La filosofía latinoamericana

Introducción

El interés de la sabiduría dio inicio (según historiadores y e investigadores) en la antigua Grecia, alrededor del siglo VI a.c cuando se da la aparición de ciertos pensadores quienes querían buscar respuestas racionales a grandes interrogantes: ¿quién soy?, ¿qué es la naturaleza?, y ¿cómo se produce y surge el conocimiento? En aquella época donde todo se reducía a la existencia y a las manifestaciones de los dioses a través del hombre; donde las acciones y situaciones a las que los mismos estaban sujetos era gracias a estos seres místicos, nace el interés de ver y buscar un poco más allá, dando paso a la transformación de la concepción y respuesta racional del ser. Se pasó de una historia mítica y fantasiosa al raciocinio lógico y ejercicio del conocimiento, siendo este el nacimiento de la filosofía propiamente dicha.

Así pues, al ya tener un conocimiento previo sobre cómo nació la filosofía podemos entrar en el tema principal que es la filosofía latinoamericana, que poco a poco abordaremos en el desarrollo de este informe, además de enlistar sus principales características y algunas teorías que invalidan su existencia.

La filosofía como interrogación crítica

La filosofía es todo un esfuerzo humano por la búsqueda permanente de la verdad, deseando comprender el mundo a través de grandes preguntas que este mismo formula, y que concierne a todos los pueblos y todas las épocas. El ser humano hace filosofía cuando reflexiona, argumenta e investiga, al buscar explicaciones sobre las causas y en general cuando nos preguntamos por la fundamentación de la realidad.

¿Existe filosofía en Latinoamérica?

Al tratar sobre temas filosóficos surgen varias interrogantes y las más comunes son: ¿podemos reflexionar filosóficamente de todo?, ¿alrededor de cualquier situación u objeto?, ¿existe filosofía en Latinoamérica?, y de existir ¿qué es?, ¿cómo podemos hablar del pensamiento latinoamericano sin tener que recurrir a las bases filosóficas europeas?

Para poder responder de alguna forma a estas interrogantes podemos tener como punto de partida el que “nada está excluido de poder filosofar” y en consecuencia podemos suponer que sin importar el contexto podemos ser generadores de filosofía.

En 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, el filósofo mexicano Leopoldo Zea publica el artículo “En torno a una filosofía latinoamericana”, en el cual dice que, si hay cultura, hay filosofía, y como hay una cultura latinoamericana, hay una filosofía latinoamericana y adherido a esto, para él, el simple hecho de preguntarse si existe una filosofía latinoamericana ya es un cuestionamiento filosófico propiamente latinoamericano.

En desacuerdo, el filósofo peruano Riciere Frondisi enuncia que no existe una filosofía latinoamericana en el sentido estricto. El filósofo, hace una distinción entre tres tipos de filosofía. La primera categoría es la filosofía como visión del mundo, la cual sí existe en América Latina, teniendo, por ejemplo, las diversas cosmovisiones amerindias. La segunda es la filosofía en el sentido amplio, que es la filosofía ligada a preocupaciones políticas y literarias y según Frondisi, esta filosofía también existe en América Latina a partir de autores como José Martí o Sarmiento, pero la tercera categoría, que sería la filosofía en el sentido estricto, no existe en América Latina para él. Según el autor, no existe una filosofía latinoamericana que sea motivada por preocupaciones estrictamente filosóficas.

En 1969, Leopoldo Zea en su libro “La filosofía latinoamericana como filosofía sin más” argumenta que las categorías como la de filosofía, son influidas por los contextos en que son desarrollados, y en particular, esta pregunta de si hay o no una filosofía latinoamericana viene de una pregunta aún más vieja que surge en las controversias de Valladolid, en la cual los españoles se preguntaban si los hombres americanos indígenas eran seres humanos, exigiendo entonces, la justificación de la humanidad del ser americano, basándose en el arquetipo del hombre europeo. Zea plantea que esto es una discriminación planetaria y que entonces, no se vuelva a repetir la vieja historia, aceptando que solo seremos plenamente hombres, que tendremos una auténtica filosofía cuando nos asemejemos una vez más al hombre occidental en su desarrollo. Él defiende, entonces, que la filosofía no tiene una naturaleza en sí misma, de manera que no podemos definir lo que es una filosofía en el sentido estricto y lo que no es, y que la filosofía latinoamericana puede partir de las circunstancias latinoamericanas y no necesita tener una pretensión universal.

Teniendo en cuenta esto, el emprender la búsqueda de un pensamiento filosófico propio del sujeto latinoamericano, no es tarea fácil ni evidente. Latinoamérica actualmente, responde a su propia realidad, la cual fue alienada por una historia de conquista, y que no solo perfiló la política, economía y religión, sino que también delineó sus manifestaciones culturales y filosóficas.

Es por ello que la filosofía latinoamericana no es solo una corriente filosófica más, sino que es un proyecto de emancipación del pensamiento, que inclusive busca reformular las bases sobre las que se desarrolla la producción filosófica de Occidente, es decir: la epistemología, la ontología e incluso la misma lógica.

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