Las Relaciones De Poder
paolamartbelt9 de Junio de 2014
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LAS RELACIONES DE PODER EN EL AULA: GÉNERO Y PEDAGOGÍA
Históricamente, la didáctica y la pedagogía surgen como consecuencia de la aparición de la escuela pública y casi como una demanda de la misma: para impartir programas educativos dictaminados gubernamentalmente, hace falta un cuerpo de profesores que sepan qué y cómo enseñar a los alumnos. Mantiene, por tanto, una estrecha relación con las políticas educativas de los sectores dominantes del poder, que establece qué saberes serán sometidos y cuáles transmitidos.
Todo esto nos remite a la idea de disciplina miento de Foucault, desde cuyos postulados se puede interpretar que la educación en las escuelas marca el significado del poder: el sujeto aprende acerca de la autoridad y la jerarquía, más que por discursos, por la construcción cotidiana de hábitos y costumbres incluidos en los dispositivos escolares (cuerpos y aulas ordenadas, el maestro controlándolo todo, tareas organizadas en tiempos fijos, etc. ). Foucault se centra en las subjetividades que se generan a partir de la relación saber-poder, producida por una determinada red de prácticas y de instituciones coactivas, entre las que cuenta la institución educativa: la escuela es una más de las instituciones cuyo objetivo es ligar al individuo al proceso de producción, formación o corrección de los productores en virtud de una determinada norma y concepto de poder.
Sin embargo, la educación, es también un ámbito de discusión, reflexión y actuación desde el que se pueden formular modos de actuación pedagógica alternativos a los tradicionales. En este sentido, surgen corrientes encaminadas a reorientar la labor docente adecuándola a los principios democráticos y a las demandas sociales actuales, reinterpretando las relaciones de saber-poder establecidas entre docente y alumnado, como intentan las ramas crítica, radical y feminista de la pedagogía de los últimos años, que aportan una visión posestructuralista a la pedagogía y permiten la inclusión y tratamiento de cuestiones antes marginadas en la educación, como es la perspectiva de género y la incorporación de la mujer como miembro de pleno derecho de la comunidad intelectual.
El objetivo principal de esta comunicación es exponer la crítica foucaultiana a los regímenes de verdad y a relaciones de saber y poder que dominan en la pedagogía clásica y poner de manifiesto alguno de las posibles alternativas a la misma.
PEDAGOGÍAS CLÁSICAS:
Entendemos que este tipo de pedagogías de corte clásico son aquellos procesos de producción del saber vinculadas al poder mediante el establecimiento de relaciones jerárquicas de dominación sobre el alumnado.
La pedagogía supone la coexistencia de prácticas docentes y de visiones sociales, puesto que son estas últimas las que determinan qué, cómo y para qué se enseña.
La aparición de la escolarización sitúa el medio académico de la pedagogía en el marco de los discursos de la regulación social: la escuela forma, pero también reprime. Muestra tanto lo que se debe como lo que no se debe hacer o saber. Establece aspectos reguladores del conocimiento mediante la imposición y el ejercicio del poder jerárquico.
Paolo Freire denuncia lo que él denomina “educación bancaria”, la propia de las pedagogías clásicas en la que:
.- El maestro “enseña” a los alumnos a ser “enseñados”.
.- El maestro lo sabe todo y los alumnos no saben nada.
.- El maestro habla y los alumnos escuchan.
.- El maestro piensa y a los alumnos se les hace pensar.
.- El maestro impone una disciplina y los alumnos son disciplinados.
.- El maestro escoge e impone su lección y los alumnos la aceptan.
.- El maestro actúa y los alumnos se hacen la ilusión de que actúan mediante la acción del maestro.
.- El maestro selecciona los contenidos del programa dentro de lo que institucionalmente se le ordena y los alumnos se adaptan a él.
.- El maestro confunde la autoridad del saber con su propia autoridad profesional que hace valer en oposición a la libertad de los alumnos.
.- El maestro es el sujeto del proceso de aprendizaje mientras que los alumnos son simples objetos.
Aparece aquí el discurso como práctica institucional y disciplinar mediante la cual se participa en la formación, funcionamiento y difusión de lo políticamente aceptado e impuesto desde las instancias de poder. Los discursos son aquello que hace posible las disciplinas y las instituciones y a partir de ellos se sostienen y redistribuyen las ideologías. El discurso académico repite estereotipos sociales estructuralistas en decadencia que encuentran discursos de oposición que no siempre encajan en los modos teóricos del estructuralismo clásico por lo que se requieren posturas posestructuralistas que permitan su explicación y práctica.
