La Republica De Platon
kily000425 de Noviembre de 2013
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La obra de Platón abarca prácticamente todos los ámbitos de la filosofía el pensamiento del autor griego está profundamente orientado hacia la reflexión política y ética. Platón trata de recrear una utopía política en donde se realicen su ideal de conjugar ética y política.
Para Platón la justicia es el fin tanto de la ética como de la política, al analizar el modelo ético de vida buena estamos analizando, también el modelo de estado político perfecto. La ética platónica es una ética intelectualista ya que afirma que el mero conocimiento de lo que es bueno hace que el hombre actúe con bondad; el mal es la ignorancia de lo que nos conviene según el filósofo griego, el bien moral coincide con la felicidad: si queremos el bien es porque es bueno no sólo éticamente sino porque es bueno para nuestra felicidad. Así Platón considera que lo que persigue la ética es la felicidad del individuo mientras que la política persigue la felicidad del cuerpo político.
Libro I
Sócrates, regresando del Pireo se halla con Polemarco, quien lo invita a ir a su casa. Una vez en casa de Polemarco, Sócrates se encuentra con Céfalo, padre de Polemarco, al cual lo ve muy viejo. El filósofo hijo de Sofronisco, curioso al respecto de la vejez, le pregunta por ella y Céfalo la elogia señalando que ésta amortigua la intensidad de algunas pasiones y que la misma vejez es un estado de reposo y de libertad de los sentidos. Muchos no toleran la vejez, dice Céfalo, pero tolerarla depende del carácter, no de la edad. Sócrates insinúa que las riquezas de Céfalo influyen para que él goce tranquilamente de la vejez, pero el viejo aclara que la posesión de riquezas ayuda a no engañar involuntariamente ni a mentir, pudiendo así pagar todas las deudas a los dioses y a los hombres para salir libres y justos del mundo terrenal.
Es en este momento donde empieza el problema de la justicia. Sócrates analizaría la idea de Céfalo acerca de la justicia y diría que, si la justicia consistiese en decir la verdad y dar a cada uno lo que le corresponde, ¿sería justo devolverle las armas, que me confió un amigo en su sano juicio, habiendo éste enloquecido? Sócrates diría que toda persona en su sano juicio le negaría las armas a este loco amigo sería injusto, y mucho más decirle a éste la verdad.
Una vez refutada la idea de que la justicia, Céfalo se dirige al patio para continuar con su sacrificio e interviene en el diálogo su hijo Polemarco. El joven, interesado en el diálogo, introduce la idea de un poeta sobre la justicia; pero Sócrates le explicaría que muchos de los que creemos amigos no lo son, ya que es visto que el enemigo engañe a una persona haciéndose pasar como amigo. También, agregaría Sócrates, si la justicia fuese hacerle bien a los amigos y mal a los enemigos ésta sólo serviría en épocas de guerras y no en épocas de paz, la justicia es una perfección humana que no puede, convertir a los hombres en injustos, porque si una persona hace "justicia" y crea mal a un enemigo, nos exponemos a volverlo injusto; de modo que la justicia daría origen a la injusticia.
En conclusión, el hombre justo no puede hacer mal a otro.
Dada por acabada la ilustración de Sócrates. Trasímaco, que ambicionó intervenir constantemente en la charla pero fue detenido por los que querían escuchar hasta el final el diálogo, explotó en ira contra Sócrates acusándolo de escapar a las preguntas que le hacían y Sócrates de una manera más calma lo invitó a participar de la conversación.
Trasímaco alega que es la justicia, Sócrates concordaría en que la justicia es algo conveniente, pero no para el más fuerte. Agrega que al hombre justo le va peor en todo lugar y circunstancias y al injusto saca provecho cuando se trata de recibir repartos públicos, hasta de no pagar lo debido en las contribuciones al Estado. Trasímaco indicaría que los que reprochan la injusticia no lo hacen por miedo de cometerla, sino por temor a sufrirla. Es de este modo asimilable que para él, la justicia no se practica en beneficio de los demás, sino de uno mismo. Sócrates contesta que un médico no realiza su técnica de curar a otros porque de ella reciba placer, sino porque de esa técnica obtiene un salario y lo mismo sucede con la justicia, el objetivo de ésta es evitar ser gobernados por gente inferior.
Sócrates partiendo de la hipótesis que la injusticia es más poderosa y fuerte que la justicia, argumenta que la injusticia, no puede prosperar sin cierto resto de justicia como en el caso de una banda de piratas que tienen un objetivo injusto, llevarlo a cabo dependería de que dentro de esa asociación exista justicia, de lo contrario habría pelea, desorganización y llevaría al grupo a dividirse. Al final de la disputa Sócrates, de manera humilde, llegaria a la conclusión; de que nada sabe.
