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La ética en relación al matrimonio y la familia


Enviado por   •  6 de Junio de 2017  •  Resúmenes  •  1.775 Palabras (8 Páginas)  •  799 Visitas

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La ética en relación al matrimonio y la familia

El lazo matrimonial es reconocido a nivel social, tanto a partir de normas jurídicas como por las costumbres. Al contraer matrimonio, los cónyuges adquieren diversos derechos y obligaciones. El matrimonio también legitima la filiación de los hijos que son procreados por sus miembros. El matrimonio se dirige a la realización de unos fines esenciales del hombre que éste no puede alcanzar en solitario. Esos fines son la procreación y la educación moral y humana de los hijos, junto con la plenitud y felicidad que los cónyuges consiguen mediante su mutuo amor y ayuda. La unión del marido y la mujer tiene en los hijos su causa final primaria, y es lo que da origen a la familia. Los hijos son la causa final primaria del matrimonio. De ahí que la voluntaria y perpetua determinación de excluir la prole invalida, de suyo, el contrato  matrimonial, por la naturaleza misma de las cosas.

La causa del matrimonio es es un acto espiritual, es un sacramento y una institución cuya esencia está en la creación divina del hombre y la mujer. El matrimonio católico es perpetuo: no puede romperse según los preceptos religiosos (a diferencia del matrimonio civil, donde existe el divorcio). Una persona separada, por lo tanto, no puede volver a casarse por Iglesia.

Lo que realiza el matrimonio o causa eficiente del mismo es el mutuo consentimiento de las voluntades de los cónyuges  en establecer el vínculo ordenado. Específicamente, ese  consentimiento es el acto de la voluntad por el que ambas partes  dan y aceptan el derecho propio y exclusivo sobre el cuerpo, en orden a los actos que de suyo son aptos para la procreación.

Lo que origina el matrimonio ordinariamente es el amor, sin embargo puede haber amor sin matrimonio, y matrimonio sin amor.

El tipo de amor especial entre los cónyuges se llama amor esponsal, que se origina y desarrolla apartir de la atracción física,  y se concreta en la responsabilidad hacia la persona del otro cónyuge.

El amor esponsal es una especial forma de amor, porque se origina y se desarrolla a partir del impulso sexual, y en las condiciones psico-fisicas de un varón y una mujer concretos,  a diferencia de lo que ocurre en los animales,  ese amor esponsal por pertenecer a un ser racional y libre hace que el sexo trascienda lo meramente biológico.

Debido a esto las manifestaciones sexuales en el hombre han de jugarse en el plano del amor , y los actos que ahí se deriven son el objeto de una responsabilidad, concretamente de la responsabilidad por el amor.

El amor esponsal conlleva la responsabilidad hacia la persona todo del otro cónyuge.  Es una responsabilidad inmensa, que alcanza a entender sólo aquel que posee la plena convivencia del valor de la persona. El que es capaz de reaccionar únicamente ante los valores sexuales, pero no ve los de la persona, ése tal confundirá siempre el amor con el erotismo, complicará su vida y la de los suyos, privándose, a fin de cuentas, del sentido verdadero de amor.

El amor de los esposos exige, por su misma naturaleza, la unidad y la indisolubilidad, están llamados a crecer continuamente en su comunión a través de la fidelidad cotidiana a la promesa matrimonial de la recíproca donación total. La unidad del matrimonio aparece ampliamente confirmada por la igual dignidad personal que hay que reconocer a la mujer y el varón en el mutuo y pleno amor. La poligamia es contraria a esta igual dignidad de uno y otro y al amor conyugal que es único y exclusivo. Si lo propio del amor esponsal es el don recíproco de si la entrega de la totalidad unificada, que es la persona, si se escoge al cónyuge con el fin de encontrar en él otro “yo”, si uno y otro han de vivir “por él (o por ella) y para él (o para ella)”, es evidente que el amor esponsal no es divisible, repetible entre varios sujetos (propiedad de la unidad). La lesión de la unidad también atenta contra el fin primario del matrimonio. En primer lugar la unión de una mujer con varios hombres (poliandria) hace difícil conocer con certeza la paternidad de la prole. De este modo, resulta problemática la educación de los hijos, porque no se puede determinar con seguridad sobre que varón recae el deber de procurarla y costearla.

La unión de un varón con varias mujeres (poligamia), no impide de modo absoluto el fin primario del matrimonio (hay certeza de la paternidad), pero la dificulta notablemente en lo relativo a la educación de los hijos, ya que el armónico desarrollo de sus personalidades requiere del equilibrio de un hogar consolidado.

La unidad del amor conyugal reclama su indestructibilidad. La segunda propiedad del matrimonio es, pues, la indisolubilidad, totalidad en la entrega de la persona, en cuanto ella es poseedora de un proyecto vital completo, implica necesariamente totalidad temprana. Una entrega sujeta a periodos de tiempo no es una entrega total, pues se reservaría voluntariamente uno o varios restos del despliegue de su vida al margen de ese amor esponsal ; el cuidado y la educación de los hijos reclama que los esposos  permanezcan siempre unidos, ya que los hijos son un bien común del marido y la mujer, y requieren una continua solicitud paterna y  materna. La familia bien integrada es la comunidad natural más enriquecedora de la persona

Por otra parte es importante saber que el amor y el sexo no son la misma cosa. El amor es una emoción o un sentimiento. No hay una definición del amor porque la palabra "amor" quiere decir muchas cosas diferentes para las personas. Sin embargo, el sexo es un evento biológico (acto físico). A pesar de que hay diferentes tipos de sexo, la mayoría de los actos sexuales tienen ciertas cosas en común. El amor tiene por objeto a la persona de sexo diferente, no su sexo. El objeto propio del erotismo, la concupiscencia, el placer carnal miran de modo directo al sexo, no a la persona.

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