Necesidad Y Fin Del Arte Hegel

Lo que Hegel pretende demostrar en este texto es el fin (propósito) del arte y que dicho fin es lo bello, que no es un “instrumento” accesorio que puede o no ser incluido en la producción artística, sino que es la pieza fundamental en él.

¿Cómo comprobar lo anterior? Comprobando que belleza y arte parten de un origen común, para ello comienza con tres proposiciones:

a) Prejuicios entorno al arte

El arte sólo es producto de la actividad humana, más no de las metodologías y técnicas empleadas, sino de la propia conciencia del hombre y de su espíritu. Sin embargo a este resultado del proceso creativo sólo se llega mediante trabajo y experiencia, adquiridos a través de los años y del conocimiento de la naturaleza humana.

El arte no es comparable a la naturaleza, pues ésta no elabora sus elementos con ninguna intención, por lo tanto son considerados vanos y sin sustento, el arte en cambio posee esencia y espíritu, posee significado que podemos manifestar y percibir y tiene la capacidad de idealizar y perfeccionar los elementos de la naturaleza. Por otra parte los productos del espíritu son imperecederos, al contrario de los naturales. Bajo estos argumentos es que el arte se encuentra en una posición superior a la creación de la naturaleza.

Dios obra a través del hombre al momento en el cual éste produce obra, pues es de estas actividades del espíritu de las que Dios obtiene mayor gloria

b) Principio y fin del arte

El arte sólo puede existir en virtud de lo que el hombre entiende de si mismo, conciencia que obtiene mediante técnica y práctica con los cuales es capaz de modificar materiales y objetos, imprimiéndoles sus propias ideas y necesidades, hasta llevarlos al contexto del arte.

Sin embargo hay varias concepciones erróneas

1) Ver el arte por el arte, pues elimina el discurso intrínseco de la obra, la vuelve banal. Incapaces de apreciar todo el conjunto de belleza que posee, nos centramos sólo en las sensaciones y sentimientos producidos

2) Confusión del gusto o buen gusto con lo bello, pues el primero apela sólo a la superficie sin tocar la profundidad e intimidad de los objetos, no los analiza entonces por lo que son, restándoles importancia

Hay pues, dos maneras de apreciar los objetos, la primera, incompleta mediante los sentidos, con la que sólo se percibe la superficie, lo material, y que lo invita a desear poseer o rechazar al objeto.

En la segunda, la razón logra captar la esencia y comprender su sentido y contenido (el discurso y la forma)

formando parte del misto todo.

El

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