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República Platón


Enviado por   •  31 de Marzo de 2014  •  Tesis  •  1.403 Palabras (6 Páginas)  •  432 Visitas

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En el libro VI de República Platón expone temas esenciales y muy polémicos. En primer lugar, las críticas a la multitud, a la masa, y, por tanto, a la democracia. Son las metáforas de la nave y la bestia. Toda la demagogia fascista que ha habido y que habrá se nutre de lo que Platón dice aquí. En segundo lugar, cuestiones más técnicas relativas a la metafísica y la teoría del conocimiento: la alegoría del Sol para aclarar la Idea del Bien y el famoso pasaje de la línea.

Sócrates tiene que defender la tesis con la que terminaba el libro V: el Estado ideal llegará cuando gobiernen los filósofos. ¿Quién gobernará mejor: el filósofo, conocedor de las Ideas, de la verdadera naturaleza de las cosas, o, todos los demás, confundidos entre el ser y el no ser, fragmentados por una multiplicidad abigarrada y caótica? Es evidente que el filósofo. ¿Qué otras características harán al filósofo el más apto para gobernar? Su amor a la verdad. Una consecuencia de orientar todo su ser hacia la verdad y el conocimiento rechazará de un modo natural los placeres corporales y las riquezas. El desprecio a la muerte: quien contempla el universo en su totalidad sabe que la vida humana no es gran cosa ni la muerte algo temible. Justo y manso tiene por fuerza que ser su carácter. Entre los filósofos no es posible admitir tampoco a alguien poco dotado para el aprendizaje: la memoria del filósofo ha de ser poderosa.

Adimanto interrumpe a Sócrates y le objeta que todo lo que está contando sobre la figura del filósofo está bien en teoría, pero en la práctica el filósofo aparece como un individuo extraño, depravado e inútil para el Estado. Sócrates le responde que esa es imagen es `producto del maltrato que dentro del Estado sufren los hombres más razonables. Para defenderlos Sócrates compara el funcionamiento de la sociedad ateniense con una nave en la que en lugar de gobernar el piloto lo hacen los marineros aun sin tener conocimiento del arte de la navegación. Estos marineros defienden, además, que ese arte no es enseñable y se pasan la vida buscando la manera de persuadir al piloto para dirigir el barco donde les plazca. No se dan cuenta de que para navegar hay que conocer bien los astros y los vientos. En una nave tal qué otra cosa dirán del verdadero piloto sino que es un “observador de las cosas que están en lo alto”, “charlatán” e “inútil”. Esos marineros corruptos no son otros que los políticos atenienses.

En cualquier caso, las calumnias que se dicen contra el filósofo tienen su origen en quienes dicen ocuparse de ella, los imitadores de filósofos. ¿Cuál es el origen de la corrupción de estas almas? Para Sócrates el problema está en la educación: son almas bien dotadas pero que al tropezar con una mala educación “se vuelven especialmente malas”. En lugar de buscar la sabiduría se dejan llevar únicamente por los caprichos de la multitud. A quienes no ceden a la opinión de las masas se les castiga con la cárcel y la pena de muerte. La mayoría es una bestia enorme y caprichosa a la que los sofistas intentan siempre complacer. Ese es el arte que enseñan a los jóvenes atenienses que quieren destacar en el ágora como políticos: adivinar los gustos en pintura, música o política de la abigarrada multitud para adularla y ganar su complacencia. El problema es que la multitud está incapacitada para reconocer la existencia de lo Bello en sí y, por tanto, es “imposible que sea filósofa” por lo que es letal para el verdadero sabio. Los sofistas son sus simples voceros.

El alma filosófica, con facilidad para aprender, valiente, buena memoria y grandeza de espíritu, tiene muchas dificultades para crecer correctamente en la sociedad ateniense pues es tentada por el poder y el dinero, volviéndose soberbia e ignorante. Y si por casualidad se diese cuenta de su error e intentase retomar el camino de la filosofía ya se encargaría la multitud de devolverlo a su lugar, “conspirando privadamente contra él e iniciándole procesos judiciales en público” como le ocurrió a Sócrates. Las mejores naturalezas, criadas entre bienes materiales y riquezas, se corrompen y suelen ser causa de los

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