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La Libertad Como Devenir De La Moralidad Humana


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2013  •  984 Palabras (4 Páginas)  •  239 Visitas

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El actuar del hombre en su aspecto moral, que está estrechamente ligada con la persona, no solo concreta su actuar en sus mismas acciones y en lo que experimenta, sino que a medida que actué libremente ante tales acciones se realizara como un hombre bueno o malo, esto porque la conducta moral participa de la realidad de las acciones humanas en cuanto expresión de un tipo específico del devenir del hombre sujeto, en el tipo de devenir que esta mas intrínsecamente relacionado con su naturaleza, es decir, con su humanidad y con el hecho de que es persona.

El estudio de la libertad es la piedra de toque de la Antropología filosófica, por cuanto que la libertad constituye un tema clave en la interpretación del hombre. Además, todos los pensadores, de todos los tiempos, la han considerado a lo largo de la historia.

La libertad, en términos generales, en el pensamiento presocrático, predomina una visión fatalista del mundo. La reflexión ética entra en el pensamiento griego con Sócrates. Piensa que el hombre tiende necesariamente al bien. El hombre virtuoso es el sabio, ya que conoce mejor que nadie los medios para alcanzar el bien. Para conseguir la libertad es necesario conocerse a sí mismo con el fin de liberarse de las trabas interiores.

Posteriormente, en el mundo griego, la libertad se sitúa en un ámbito político y social, directamente relacionado con su dimensión moral. El sentimiento de libertad se percibe primariamente como el poder de participar y administrar la vida y organización de la Polis.

Platón entiende la libertad del hombre como directamente relacionada con la ética y con el dominio sobre nosotros mismos. En Aristóteles, la libertad se inscribe dentro de la problemática del acto voluntario, “lo voluntario parece ser aquello cuyo principio se halla en el agente que conoce todas las circunstancias particulares de la acción”, ya que el hombre libre es causa de sí mismo.

Spinoza, niega la libertad de la voluntad, “la voluntad no puede ser llamada causa libre, sino sólo causa necesaria”, porque ella requiere una causa que la determine a existir y a moverse de un modo determinado. Es decir, no hay una voluntad libre, por haber concebido a Dios como único ser al que le concede libertad, como sustancia inteligente y, por ello, no voluntaria.

Por su parte, Kant, intentando salvar la libertad humana del determinismo natural. La libertad sólo puede darse en el reino del noúmeno como un postulado de la moral. El hombre es libre porque no pertenece enteramente a la realidad natural, por eso puede ser causa sui (La causa de la), en sentido moral. Esta distinción kantiana entre fenómeno y noúmeno, viene a ser paralela a la distinción clásica entre naturaleza y libertad.

Hegel entiende que la verdadera libertad no es el azar, sino la determinación racional del propio ser. La libertad es, en última instancia, el ser de sí mismo. En las posiciones extremas sobre la libertad, es interesante destacar a Sartre, para el que no existen normas superiores que puedan imponerse a la libertad. Aunque acaba postulando la negación de Dios en nombre de la libertad humana. La libertad es absoluta, sin trabas, no conoce vinculación alguna. El hombre es existencia, sólo aquello que él mismo se hace con su libre autorrealización. El estudio de la libertad acapara todos los ámbitos posibles del individuo como ser sociológico, religioso, psicológico, metafísico, etc. Tanto los planteamientos materialistas como los espiritualistas, tratan el tema de la libertad desde una perspectiva metafísica.

Por consiguiente, y a raíz de lo anterior, se tiene que la libertad en el hombre como ser racional es de gran importancia y causa primordial para todo el devenir de sus acciones como persona en el contexto de su moralidad humana. Según Kant, toda la moral del ser humano debe poder reducirse a un solo mandamiento fundamental, nacido de la razón, no de la autoridad divina, a partir del cual se puedan deducir todas las demás obligaciones humanas. Definió el concepto de imperativo como cualquier proposición que declara a una acción (o inacción) como necesaria. En cuanto a sus máximas morales se basan en imperativos hipotéticos, por lo cual no eran de obligado cumplimiento en cualquier situación y desde cualquier planteamiento moral, religioso o ideológico.

Un imperativo hipotético impulsaría a una acción en determinadas circunstancias. Por ejemplo: Si quiero el bien común, debo no cometer un asesinato, de manera tal que quien no comparta la condición “querer el bien común” no está obligado por esa clase de imperativos. En cambio un imperativo categórico denotaría obligación absoluta e incondicional, y en todas las circunstancias ejercería su autoridad, ya que sería autosuficiente y no necesitaría justificación externa.

Comparando con las Sagradas Escrituras, escritura que no será un pasado, un moderno o un contemporáneo sino un eterno presente. Todas las parábolas de Jesús, en particular la del buen samaritano (Lc.10, 30ss), indican cuáles son las acciones buenas que se han de hacer, y cuáles las malas que se han de evitar.

La moral se ocupa de las acciones humanas. Las verdaderas acciones humanas son aquellas que dimanan de la libre voluntad del hombre. Admitiendo, pues, que la verdadera acción humana es aquella que es libre, la moral no mira si nuestra acción es importante o no, si es eficaz o no, si es aplaudida o no. Lo que cuenta para la moral es si la acción que estamos realizando es buena o mala. Decir por tanto que las acciones son morales o inmorales equivale a decir que las acciones son buenas o malas.

Concluyendo, digo e interpreto lo siguiente; tomando las diferentes opiniones de los filósofos acerca del tema abordado, se quiera o no, se afirma que la libertad hace del hombre un sujeto moral. Cuando actúa de manera deliberada, el hombre es, por así decirlo, el “padre de sus actos”. Los actos humanos, es decir, libremente realizados tras un juicio de conciencia, son calificables moralmente: son buenos o malos.

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