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¿La Ética de Mínimos es Necesaria?


Enviado por   •  2 de Febrero de 2019  •  Ensayos  •  1.147 Palabras (5 Páginas)  •  150 Visitas

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¿La Ética de Mínimos es Necesaria?

Ante la creciente y definitiva globalización que nos estamos enfrentando en la actualidad, la intercomunicación entre las comunidades se hace cada más necesaria; y con esto, el choque cultural es evidente. La diversidad del género humano presenta la dificultad de entendimiento total entre todos, la variedad de pensamiento incluso en los miembros de un mismo grupo supone que encontrar ideales de una vida buena y feliz para todos se vuelva imposible; por consiguiente, lo anterior pasa a segundo plano. Lo inevitable y primario en este sentido es reconocer los diferentes modelos morales y tratar de crear un ambiente de convivencia pacífica donde coexistan todos. Para cumplir este objetivo, muchos han propuesto una ‘ética de mínimos’, en donde una sociedad debe compartir ciertos componentes esenciales que eviten la discordia. La ética de mínimos propone las bases normativas y axiológicas que se deben compartir en una sociedad pluralista. La herramienta propia de la ética mínima es el consenso, que exige de sus interlocutores un deber ético irrenunciable, pues hacerlo sería rechazar a la propia humanidad. Gómez Hera (2002) expone: en nuestra cultura, plural en creencias y diversificada en convicciones, ha dejado de existir -ignoro si para bien o para mal- un sistema de valores universalmente compartido y un código de conducta unánimemente aceptado. La ciudadanía actual profesa, por el contrario, un pluralismo moral que se corresponde con el pluralismo de ideas, valores, creencias, característico de nuestra situación histórica. Los mínimos de los que se hablan expresan la madurez social a la que es prudente llegar: el respeto de las diferencias y el establecimiento de principios que no se reducen a un individualismo, sino a derechos colectivos que permitan el desarrollo de cada individuo en su totalidad de manera igualitaria. Para aclarar, sin importar a quién, según estos postulados, todo ser racional debe ajustarse, por su propio bien, a estos mínimos transculturales. Por eso, en cierta medida, se busca encontrar la cualidad absoluta de una cuestión de carácter subjetivo; en otras palabras: las éticas de la justicia o éticas de mínimos se ocupan únicamente de la dimensión universalizable del fenómeno moral, es decir, de aquellos deberes de justicia que son exigibles a cualquier ser racional y que, en definitiva, solo componen unas exigencias mínimas – Cortina y Martínez (1998). Los mínimos, estos principios, valores, actitudes y hábitos, principalmente, son deberes y derechos económicos, sociales, culturales y hasta ecológicos. Un punto de partida serían los Derechos Humanos, pues, según Cortina, son un tipo de exigencias cuya satisfacción debe ser obligada legalmente y por tanto protegida por los organismos correspondientes, y el respeto por estos derechos es la condición de posibilidad para poder hablar de hombres con sentido. Entendido el punto que quiere la ética de mínimos, es necesario encargarse en la tarea de definir cuáles son estos mínimos deseados, teniendo en cuenta nuestra actualidad. En general, se pueden manejar resumidamente, tres mínimos de los cuáles pueden desprenderse otros: los ideales de la revolución francesa, la libertad, la igualdad y la fraternidad. La Libertad en el sentido que aquí se quiere expresar sería la capacidad de dirigirse por sí mismo, regir racionalmente la vida propia, teniendo en cuenta, además del individuo y sus deseos, los contextos sociales y culturales donde vive y donde están inmersos y reglamentados sus actos, el compromiso frente a los demás, es decir, siempre manteniendo los límites del respeto y del otro. Por otro lado, la Igualdad, que presenta varias designaciones, puede ser vista como la correspondencia de los mismos derechos y deberes para todos los ciudadanos de la sociedad, en donde a todos les corresponda la misma carga social; paralelismo en las oportunidades que se les presentan a cada individuo, en modo de compensación por las desigualdades naturales y sociales que se tienen desde la concepción. El tema de la igualdad se relaciona con la justicia, que se refiere, términos simples, darle a cada quién lo que le corresponde. Con lo referente a la Fraternidad, uno de los mínimos, quizá, más controversiales anotados aquí, es prudente decir que se requiere en al menos un nivel reducido para la convivencia pacífica, armónica y productiva. El respaldo, la solidaridad y el apoyo unen más a un grupo humano y crea lazos que fortalecen y mejoran la respuesta a situaciones adversas. Ahora bien, el consenso racional que propone la ética de mínimos, basado en los intereses de todos los afectados, sin excluir, en teoría, a alguien, en realidad sí excluye a un grupo, que son los seres que no son capaces de comunicarse        . Para esto propone una solución: reconocer la dignidad de la persona, pero esto no es suficiente en la medida que la persona afectada como tal queda reducida a alguien que no tiene derechos propios, sino que estos mismos son derivados en función de su valor social y los intereses de su entorno. Otra falencia del consenso está en su procedimiento. Al final lo que se tomará será lo que es producto de la aceptación de una mayoría, que limita la posibilidad de considerar erradas las convicciones de los demás (como grupo) y, además no permitiendo su expresión pública por ser incorrectas con la política que se está desarrollando; lo anterior lleva a no validar los pensamientos propios, que podrían basarse más en la razón, de una forma un poco desconsiderada. Lo que se trata de discutir aquí es qué tanta autoridad moral tienen los consensos al representar realmente la voluntad más inclinada a lo privado. Otro punto que considerar es el alcance de la ética. Llegar o cumplir los mínimos sería mejor para una sociedad que no hacerlo, pero a final de cuentas, estos mínimos no sirven para alcanzar la realización de cada persona, pues no se consideran los “máximos” para alcanzar la felicidad o el bienestar total que quiere el individuo. El riesgo de esta ética es convertirse en una ética de supervivencia esencialmente, descartando la promoción de una vida buena. Para solucionar esto necesitaríamos una articulación equilibrada de Máximos y Mínimos, donde ninguno de ellos absorba al otro, los mínimos se alimenten de los máximos y los máximos se dejen criticar por los las exigencias de la ética civil – Cortina (1998).   

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