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La quema de libros ¿cura o represión?


Enviado por   •  5 de Marzo de 2018  •  Ensayos  •  1.406 Palabras (6 Páginas)  •  134 Visitas

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TRABAJO 1

La quema de libros, ¿cura o represión?

NOMBRE: Nerea Roza del Santo

CURSO: 3º Grado de Lengua y Literatura Hispánicas

FECHA DE ENTREGA: 6/11/17

FECHA DE CORRECCIÓN:

NOTA:

El objetivo de este trabajo será dilucidar, mediante el análisis del personaje principal y la comparación con el libro Fahrenheit 451, si la quema de los libros es realmente la cura de la enfermedad del protagonista, o solo es la represión del pensamiento propio y de los ideales.

Encontramos en El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha la continua referencia a la locura del personaje, que es provocada, según el Ama y la Sobrina, por los entes malignos que se encuentran en los libros de caballerías que han lavado el cerebro del pobre Alonso Quijano, un hidalgo de casi cincuenta años que decide armarse caballero. Sin embargo, la pregunta que debemos hacernos es si realmente Alonso Quijano era un loco o un idealista hastiado de su vida de hidalgo. Hemos de tener claro que El Quijote es, en toda su historia, un juego de máscaras, en el cual Alonso presenta dos. Por un lado, el hidalgo, un hombre al que se le suponen socialmente unas reglas y características ligadas a su posición y edad. Sabemos de él que no se ha casado nunca, pues su amor fue siempre dirigido a una villana con la que nunca pudo tener relación por la diferencia de clase social, también que ha vendido parte de sus tierras, aquello que definía al hidalgo, para comprar libros. Además, se nos da constancia de su día a día, desde sus comidas a sus aficiones, lo que nos permite apreciar que su vida está siempre programada. Por el otro lado, tenemos a Don Quijote, un personaje creado libremente por Alonso que le posibilita escapar de su rígida vida de hidalgo. Un personaje rejuvenecido que puede permitirse amar a una villana, porque en su mundo caballeresco es convertida en princesa de su región, el Toboso. Una máscara que le concede la oportunidad de vivir aventuras, de viajar, abrir horizontes y ser libre.

Estas dos personalidades que conforman a Alonso Quijano dan una visión de las dos vidas que se le plantean, la que quiere dejar que está llena de imposiciones, y la que quiere vivir que se presenta llena de posibilidades. Por esto, cuando Alonso decide asumir esta segunda vida durante su último año es tachado de loco; es más, el autor mediante la repetición de la dolencia del personaje intenta manipularnos para que creamos que está realmente loco. Este es un recurso que usa Cervantes para justificar toda su historia, ya que si su personaje está loco todo lo que pase en la obra serán cosas que pueden no tomarse en cuenta. Sin embargo, durante varios pasajes, como en el que arregla la celada y comprueba si está bien recompuesta, en el discurso de las armas y las letras o en el hecho de no entregar una carta sin validez a Sancho, Alonso (y Cervantes) nos muestra que es un hombre cabal, capaz de razonar y adaptar la realidad a lo que Don Quijote requiere para seguir existiendo. Esto lo comprobamos en el pasaje del legendario Yelmo de Mambrino, donde una bacía de barbero pasa a ser un mágico y poderoso yelmo de caballero o el pasaje de los dos ejércitos, compuestos por ovejas y cabras.

Tras esto, podemos concluir que Alonso Quijano no era un loco, sino un hombre idealista que quería vivir de una forma plena y libre lo que le restase de vida. En esta misma situación de idealismo encontramos a Clarisse McClellan, una joven de diecisiete años que es clasificada como una loca por el simple hecho de no ser como los demás, por decidir y pensar por sí misma, algo que en el país que se nos describe en Fahrenheit 451 parece estar tan prohibido como los mismos libros. Así que Clarisse es, en su mundo, una quijotesa que encuentra en la charla con su tío y probablemente en los libros, aunque no se menciona, un resquicio en la realidad que se abre a un mundo más vivo y libre del que debe soportar cada día.

Además, en El Quijote se nos muestran otras personas que también se ven influidas por la lectura, como son Marcela, Dorotea y Luscinda. En ellas tres, lo que vemos no es clasificado como locura, sino como rebelión contra las normas. Marcela no quiere depender de ningún hombre porque no lo necesita, ella es perfectamente capaz de desenvolverse en la vida y conseguir sustento. Dorotea, en el argumento tradicional de recuperar el honor, sale de su casa en busca de don Fernando para que cumpla la promesa que hizo ante Dios de ser su marido, rompiendo con la diferencia de clases en el casamiento, pues él es un alto hidalgo y ella una villana. Y Luscinda pelea por poder casarse con aquel a quien ama, Cardenio, rebelándose contra los matrimonios concertados por los padres. Estas tres mujeres, de las que se nos dice que son adineradas, lectoras e inteligentes, se muestran activas, rompiendo el rol tradicional de la mujer.

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