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Michel Foucault y el cuidado de sí

viniciomotitas25 de Junio de 2013

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Michel Foucault y el cuidado de sí.

RESUMEN

El presente artículo analiza la etapa denominada ética de Michel Foucault. Busca

desplegar en qué consiste y cuáles son sus principales características. Se aborda, en este

sentido, la etapa ética puntualizando cómo para Foucault el cuidado de sí, comienza por un

cuidado del cuerpo, del espíritu y del saber desde una perspectiva propia. Situación que

conlleva, en definitiva, un replanteamiento de concepciones como subjetividad, libertad o

verdad.

Palabras claves: Foucault, tecnologías del yo, subjetividad, ética, cuerpo.

Introducción

El presente artículo se basa en la etapa ética, aquella que nos habla de la única preocupación

excelsa para Foucault: el cuidad de sí. Este período va desde 1976 a 1984.

Sus textos más destacados son los volúmenes segundo y tercero de la Historia de la Sexualidad: El

uso de los placeres y La inquietud de sí . Cabe exponer que este espacio es también

distinguido o relacionado con concepciones como las tecnologías del yo, la ontología histórica de

nosotros mismos, el arte de la existencia, o las técnicas de sí.

Esta inquietud superior Foucault la ejemplifica en Historia de la sexualidad, principalmente a

través de un análisis que centra la mirada en los griegos y romanos. Aquí nos habla de épocas en

donde hubo una cultura de sí, una manera de ser y estar en el mundo, que no obedecía sólo a

reglas de conducta, sino a una forma de independencia y bienestar. Era un arte del sujeto y un

arte de la vida.

Numerosos trabajos , al analizar los planteamientos foucaultianos, distinguen tres etapas :

1: la arqueológica, genealógica y la ética. Resume, bajo estas ideas, la aportación de Foucault en

tres interrogaciones mayores, de resonancias kantianas: ¿qué puedo saber?, ¿qué puedo hacer? y

¿quién soy yo? Sobre esta última interrogación versa el presente trabajo: cómo el cuidado y la

comprensión de sí, la introspección, el gobierno de nuestro yo, nos puede llevar a un arte de la

existencia. Y es que para Foucault se puede hacer de la vida algo artístico y enriquecedor, es decir,

algo producido conforme a principios estéticos mediante los cuales se expresa una visión personal.

El arte de la existencia.

Foucault aclaraba que el nacimiento del bio-poder trajo consigo un poder, que genera que las

personas pierdan libertad, pues son normalizadas, disciplinadas y docilitadas, determinando su

forma de ver, pensar y actuar. Por ello, azuza a oponer resistencia ante el Estado y las

instituciones, madurando una ética propia con la cual generar una subjetividad personal. Este tipo

de reflexiones se condice principalmente con los últimos años de Foucault, en lo que se ha

denominado etapa ética; en ésta el autor francés anunciaba que había que tomar la vida como

obra de arte, en un orden espiritual, como un proceso creativo de transformación individual.

Dicho en otros términos, en la etapa ética de Foucault “Se trata de hacer de la propia vida una

obra de arte, de liberarse del pegajoso contagio que secretan unas estructuras sociales en las que

rige la ley del sálvese quien pueda” . El sujeto ético es aquel que pretende hacerse a sí mismo.

Aquél que busca forjarse un sentido auténtico y cautivador a su existencia.

De esta suerte, esta concepción ética, de obvias resonancias socráticas, pasa por un

replanteamiento de las verdades que poseemos y del gobierno de sí mismo que ejercemos.

La relación con la verdad debe formar parte de una preocupación personal. El afán de conocerse a

sí mismo debe, necesariamente, pasar por ocuparse de sí mismo. Debe dominarse el yo a fin de

conseguir concretar una filosofía de vida que haga de la persona un ser más pleno.

Sobre este orden de ideas, las técnicas que nos permiten reflexionar nuestro modo de vida, la

dirección de nuestra existencia y transformarnos a nosotros mismos de acuerdo con una decisión

personal, son las denominadas tecnologías del yo. Estas prácticas representan todo un proceso de

subjetivación, con ellas nace una pregunta relevante: cómo podemos cambiar lo que hemos

llegado a ser.

Foucault ilustra esta situación analizando principalmente la Grecia de los siglos II y III AC, viendo

como en esta época existían prácticas del cuidado de sí ligadas a concepciones filosóficas mayores.

