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Las 7 Edades Del Lider


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2014  •  5.588 Palabras (23 Páginas)  •  447 Visitas

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Las siete edades

del líder

por Warren G. Bennisllegada había sido de bajo perfil. No llegué haciendo alardes de mi nueva misión De hecho, fingí estar dormido en el suelo. Así, sin llamar la atención sobre mí, aprendí algo importante sobre los hombres que iba a liderar. Supe que ellos me necesitaban, o al menos que necesitaban a esa persona que ellos posteriormente me enseñaron a ser. Y vaya que me enseñaron. Durante las siguientes semanas en Bélgica, mis hombres --que ya habían estado en combate-- me mantuvieron vivo. También me enseñaron a liderar, muchas veces con su ejemplo. El sargento que me había recibido con aprobación se convirtió en mi seguro de vida al enseñarme técnicas tan esenciales como avanzar en una zona de guerra sin volar por los aires.

Aunque pocos líderes necesitan preocuparse por volar en pedazos, mi vivencia en Bélgica fue en muchos sentidos típica de la primera experiencia de liderazgo en cualquier lugar. Llegaba a una organización donde las emociones estaban a flor de piel, las relaciones ya se habían entablado y los miembros de la organización

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Las siete edades del líder

tenían expectativas sobre mí de las que no estaba todavía totalmente consciente. Mis nuevos subordinados me observaban para ver si iba a estar a la altura de las circunstancias y cómo lo haría. Todo nuevo líder enfrenta recelos, percepciones erradas, y las necesidades y agendas personales de cada uno de los que va a dirigir. Subestimar la importancia del primer movimiento es invitar al desastre. La entrada crucial es una de varias etapas –cada una con su elemento de crisis personal– por la que el líder debe transitar en algún momento de su carrera. Las escuelas de negocios no lo preparan para estas crisis, que pueden ser muy angustiantes. Pero también ofrecen poderosas lecciones.

Shakespeare, que parece haber aprendido nuevas cosas cada vez que lo leo, hablaba de las siete edades del hombre. La vida de un líder también tiene siete edades y, de muchas maneras, son paralelas a las que Shakespeare describe en Como gustéis. Para parafrasear, estas etapas pueden ser descritas como infante, escolar, amante, soldado, general, estadista y sabio. Una forma de aprender sobre liderazgo es mirar cada una de estas etapas de desarrollo, así como los temas y crisis que suelen conllevar.

No puedo ofrecer consejos sobre cómo evitar estas crisis, porque muchas son inevitables. Tampoco recomendaría necesariamente que las evite, ya que lidiar con los desafíos de cada etapa lo prepara para la siguiente. Pero saber lo que le espera puede ayudar al líder a sobrevivir y, con suerte, salir fortalecido y más seguro de sí mismo. Veamos primero al líder en sus albores, el infante de Shakespeare que “lloriquea… en los brazos de la nodriza”.

El ejecutivo infante

Para el o la joven a punto de convertirse en líder, el mundo que se presenta por delante es un lugar misterioso, incluso atemorizante. Pocos recurren al llanto, pero muchos quisieran tener el equivalente corporativo de una nodriza, alguien que los ayude a resolver problemas y aliviar las transiciones dolorosas. En vez de ello, el líder neófito afortunado tiene un mentor, un concepto que tiene su origen en la mitología griega. Cuando Odiseo estaba a punto de ir a la guerra, la diosa Atenea creó a Mentor para cuidar al amado hijo del héroe, Telémaco. El hecho de que Mentor tuviera atributos tanto masculinos como femeninos entrega una señal acerca de la riqueza y complejidad de la relación,

Warren G. Bennis es profesor distinguido de Administración de Empresas en la University of Southern California, Los Angeles. También es Thomas S. Murphy Distinguished Research Scholar de Harvard Business School en Boston y presidente del consejo asesor del Center for Public Leadership de la Kennedy School en Harvard University, Cambridge, Massachusetts. Es autor de más de 25 libros sobre liderazgo y cambio.sugiriendo un lazo más profundo que el de profesor y estudiante. Por desgracia, en el mundo real los dioses no intervienen y los mentores raramente se materializan por sí solos. Aunque la creencia popular es que los mentores buscan a los más jóvenes para incentivarlos y abogar por ellos, el hecho es que a menudo sucede lo contrario. Generalmente los mejores mentores se reclutan, y una característica de un futuro líder es la habilidad de identificar, cortejar y ganarse a los mentores que cambiarán su vida.

Cuando Robert Thomas y yo entrevistamos a dos generaciones de líderes para nuestro libro Geeks and Geezers, conocimos a un extraordinario joven empresario de bienes raíces e Internet, Michael Klein, que había reclutado a su primer mentor cuando tenía sólo cuatro o cinco años. Robert y yo describimos su historia en el artículo HBR “Crucibles of Leadership” de septiembre de 2002. Su guía fue su abuelo Max Klein, que fue el responsable por la euforia de pintar siguiendo los números que en los años 50 y 60 arrasó en Estados Unidos. La moda hizo de Klein un hombre rico, pero ninguno de sus hijos tenía el más mínimo interés en ese negocio o cualquier otro. Pero el pequeño Michael sí lo tenía, y Max aprovechó de inmediato la oportunidad de dirigirlo y aconsejarlo, a menudo en largas conversaciones telefónicas que continuaron poco antes que Max falleciera. De hecho, el abuelo sirvió como una escuela de negocios de primera clase para uno de sus nietos, el que se convirtió en multimillonario cuando aún era un adolescente.

Puede parecer extraño buscar a un mentor aun antes de tener un trabajo, pero es un buen hábito para desarrollar tempranamente. Yo fui reclutado como mentor hace varios años estando hospitalizado luego de un “episodio coronario”. Ahí tenía un enfermero espectacular que parecía anticipar todas mis necesidades. Pasábamos horas juntos, hablando a menudo hasta avanzadas horas de la noche. Me contó de sus planes de ser doctor, aunque nadie en su familia del barrio South Central de Los Angeles había ido a la universidad. Me conquistó con su carácter y empeño, así como por la magnífica atención que me prestó. Cuando estuvo listo para estudiar medicina, hice todo lo que pude para ayudarlo, desde contactarlo con los administradores apropiados hasta darle una excelente recomendación. Me reclutó con la misma habilidad de cualquier headhunter y me convirtió en uno de los primeros miembros del equipo que necesitaba para cambiar su vida. ¿El

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