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PLATÓN. La República


Enviado por   •  5 de Junio de 2014  •  853 Palabras (4 Páginas)  •  299 Visitas

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El libro II comienza con la retirada de Trasímaco de la discusión pues no soporta verse humillado en público por los juegos dialécticos de Sócrates. A continuación Glaucón pide a Sócrates que haga un análisis serio de si la vida del justo es más o menos feliz que la del injusto. También le exige que deje a un lado las trampas sofistas para irritar a jóvenes soberbios como Trasímaco. Glaucón le plantea dos objeciones a la idea de que lo justo es mejor en todo sentido que lo injusto:

a) En primer lugar, hace una distinción que Aristóteles repetirá tal cual en la Ética a Nicómaco. Existen tres tipos de bienes o fines, los que deseamos por sí mismos como la alegría o la felicidad, los que deseamos por sí mismos y por lo que de ellos se genera como la comprensión, la vista y la salud, y los que siendo penosos los deseamos por los beneficios que procuran como la gimnasia, el trabajo o el tratamiento médico. La justicia habría de pertenecer a la mejor clase de fines, aquellos que sólo se quieren por sí mismos pero la mayoría opina lo contrario: considera que la justicia pertenece al tercer tipo, es algo penoso que deseamos con vistas a obtener un salario y una buena reputación.

b) La mayoría no cultiva la justicia voluntariamente sino por “impotencia para cometer injusticias”. Para ilustrar esta tesis Glaucón cuenta el mito del anillo de Giges, un anillo que vuelve invisibles a las personas. ¿Qué haría la mayoría si tuviese ese anillo en su poder? ¿Respetar las normas o lo contrario? El hombre justo en nada es diferente del injusto: simplemente el justo está forzado a respetar las normas. Si tuviese el anillo y no lo utilizase para echar mano a bienes ajenos sería el hombre más desdichado y tonto del mundo.

Por último afirma Glaucón que al justo que quiera realmente serlo y no sólo parecerlo le ocurrirán todo tipo de desgracias. En cambio, el injusto, que se esfuerce en parecer justo, podrá conseguir todo lo que quiera.

Adimanto, hermano de Glaucón, argumenta que cuando los padres alaban la justicia, no lo hacen por sí misma sino porque el parecer justo otorga buena reputación. También los poetas afirman que la injusticia es preferible y más ventajosa. Vergonzosa sólo para la opinión y la convención. Para colmo de males a los hombres buenos los dioses les deparan todo tipo de infortunios. En cambio los injustos pueden hacerse perdonar sus pecados mediante ofrendas.

Para responder a los argumentos de Glaucón y Adimanto, Sócrates elabora un plan que ha de determinar el resto del diálogo: para distinguir si la vida justa es mejor o no que la injusta no debemos leer en la letra pequeña de los individuos sino investigarlo en algo mucho mayor como el Estado. Una vez que sepamos cómo es la justicia en el Estado aplicaremos lo aprendido a los individuos.

Comienza, por tanto, Sócrates su larga exposición

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