De este modo, describe que el precepto ocuparse de uno mismo era, “para los griegos, uno de los

principales principios de las ciudades, una de las reglas más importantes para la conducta social y

personal y para el arte de la vida”.

Este imperativo se traduce en una serie de actividades que conformaron las “tecnologías del yo”.

“Las tecnologías del yo son las técnicas que se ejercen sobre uno mismo y que permiten a los

individuos efectuar por sus propios medios un cierto número de operaciones sobre sus cuerpos,

sus almas, sus pensamientos y sus conductas” . Vale decir, estas técnicas buscan un cuidado y

esmero por el sí mismo, son prácticas reglamentadas o no, individuales o colectivas, que tiene por

fin tanto conocerse uno mismo, como transformarse. En este sentido, las tecnologías del yo

fueron examinadas por Foucault como “estética” en los griegos, “cuidado de sí” en los estoicos y “hermenéutica del yo” en los cristianos.

En la fundamentación de estos modelos Foucault se detuvo en los diálogos platónicos, en los

escritos de los epicúreos y los estoicos, en ellos destaca cómo, en este contexto, la inquietud por

la verdad forma parte de un trabajo de sí, que reclama conocimiento, y que sitúa este saber en un

espacio ético-estético . Lacomplejidad de la relación entre sujeto y verdad se resuelve mediante la

meditación y el conocimiento de uno mismo, ligadas, además, con prácticas de adiestramiento y

manejo de sí.

Para Foucault, esta etapa ética como práctica reflexiva es de suma importancia en tanto nos ayuda

a forjar nuestra subjetividad, nuestras verdades e incluso posibilita un ejercicio de libertad.

Ocuparse de sí mismo, pasa necesariamente por conocerse a sí mismo, es pensarse, asistirse y

regirse. El arte de la existencia busca romper con las coacciones que nos afectan, es un esfuerzo

por apropiarnos y conducir nuestra propia vida. “El cuidado de sí es sin duda el conocimiento de sí

-es el lado socrático-platónico-, pero es también el conocimiento de un cierto número de reglas de

conducta o de principios que son a la vez verdades y prescripciones. Ocuparse de sí es equiparse

de estas verdades: es ahí donde la ética está ligada al juego de la verdad”.

Ahora bien, si hacemos un repaso de lo que nos singulariza Foucault respecto de estas prácticas

personales y sociales del cuidado de sí, distinguiremos que, por ejemplo, la medicina griega clásica

establecía una íntima conexión entre la belleza y la bondad. Su objetivo era hacer que los hombres

fueran bellos y buenos, y no era posible conseguir un fin sin el otro, debido al convencimiento de

que el cuerpo era el espejo del alma.

El cuidado de sí pasaba entonces por comprender que el cuerpo y el alma eran un todo, a través

del cuidado personal de la estética se lograba una mente más despejada.

Asimismo, quienes cultivaban su saber, necesariamente debían preocuparse por su cuerpo y su

salud, pues en un cuerpo sedentario no podía abrigarse pensamientos vehementes. Por

último, el cuidado de sí estaba entendido también como una forma de respeto y cuidado por los

demás.

“El sí no es el vestir, ni los instrumentos, ni las posesiones. Ha de encontrarse en el principio que

usa esos instrumentos, un principio que no es del cuerpo sino del alma. Uno ha de preocuparse

por el alma: ésta es la principal actividad en el cuidado de sí. El cuidado de sí es el cuidado de la

actividad y no el cuidado del alma como sustancia” .

Así las cosas, el cuerpo alimentado, ejercitado, curtido y utilizado en armonía con la naturaleza y la

sociedad, es bello; en cambio, es feo cuando evita la sociedad o cuando sucumbe indulgentemente ante el placer.

Uno lleva a la armonía y el otro a la destrucción. En la cultura griega “la inquietud de sí está en

correlación estrecha con el pensamiento y la práctica de la medicina. Esta correlación antigua

tomó cada vez más amplitud. Hasta el punto de que Plutarco podrá decir, al principio de los

Preceptos de salud, que filosofía y medicina tratan de un solo y mismo campo.

Podemos exponer entonces que en los griegos el cuidado de la estética corporal era importante,

pero no operaba motivada por un individualismo, no bajo criterios económicos, exitistas o como

una cosa que se puede modificar porque sí, porque así lo hacen todos. En Grecia había un arte de

la existencia, una preocupación valorativa, ética-humanista, y de ahí que surgieran las técnicas de

sí . Tanto Sócrates como Platón2 recomendaban ejercitar el cuerpo mediante la gimnasia,

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