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MONOGRAFIA INGENIERIA DE PROCESOS


Enviado por   •  16 de Abril de 2015  •  2.367 Palabras (10 Páginas)  •  164 Visitas

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Introducción

En los primeros tres capítulos tratados en el libro Moral a Nicómaco se desarrollará el pensamiento de Aristóteles.

El cual sostiene que la virtud nos ayuda a encontrar la felicidad buscando el punto medio entre los placeres. Enseña que la virtud no viene directamente del conocimiento, sino que requiere el hábito, se necesita practicar la virtud para lograr el fin supremo. La felicidad no es un estado sino una actividad, y el placer no es la felicidad sino una consecuencia de la virtud.

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Desarrollo

Moral a Nicómaco es una obra escrita por Aristóteles en el siglo IV a.C. Es el primer tratado sistemático sobre la ética. Se dice que el nombre de la obra fue dedicado a su hijo Nicómaco, este consta de 10 libros y su contenido trata de la felicidad.

Aristóteles nació en 384 a.C. y murió en el 322 a.C. Fue el discípulo de

Platón, aunque este no siguió su sistema, sino que creó uno nuevo.

Aristóteles y Platón constituyen dos tipos distintos de filosofar.

Aristóteles representa al realismo porque para él el verdadero ser no se halla en el mundo de las ideas, sino en el mundo en que vivimos.

El libro primero de la Moral a Nicómaco habla de la teoría del bien y de la felicidad. Este concluye que de la misma manera en que las artes, nuestros actos y nuestras determinaciones morales tienen en mira algún bien, el hombre debería tener algún fin, de esta forma se consideraría al bien como el objeto de todas nuestras aspiraciones.

En nuestros actos hay siempre un fin definitivo, es por eso que el fin último de todas nuestras aspiraciones será el bien, el bien supremo.

Para afirmar esto es necesario definir el bien. El bien se deriva de la ciencia de la política, ya que esta prescribe en nombre de la ley lo que se debe hacer y lo que se debe evitar, el fin de la política será el bien, el bien supremo del hombre.

Para Aristóteles el fin supremo del hombre es la felicidad. Para muchas personas la felicidad está compuesta de placeres, y solo viven satisfaciendo goces materiales.

Para darnos cuenta del sentido general de la felicidad es necesario estudiarla de forma universal para darse cuenta que el bien no es una especie universal común a todas, tampoco es una, porque si lo fuera no se lo encontraría en todas las categorías.

En toda determinación moral, el bien es el fin mismo que se busca y en vista de este se hace todo lo demás, hay muchos fines y se puede buscar algunos en vista de otros, pero estos fines no van a ser perfecto ni definitivos. La única cosa que es perfecta y definitiva es el bien supremo.

Cuando buscamos los placeres, los honores, las virtudes bajo cualquier forma que sea deseamos tener las ventajas por sí mismas, y deseamos también la felicidad porque creemos que esta es la forma de llegar a ella. Pero esta no es la forma, no se puede desear la felicidad de otra forma distinta que la felicidad misma. Porque la felicidad es una cosa definitiva, perfecta y que se basta a sí misma.

El bien propio del hombre es la actividad del alma que es dirigida por la virtud más perfecta, estas condiciones deben ser realizadas durante una vida entera y completa porque un solo día de felicidad no basta para hacer a un hombre dichoso y afortunado.

Aristóteles en el capitulo V habla de la Imperfección inevitable de la indagación de la felicidad, lo cual quiere decir que debemos buscar una meta y después ir construyéndola con el tiempo. No se debe resignar ante cualquier situación que parezca angustiante, sino adecuarse a cada una de ellas, debe haber una precisión en la medida en que se trate.

La felicidad no admite errores, los que obran bien son los únicos que pueden aspirar en la vida a la gloria y a la felicidad, porque los verdaderos placeres del hombre son las acciones conformes a la virtud.

La felicidad es lo mejor, lo más bello y dulce que existe, y se encuentran en las buenas acciones del hombre. La familia feliz, la nobleza y la belleza cuando están ausentes alteran a la felicidad.

Aristóteles señala que la felicidad no es un efecto del azar, es a la vez un don de los dioses y el resultado de nuestros esfuerzos.

No se puede considerar valido decir que si un hombre muere miserablemente después de haber tenido una vida dichosa haya perdido su gloria y felicidad, porque querría decir que ningún hombre es dichoso hasta después de la muerte, y por más que haya muerto, no quiere decir que no sigan habiendo males y bienes, es por eso que esta situación presenta una controversia.

Es una insensatez admitir que un hombre después de la muerte pueda experimentar a la par de sus descendientes todas sus alternativas diversas.

La virtud es la verdadera felicidad, El hombre con virtud sabrá resignarse siempre con dignidad a todas las pruebas. Los sucesos poco importantes apenas ejercen influjo en el curso de la vida, los acontecimientos grandes y repetitivos hacen la vida más dichosa. Jamás un hombre de bien, que solo reclama la felicidad de la virtud puede hacerse miserable, porque nunca cometerá acciones reprensibles y malas. El hombre sabio sabe sufrir todos los azares de la fortuna sin perder nada de dignidad. El hombre dichoso es porque es un hombre de bien, nunca será desgraciado, ni tampoco dichoso.

El influjo del destino de nuestros hijos y de nuestros amigos sobre nosotros, puede influir poco o mucho sobre nuestra felicidad, aunque esta teoría es bastante rígida.

La felicidad no merece ser alabada ya que viene de cierta naturaleza, merece respeto, porque en vista de nuestra felicidad hacemos lo que hacemos.

Para darnos cuenta de la felicidad es preciso estudiar la virtud que la produce. La virtud humana es la virtud del alma y no la del cuerpo. Existe una distinción entre las partes del alma, una es el alma dotada de razón y la otra privada de ella. En la parte no racional del alma esta la facultad vegetativa que es aquella que realiza las funciones de nutrición, crecimiento y generación. Hay en el alma otra naturaleza, que es irracional pero que de algún modo participa de la razón. En el caso del hombre que sabe ser sobrio y dominante es porque obedece a la razón, porque no hay nada en el que no esté de acuerdo con la razón misma.

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