NOTA CRÍTICA SOBRE LA OBRA EL LABERINTO DE LA SOLEDAD DE OCTAVIO PAZ

Octavio Paz, inicia su obra hablando acerca del adolescente y su asombro de ir descubriendo el mundo por sí mismo, recalca que en esta etapa de la vida es donde tomamos conciencia de nuestro ser, lo que somos y hacia dónde vamos, e incluso el autor lo compara con los pueblos en trance de crecimiento, porque coinciden en la interrogante ¿Qué somos y como realizaremos eso que somos? Me atrevo a decir, que sin escuchar la voz audible del autor, siento sus palabras ásperas y frías, al referirse la forma de ser del mexicano, pero que a la vez son muy ciertas. Octavio Paz, compara al norteamericano con el mexicano que radican en tierras norteamericanas, mexicanos que no se mezclan y se auto nombran pachucos, según el autor el pachucho, es uno de los extremos al que puede llegar el mexicano, porque son personas que no quieren volver a su origen mexicano, pero que tampoco quieren pertenecer al sistema americano. Octavio Paz, niega que haya un complejo de inferioridad en él mexicano, al decir, que sentirse solo no es sentirse inferior sino distinto. Y supone que el pachucho al ser distinto a los que lo rodean, se siente solo. En este punto, estoy totalmente de acuerdo, en la vida diaria es decir, en la escuela, trabajo e inclusive en casa, convivimos con personas que por alguna extraña razón se aíslan de los demás, y aunque en ocasiones uno intenta jalarlos, para evitar hacerlos sentir desplazados, ellos vuelven a su postura de hacerse a un lado, y es porque así se sienten bien, entonces, según el autor, este tipo de personas se sienten diferentes a los demás, comparten ideas totalmente distintas a las personas que los rodea y por esa razón se excluyen, pero no es por sentirse inferiores, y el estar solos les apetece. En su capítulo II, que lleva por título mascaras mexicanas, da a referir las diferentes facetas del mexicano. y habla sobre el lenguaje popular del mexicano, usando términos como “rajarse” y da a conocer el poder real de esta palabra que ejerce sobre cualquier mexicano, ya que revela el grado de machismo que él mexicano lleva dentro. Dá a saber que el rajado es una persona poco de fiar, un traidor o una persona de dudosa fidelidad. Nosotros los mexicanos, cuando nos referimos a alguien con este término, “no te vayas a rajar”, damos a entender si te arrepientes o te retractas pierdes credibilidad conmigo, es algo que como mexicanos nos caracteriza, algo erróneamente empleado, pero que hemos adoptado. Nuevamente el autor recalca la soledad del mexicano al cerrarse en su círculo, al decir, que el mexicano usa mascaras para proteger su intimidad, y no interesarse por la ajena y por lo tanto vuelve a sentirse solo. Las mascaras del mexicano, reflejan su carencia, sin embargo, de tantas posturas y tantas mentiras terminamos simulando lo que queremos ser. Y pienso que esto es algo por lo que la mayoría de los mexicanos hemos pasado, me atrevo a decir que todos en algún momento de la vida hemos usado una máscara para simular algo que en ese momento estamos pasando, en lugar de desahogarnos y platicar acerca de lo que nos sucede, adoptamos este mal habito de querer ocultarlo, entonces volvemos a cerrar el círculo y nos apartamos nuevamente a estar solos. La contradicción forma parte del mexicano. Cualquier pretexto es bueno para interrumpir la marcha del tiempo y las Fiestas populares, resultan el desagüe idóneo para tal efecto. Durante las Fiestas populares, desde el grito de independencia hasta el día de la raza, el mexicano se siente completo, seguro. La razón es sencilla, en ese instante, en ese presente, el pasado y el futuro al fin se reconcilian. En todos los rincones de México existen sus Ferias y tradiciones, aún en los más miserables. Los ricos, la minoría que no es pueblo, no festejan, sus reuniones son frías y ni por equivocación se faltan los modales. “Las Fiestas son el único lujo de México”. Verdaderamente cuando se trata de alguna fiesta o celebración el mexicano

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