Libro II
Parecía saldada la discusión de lo que no era la justicia, pero Glaucón no aprobo la retirada de Trasímaco, y narraría la leyenda del anillo de Giges. Cuando termino Glaucón hace una observación desarrollando así la tesis de Trasímaco, que más tarde Adimanto trataría de confirmarla. El joven Glaucón indicaría que según la experiencia general, la justicia y la injusticia sólo deberían valorarse de acuerdo con los resultados favorables o desfavorables que proporcionan. Esto confirmaría lo que desde tiempos pasados Homero y Hesíodo han escrito; que el injusto logra hacer olvidar sus crímenes mediante esplendidos sacrificios y oraciones que pueden comprar el perdón y el olvido. Y que la vida del justo es honorable, pero casi siempre va acompañada de sufrimientos; mientras que el vicio, a pesar de ser deshonroso, es agradable. El joven inteligente llegaría a la conclusión de que su felicidad radica en practicar la injusticia y eludir sus posibles consecuencias desagradables, utilizando la astucia o buscando una adecuada asociación que lo proteja.
Sócrates reacciona ante ello afirmando que demostrará que el hombre justo es feliz, pero su análisis arrancará desde lo general para desembocar en lo particular, dando ingreso a lo que llamaríamos "El Estado ideal Platónico".
Sócrates nos presentaría un gobierno que sea por sí mismo la encarnación de lo justo, una organización social que se basa en el principio de una educación apropiada y por medio de una división del trabajo acorde a la aptitud que tiene cada individuo.
A medida que la ciudad se hace cada vez más grande, surge la necesidad de la guerra, la cual Platón no la condena, sino insiste en un cuerpo armado de especializados soldados a los que los llama guardianes. Platón en boca de Sócrates, aclararía que para comenzar a educar a estos soldados es necesario suprimir los poemas que versen acerca de lo "mala" que es la muerte y de lo "humano" que parecen ser los dioses, los cuales, son el bien que nunca engaña y nunca cambia. Sócrates indicaría que los jóvenes tienen mentes frágiles y que no distinguen lo ficticio de lo verdadero, por lo tanto lo único que hacen estos poetas es corromper sus almas mostrando a los dioses peleando o haciendo cosas que sólo un humano haría y haciendo que los jóvenes le tengan más miedo a la muerte que a la esclavitud.
Libro III
Una vez censurado los poemas de los dioses y la muerte, y desterrado a los poetas versátiles que los escriben, es necesario preocuparse acerca de la formación de los guardianes. La educación para Platón únicamente sería un beneficio de la clase guardiana, ésta consistiría en formar la mente y espíritu, y el cuerpo por el ejercicio. Una vez educado cuidadosamente el guardián en el alma, se procederá a educarlo en su físico, prohibiéndoles embriagarse, perdiendo así el conocimiento de sus actos y proporcionándoles una dieta balanceada.
Platón determinaría que cuando un Estado necesita médicos y jueces para remediar los desórdenes del cuerpo y del alma de sus habitantes, es una señal de que el Estado carece de fuerza. No obstante es necesario aceptar la medicina en casos de necesidad y a jueces para los casos de diferencias entre unos y otros, pero estos puestos deben de estar compuestos por ancianos dotados de almas virtuosas y buenas, y así no tendrían dificultad para arreglar los conflictos.
Los gobernantes son los ancianos más sabios dentro del grupo de los guardianes, estos ancianos para llegar a sentarse en la cabeza del Estado deberán de pasar pruebas tanto en el placer como en el dolor. Todos los otros guardianes que no pasen estas difíciles pruebas se convertirán en ayudantes o auxiliares del gobernante o de los gobernantes.
Platón para evitar que un campesino quiera el poder o para que un guardián, que en su virtud no lo pueda, quiera el poder, decide que una suerte de fábula ficticia disfrazada en una "mentira piadosa", conduciría a cada clase a ocuparse de lo que debe. Esta fábula habla que dios mezcló bronce y cobre en los campesinos y artesanos, plata en los guardianes y oro en aquellos a los que les correspondería el mando: los gobernantes. De este modo la seguridad del Estado estaría garantizada, ya que ésta depende de que cada uno haga, lo que en naturaleza de su metal, pueda hacer, y que cada uno se mantenga en el puesto que le concierne. Si por ejemplo un campesino, cuya naturaleza es el bronce, obtuviese el poder, el Estado se arruinaría.
Platón continuando el desarrollo de su Estado ideal no sólo establecería la clase de educación que tendría el guardián, sino también el lugar donde residiría y que limitaciones tendría. Éste conviviría en casas en común donde cualquiera pudiese entrar y salir cuanto quisiera, el guardián no podría poseer ningún bien, ni siquiera
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