y aversiones, se conmueve, se apasiona. Es también un ser que intelectualmente contempla, que pretende usar la inteligencia para penetrar directamente en la esencia de las cosas, y un ser que quiere u obra y que es capaz de encontrar en el acto mismo de obrar el sentido de su conducta.

La distinción a parti subjecti en las formas de intuición, coincide con la que se obtiene partiendo del análisis de la estructura del objeto. Este presenta tres aspectos o elementos –esencia, existencia y valor-, pudiéndose hablar de una intuición de la esencia de una intuición de la existenciay de una del valor.

De tal forma que habría un conocimiento intuitivo para cada estructura de los objetos, cuya remisión conceptual corresponde a la Teoría de los Objetos. Pero ninguna de las grandes doctrinas intuicionistas se cuadra de forma pura y rigurosa en la distinción que acabamos de consignar. Se atribuye a la intuición de tipo racional y a la de tipo emocional la virtud de captar valores y esencias, y se señala, además, varios tipos de intuición difícilmente identificables como puramente racionales, volitivos, etc.

No solo en el campo filosófico se reconoce el papel de la intuición como instrumento de saber. Esta también se extiende en el ámbito de las ciencias exactas. Mención importante es el libro admirable de Max Planck ¿A dónde va la Ciencia?. En esta se pone de relieve la importancia de la intuición intelectual, no solamente en lo referente a los principios fundamentales, sino también en el mábito de la investigación experimental, mostrando cómo el investigador auténtico sabe penetrar con los ojos del espíritu, en los más delicados proceso que se desarrollan en él, construyendo intuitivamente todo un mundo de hipótesis que luego ha de ser sometido a comprobación según evaluaciones experimentales.

Pero lo que importa es la identificación de la intuición en la Ciencia del Derecho. Respecta a ello esta está muy imbuida de racionalidad abstracta, en el sentido de que la experiencia jurídica queda, frecuentemente, confinada a una sucesión de silogismos y de actos atribuibles al homo iuridicus como entidad abstracta. La teoría jurídica, operando con meros datos lógico-formales va haciendo firme la convicción errónea de que el juez debe ser la encarnación de un mundo abstracto y de normas, y de este modo, dictará sentencias como si de puros actos de razón se tratara. Nada más errado. El juez, antes de ser juez, es un hombre partícipe de toda envoltura afectiva, inclinaciones y tendencias del medio social en el que está inmerso. No estará justificado prescindir del examen de estas circunstancias, si se quiere alcanzar una visión concreta de la experiencia jurídica, más todavía, tal análisis viene necesariamente exigido por nuestra aspiración a la certeza y a la objetividad.

Tanto positivistas, fenomenólogos y empiristas han tratado de encuadrar la intervención intuitiva en el proceso del conocimiento jurídico.

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