Levedad.

Con ejemplos traídos desde diferentes ciencias, el cubano Italo Calvino busca en su capítulo de Levedad, del libro Seis Propuestas para el Próximo Milenio, dar un acercamiento a las razones por las que él opta por sustraer peso a la “pesadez” del mundo.

Sustrae peso a los seres humanos refiriéndose a narraciones mitológicas, con héroes, que como Perseo, ganan la más increíble de las batallas apoyado como Calvino mismo lo dice: “solo en lo más leve que existe: los vientos y la nubes”. Resta peso al mundo, recordando que este se constituye principalmente de átomos sin peso, al igual que a las máquinas quienes trabajan gracias a los pequeños chips y evoca a la luna para referirse a su idea de levedad del lenguaje en donde propone “quitar su peso hasta hacerlo parecido a la luz lunar”.

En el aspecto del lenguaje, en particular, Calvino define dos maneras de verlo, una en la que el lenguaje es un elemento que flota sin peso, como las nubes y la otra que comunica el lenguaje pesado, espeso y concreto. Cabe destacar que el autor insiste en que para admirar la levedad es necesario conocer también la pesadez y de esta forma no condena ninguno de los dos caminos que propone en el desarrollo de su escrito.

El autor se esfuerza en dejar claro que para él la levedad es más “un valor que un defecto”, un atributo aplicable a todas la ciencias y además indispensable ante un mundo que se densifica, mientras camina hacia un nuevo milenio (el escrito fue realizado en 1985). Para Calvino, “en la vida todo lo que elegimos y apreciamos por su levedad no tarda en revelar su propio peso sostenible”, razón por la cual cada vez es más indispensable recurrir a la levedad como fórmula para cargar con tantos pesos del mundo.

El capítulo de Levedad del libro Seis Propuestas para el Próximo Milenio, finaliza con la referencia al cuento de Franz Kafka “El Jinete del Cubo” en donde un simple cubo vacío se convierte en una herramienta multiusos para un carbonero en una fría noche de inverno en medio de una guerra, con este ejemplo el autor intenta dejar en nosotros la inquietud de cómo vamos a asomarnos al próximo milenio “sin esperar encontrarnos más que aquello que seamos capaces de llevar. La levedad, por ejemplo”.

El autor cubano ya desde hace casi 30 años, nos hizo un completo cuadro de las bondades que a su modo de ver trae la levedad al futuro que se avecina donde una aplastante pesadez de los procesos, los métodos, el lenguaje, etc., amenaza con llevarnos por delante.

La vida corre cada vez más rápidamente y el medio nos pide estar preparados para afrontarla con la mayor ligereza posible, no superficialidad sino certeza, con agilidad para afrontar los procesos que exige el mercado, se trata de dejar las divagaciones que hacen daño a los procesos de la era actual, una era en la que los seres humanos consideran al tiempo como su tesoro más preciado.

Las compañías actuales caen en la trampa de pensar que lo complejo es lo que realmente sirve, parece que en ellas imperará la filosofía del refrán “confunde y reinaras” y cada vez se inventan procesos más complejos para conclusiones más simples. La academia parece empecinarse en apoyar esta idea también y forma profesionales que llegan a las organizaciones con ideas poco exactas que confunden los procesos y acrecientan los problemas organizacionales. Se comunican con sus públicos por medio de mensajes confusos que antes de ser herramientas para trasmitir filosofía (en el caso del público interno) o posicionar marca (en el externo), se convierten en desinformación e imprecisión.

En una sociedad cada vez más globalizada en la que sus sistemas “económico, político, social, cultural y otros de naciones se están integrando en sistemas mundiales” (Clark y Knowles, 2003) donde buscamos una cierta unidad económica y estandarización de algunos procesos que

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