LA CRÍTICA DESDE FOUCAULT:
Los discursos reivindicativos y contrarios a la pedagogía clásica se han apoyado a veces en modificaciones de las ideas de Foucault para emplearlas como herramientas explicativas, sobre todo en la denominada la pedagogía radical.
Para Foucault, poder-saber son términos que se relacionan, que pueden ir unidos pero manteniendo sus diferencias. En la visión tradicional de la relación entre poder-saber, el poder aparece como un elemento negativo, coercitivo, restrictivo, que actúa por medio de presiones y engaños y cuyo errores son corregidos o eliminados por el saber que se opone a él. Según Foucault, poder-saber es una relación de fuerzas que no debe ser interpretada como negativa ya que el poder no se tiene, se ejerce.
Foucault se ocupa sobre todo de la manera en que las formas de gobierno ejercen el poder: si en algunos momentos de la historia el poder soberano se visibilizaba en una sola persona, actualmente se entiende que gobernar es estructurar el campo de acción de los demás a través de las “tecnologías normalizadas del yo”, del “poder disciplinado” e invisibilizado.
Las “tecnologías del yo” suponen un código de costumbres y pautas culturales propuestas, sugeridas e impuestas a los individuos de una comunidad de forma que saber y poder se implican mutuamente ya que no hay relaciones de poder sin que se establezca el correspondiente campo de saberes que lo apoyen y justifiquen, de manera que no hay saber que no presuponga relaciones de poder. “Hay una administración del saber, una política del saber, relaciones de poder que pasan por el saber y que, si tratamos de descubrirlas, nos llevan a considerar formas de dominación designadas mediante ideas como campo, religión y territorio”. “Toda sociedad tiene su régimen de verdad, su política general de verdad; es decir, los tipos de discurso que acepta y hace funcionar como verdaderos; los mecanismos e instancias que permiten distinguir los enunciados verdaderos de los falsos, los medios por los que se sanciona cada uno; las técnicas y procedimientos considerados válidos para la adquisición de la verdad; la categoría de quienes tienen encomendado manifestar lo que se considera verdadero”.
En lo que Foucault denomina “sociedad disciplinaria moderna”, el régimen incluye las ciencias humanas (educación, psicología...) como discursos que se aceptan como verdaderos mediante la “Razón Científica”, que encarga la identificación de “lo verdadero” a un determinado grupo que se autocalifica como “intelectuales” o “científicos”. Así, saber y poder se conectan y se producen mediante una acción de gobierno: “El poder es más una cuestión de gobierno que de confrontación entre dos adversarios o de relación entre uno y otro.” La “racionalidad política del gobierno” genera autodisciplina, como un arte del gobierno basada en las tecnologías del yo. El poder sólo existe en la acción y se actualiza en el cuerpo, en las acciones y en la conducta. Para Foucault, poder y saber se unen en el discurso: el discurso transmite y refuerza el poder, pero también puede oponerse a él, ya que, según las circunstancias, un mismo discurso puede desempeñar múltiples relaciones con el poder: son como bloques tácticos que operan en el campo de las relaciones de fuerzas con diferentes estrategias, manteniendo una relación discursiva y nunca estable, por lo que “todo es peligroso”.
No existen ni prácticas ni discursos intrínsecamente liberadores: lo son o no según el contexto. Las tecnologías del yo y el poder-saber operan en el micro nivel de las prácticas concretas. El poder surge a partir de prácticas específicas en campos locales de acción. Es relacional y no se da si no hay focos de oposición. Hay que entender que este poder invade todos los aspectos de la vida y las relaciones: tanto los comportamientos y normas éticas, como la determinación de formas sociales o modos de vida en todos sus niveles.
LA INTERPRETACIÓN FOUCOULTIANA DE LA PEDAGOGÍA RADICAL: LA PEDAGOGÍA CRÍTICA Y LA PEDAGOGÍA FEMINISTA
Según Lusted: la pedagogía es “el proceso mediante el cual se produce saber”. Las instituciones educativas no sólo reproducen y transmiten saber, sino que lo generan de manera interesada y determinada por instancias superiores. El “cómo se enseña” no se puede separar del “qué se enseña”, determinando el “cómo se aprende”. Surge entonces la preocupación por los procesos de enseñanza que hace necesario prestar atención a los contextos políticos en los que surgen, de manera que hay que considerar que la instrucción y la visión social
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