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La existencia de Dios


Enviado por   •  2 de Noviembre de 2018  •  Ensayos  •  2.155 Palabras (9 Páginas)  •  121 Visitas

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“la EXISTENCIA DE DIOS”

Trabajo integrador de Filosofía y Sociología

Integrantes:

Klingbeil, Carol Edith

Kwasska, Natasha Yvonne

Ojeda, Alexia Paola

Curso: 5 “B”

Espacio curricular: Filosofía – Sociología

Profesoras:

Gladys Vivar

Anna Krujoski

Año: 2016


¿Existe Dios?

Seguramente en algún momento de nuestras vidas nos preguntamos acerca de la existencia de Dios, una pregunta tan profunda que influyó, y continúa influyendo, en la vida de miles de personas a lo largo de los años. Cada vez que se habla de este tema, se forma un gran debate, hay diferentes visiones, las personas se preguntan si la Biblia es o no una fuente confiable para responder esta incógnita, o sobre su veracidad, pero de lo que estamos realmente seguros es que su respuesta nos permite desarrollarnos como personas.

Por nuestra parte, creemos que Dios definitivamente existe, sin importar que las personas crean o no; ya que su existencia no depende de nosotros, mientras que nosotros sí dependemos y necesitamos de Él. Basamos nuestra postura en la Biblia, único libro inspirado por Dios.

Nos tomamos el tiempo para investigar las posturas de diferentes filósofos y reflexionar, a través de la comparación, si coinciden o no sus pensamientos con los nuestros.

El primer personaje que analizamos fue Aristóteles, quien aseguraba la existencia de Dios como un factor participante en la creación de todo lo existente y el cual, una vez llevada a cabo la tarea, quedaba totalmente excluido o marginado de su obra, llegando a no percatarse de ello. Añade también que Dios posee algunas características, como “ser necesario por sí mismo”, “inmóvil” (es permanente, no cambia), “inmutable” (es ni más ni menos que pensamiento puro, presente y eterno), “inmaterial”, es siempre una situación de “ya” (porque Dios solo puede "ser" y serlo permanente, fija e inmutablemente), no está en ningún otro lado solo “aquí” (Dios no puede "ser" en ninguna otra parte que no sea este mundo).

Encontramos una diferencia de opiniones principalmente en el inicio de todo, creemos que Dios fue y es el único creador del universo (Porque toda casa tiene su constructor, pero el constructor de todo es Dios. Hebreos 3:4); en cambio estamos de acuerdo con casi todas las características (Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” Hebreos 13:8), exceptuando que Él se encuentra solo “aquí”, ya que creemos en la existencia de Dios en todo momento y lugar. (“Y Él es antes de todas las cosas, y en él todas las cosas permanecen. Colosenses 1:17 – Grande es nuestro Señor, y muy poderoso; su entendimiento es infinito.” Salmos 147:5)

Según Santo Tomás la existencia de Dios es un conocimiento natural en el ser humano, al que puede llegar con el uso adecuado y lógico de su razón, incluso sin haber conocido la Revelación cristiana, ni haber realizado un acto de fe. La razón, dirigida lógica y científicamente puede alcanzar la certeza de la existencia de Dios, e incluso de la inmortalidad y espiritualidad del alma. A estas dos afirmaciones las llama, los preámbulos de la fe. La razón precede a la fe y la filosofía a la Teología.

En la "Suma Teológica", capítulos 2 y 3, encontramos formuladas las cinco pruebas tomistas de la demostración de la existencia de Dios, (conocidas como las "cinco vías"), que se exponen a continuación:

Primera vía:

Movimiento: nos consta por los sentidos que hay seres de este mundo que se mueven; pero todo lo que se mueve es movido por otro, y como una serie infinita de causas es imposible hemos de admitir la existencia de un primer motor no movido por otro, inmóvil. Y ese primer motor inmóvil es Dios.

Segunda vía:

Eficiencia: nos consta la existencia de causas eficientes que no pueden ser causa de sí mismas, ya que para ello tendrían que haber existido antes de existir, lo cual es imposible. Además, tampoco podemos admitir una serie infinita de causas eficiente, por lo que tiene que existir una primera causa eficiente incausada. Y esa causa incausada es Dios.

Tercera vía:

Contingencia: hay seres que comienzan a existir y que perecen, es decir, que no son necesarios; si todos los seres fueran contingentes, no existiría ninguno, pero existen, por lo que deben tener su causa, pues, en un primer ser necesario, ya que una serie causal infinita de seres contingentes es imposible. Y este ser necesario es Dios.

Cuarta vía

Grados de perfección: observamos distintos grados de perfección en los seres de este mundo (bondad, belleza, etc.) Y ello implica la existencia de un modelo con respecto al cual establecemos la comparación, un ser óptimo, perfecto, máximamente verdadero, un ser supremo. Y ese ser supremo es Dios.

Quinta vía

Finalidad: observamos que seres inorgánicos actúan con un fin; pero al carecer de conocimiento e inteligencia sólo pueden tender a un fin si son dirigidos por un ser inteligente. Luego debe haber un ser sumamente inteligente que ordena todas las cosas naturales dirigiéndolas a su fin. Y ese ser inteligente es Dios.

Estamos de acuerdo con las cinco vías planteadas por Santo Tomás de Aquino. Aceptando a Dios como el motor y la causa que inicia todas las cosas, también como ser que no perece, perfecto e inteligente.

También analizamos a Kant, quien considera que la existencia no puede ser un atributo, dado que si Dios existe o no existe no afecta su esencia; que no se puede negar la posibilidad de la existencia de Dios, ya que ninguna demostración lógica sobre la existencia de Dios es lógicamente concluyente y que Dios es el Ser más allá de lo físico que mantiene la unión de lo real con el ideal. Kant no negó la existencia de Dios simplemente supuso que no era posible su conocimiento científico, aunque sí un tipo de “conocimiento” denominado “fe racional”.

Estamos de acuerdo en que no se puede probar la inexistencia de Dios, en que es un ser mas allá de lo físico y que para conocerlo debemos utilizar la fe, creer, ya que nuestra mente finita, no puede entender lo infinito de manera racional (“Hijo mío, si recibieres mis palabras, Y mis mandamientos guardares dentro de ti, Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; Si inclinares tu corazón a la prudencia, Si clamares a la inteligencia, Y a la prudencia dieres tu voz;

Si como a la plata la buscares, Y la escudriñares como a tesoros,

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